Jenůfa en Berlín

Evelyn Herlitzius como Kostelnička en la producción de Damiano Michieletto de Jenůfa en la Staatsoper Unter den Linden de Berlín © Bernd Uhlig

Abril 20, 2023. Hay obras que son meros entretenimientos (sin juzgar la calidad del libreto) y pertenecen a un género cuya virtud es destacar la habilidad vocal de los artistas en escena. Rossini, Donizetti y Bellini, para dar unos ejemplos. Nada de eso ocurre con las obras de Leoš Janáček, cuyos temas dejan al espectador pensando por mucho tiempo, y en casos como esta obra, llenos de angustia y apesadumbrados. 

¿Por qué ir a presenciar obras que afectan tanto al público? Porque son, como todo gran arte, obras cuyos efectos dejan al público no solo pensando sino listo a actuar en forma diferente cuando llegue la ocasión. Presenciar la desintegración moral de una señora que dice creer en Dios, y que desea justificar un acto injustificable porque la sociedad que la rodea así lo exige no es como sentarse a ver Rosina cantar ‘Una voce poco fa’ en Il barbiere di Siviglia. 

Y si se tiene una cantante/actriz de la talla de Evelyn Herlitzius en el tremendo rol de la Kostelnička, la impresion es aún más profunda; tanto, que el día de esta función no se escuchaba siquiera la respiración durante la escena en que se lleva al bebé para ahogarlo en el río. El público estaba espantado por lo que estaba presenciando, pero admiró la capacidad actoral de los participantes. No debe ser nada fácil.  

La producción de Damiano Michieletto, ya vista en 2022, sigue siendo un marco ideal: un espacio vacío con paredes de plástico translúcidas que dejan ver las siluetas de los personajes. Dentro del espacio hay solo bancos sin respaldos, los cuales son puestos en diversas posiciones durante la función. Todo muy fácil, natural y nada que obstruya la acción que fluye inevitablemente. 

Al igual que el año anterior, el rol principal fue confiado a Asmik Grigorian, una cantante que parece haber nacido para el rol. No solo es una excelente actriz, sino que su voz es de un color que (en este caso) transmite tristeza, frustración y también ternura. Su porte desafiante frente a su novio Števa mostró una mujer que no se rinde, que está enamorada pero que sabe que el objeto de su amor es una persona que no lo merece. 

El rol de Laca tomó matices inmensos en esta producción encarnado por Stephan Rügamer, un hombre confuso, lleno de remordimientos y resentimientos, que no siempre sabe lo que hace o por qué y vocalmente excepcional. Quizás fue el mejor rol que se la ha visto a Rügamer en esta casa, donde canta mucho. 

Edgaras Montvidas, conocido en Londres como ex participante del programa de cantantes jóvenes, fue el mequetrefe Števa, un muchacho consentido, un cobarde en todo el sentido de la palabra. Y Montvidas lo hizo suyo, un joven que da pena además de rabia por su comportamiento. Hanna Schwarz fue la vieja madre de este joven consentido, dando la impresión de que ella era la única que veía algo positivo en su hijo. Evelin Novak dio vida y algo más a Karolka, la prometida de Števa, dejándolo de lado una vez que se descubre su comportamiento con Jenůfa. Como siempre es el caso en este teatro, los roles menores fueron confiados a cantantes más que competentes, actuando con precisión y credibilidad. 

Antonello Manacorda mantuvo la alta calidad el sonido de su orquesta a través de toda la función, y los ritmos cruzados típicos del idioma orquestal de Janáček. El aplauso del público tomó tiempo, no fue algo exuberante sino respetuoso por lo que se había visto en escena, y fue realmente para los cantantes que habían dado tanto de sí mismos para crear un ambiente trágico que se recordará por mucho tiempo.

Compartir: