Il trovatore en Montreal

Escena de Il trovatore en Montreal © Vivien Gaumand

Septiembre 13, 2022. Un gran triunfo se apuntó la Ópera de Montreal en el inicio de su temporada 2022-23 con una destacada reposición de Il trovatore de Giuseppe Verdi. Principal responsable del éxito de esta nueva presentación fue el cuarteto de solistas que reunió algunas de las más importantes voces locales de la lírica actual. 

A cargo del personaje protagónico, el tenor Luc Robert resultó la gran sorpresa de la noche, luciendo gran autoridad en su composición del trovador Manrico, personaje que bordó con una voz tímbricamente agradecida, de impecable articulación e inmaculado fraseo. Si bien, su aria ‘Ah si, ben mio’ conmovió por la emoción que imprimió en su canto, lo mejor de su cosecha vendría con la famosa cabaletta ‘Di quella pira’ que, cantada con una inagotable energía, desbordante heroísmo y con agudos de acero, provocó el delirio del público asistente. 

Fue la primera vez que el barítono Étienne Dupuis incursionó en la parte del conde de Luna y habida cuenta del magnífico resultado, probablemente sea este un rol que le depare grandes satisfacciones en el futuro, e incluso pueda convertirlo en un referente de la parte. Barítono de emisión franca, canto noble y elocuente expresividad, Dupuis convirtió en oro cuanto nota cantó, revelándose al mismo tiempo como un intérprete sensible, entregado y cuidadoso del estilo verdiano. 

En lo que respecta a las voces femeninas, la soprano australiana Nicole Car, también debutante en la parte de Leonora, dejó una muy grata impresión. Poseedora de una voz flexible, de gran riqueza tímbrica, seductor esmalte y perfectamente controlada, Car sacó buen partido tanto de los pasajes líricos como de los más dramáticos de su parte, sin forzar nunca y brindando un canto de enorme variedad de matices, sutilezas y acentos. Por su impoluta línea de canto, sus pianissimi de irresistible encanto y su soñado fraseo, su interpretación del aria ‘D’amor sull’ali rosee’ le permitió alzarse con un merecido triunfo personal. 

Como la gitana Azucena, la mezzosoprano Marie-Nicole Lemieux resaltó la parte más belcantista de su personaje, encandilando cada una de sus intervenciones por la exuberancia de su patrimonio vocal, que prodigó con un perfecto dominio técnico, gran refinamiento y una ductilidad poco frecuente en cantantes de medios tan opulentos. Su fuerte temperamento dramático a la hora de delinear expresivamente su personaje fueron solo algunos de los muchos méritos a resaltar de la inmejorable prestación de la mezzosoprano nativa de Quebec.

Completó el elenco solista el bajo Matthew Trevino, deslucido jefe de la guardia del conde, quien con una voz extremadamente liviana y carente de autoridad pugnó por distinguirse exagerando en lo interpretativo. Los personajes comprimarios fueron cubiertos con solvencia y profesionalismo por elementos locales, entre los que destacó la Inés de la sólida soprano Kirsten LeBlanc.

Al coro de la casa se le escuchó en óptima forma, mostrando un nivel de calidad y una preparación muy por encima de lo habitual.

Compartiendo protagonismo en el exitoso resultado final, el director Jacques Lacombe obtuvo de los músicos de la orquesta metropolitana una lectura vibrante, equilibrada, atenta a los detalles y perfectamente concertada.

Si la austera, lúgubre y sin ninguna referencia histórica producción escénica logró convencer, fue en buena medida gracias a los decorados sobrios y minimalistas de Jean Bard, quien hizo maravillas con pocos elementos; y al tratamiento lumínico cuidado y sugerente del talentoso Éric Champoux, quien brindó en todo momento el ambiente óptimo requerido para el desarrollo de la trama. 

Avara de recursos teatrales, la dirección escénica de Michel-Maxime Legault hizo agua por los cuatro costados, ya sea por las superficiales o nulas interacciones entre los cantantes, por sus anodinas cuando no infantiles marcaciones de las masas corales o por sus poco logradas resoluciones de las escenas de conjunto. Una vez caído el telón, el público festejó el inicio de la temporada ofreciendo ensordecedoras ovaciones a cada uno de los intérpretes.

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