King Arthur y The Fairy Queen en Barcelona

El ensamble Vox Luminis, dirigido por Lionel Meunier, presentó dos semióperas de Purcell en Palau de la Música de Barcelona © Antoni Bofill

Marzo 14 y 16. El festival de ópera barroca llegó a su término con dos obras mayores de Henry Purcell de difícil programación debido al carácter fragmentario de estas “masques” o mascaradas que llegaron importadas al continente europeo y tuvieron mucha aceptación: obras de teatro originales o adaptadas, en prosa naturalmente, pero con “ilustraciones” musicales de envergadura como estos casos que nos ocupan. Aquí se hicieron versiones dramatizadas o semiescénicas de King Arthur y The Fairy Queen (esta producción en estreno mundial en colaboración con el Concertgebouw de Brujas).

Desde el punto de vista del texto y de la continuidad dramática, impresiona más la primera que la segunda. En este caso, además, se ha respetado, a mi entender, el texto de John Dryden mientras que en el caso de The Fairy Queen, al texto anónimo inspirado en el Sueño de una noche de verano de William Shakespeare se le ha agregado o lisa y llanamente sustituido uno nuevo, de la autora de la dramaturgia, Isaline Claeys, muy políticamente correcto sin duda pero que, en mi opinión, nada tiene que ver con la música ni con la obra para la que fue compuesta en su origen. Y naturalmente por eso me resultó más convincente la actuación como narrador de Pere Arquillué que la de Sílvia Bel, que en lo que a mí respecta luchó con un texto infumable.

El conjunto Vox Luminis creado por el belga Lionel Meunier viene destacándose como gran intérprete de música de este período y comprende tanto instrumentistas como cantantes, todos de un nivel extraordinario (como es esperable, cuando los últimos actúan como coro resultan formidablemente homogéneos; cuando se exhiben como solistas por supuesto hay diferencias dentro de un innegable alto nivel). El propio Meunier actúa como bajo y flautista.

Si algo de entrada llama la atención en ambos títulos es que en un caso el fragmento más conocido (‘What power are thou’, cantado por el genio del frío en el acto 3 de King Arthur) y en el otro el de mayor impacto (‘O let me weep’ en el acto 5 de The Fairy Queen, sin un personaje concreto al que atribuir) es que cuando Purcell, soberano en todos los registros, tiene que escribir un lamento o “a modo de” (como es el aria del genio del frío), su inspiración resulta sencillamente incomparable.

Mucho se podría decir sobre los cantantes, pero señalaré que la más aplaudida en ambas funciones fue Zsuzsi Tóth (lo mejor suyo estuvo en ese mencionado lamento), aunque a mí me pareció superior Anabella Baric (en la segunda ópera Juno y otras dos arias sin personaje concreto). También merecidamente aplaudidos el bajo (diría bajo-barítono) Sebastian Myrus (en particular en el genio del frío de la primera) y el tenor Jacob Lawrence (en especial ‘How blest are shepherds’ en la primera y Febo en la segunda). De los demás destacó por su vis cómica el contratenor David Feldmann por su Mopsa en The Fairy Queen.

En ambos casos la sala distó de estar llena pero en conjunto hubo un buen nivel de asistencia. Aplausos cálidos y convencidos.

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