La Favorite en Bérgamo

Javier Camarena (Fernand), Florian Sempley (Alphonse XI) y Annalisa Stroppa (Léonor de Guzman) © Gianfranco Rota

Noviembre 27, 2022. Sorprende pensar que tantos títulos del portentoso género de la grand opéra, como Guillaume Tell de Rossini, Robert le diable o Les Huguenots de Meyerbeer, Les vêpres siciliennes o Don Carlos de Verdi… fueron musicalizados por compositores no franceses. El genio bergamasco de Gaetano Donizetti no se quedó atrás al estrenar en la Opèra de Paris en 1840 su obra maestra La favorite, con todos los elementos necesarios para volverse desde su estreno hasta el día de hoy en uno de los títulos por excelencia y referencia del género. 

Curiosamente, la versión más ejecutada es la traducida al italiano; pero como marca la tradición del Festival Donizetti Opera, se debía representar la versión íntegra y original (en francés) como acostumbran hacerlo en Bérgamo, ciudad donde nació Donizetti.

A escenificar el título, una interesante propuesta de la directora escénica Valentina Carrasco, quien evidenció algunos puntos omitidos —o más bien sustituidos— en el libreto. El primero, alrededor del 1340, época en la que aconteció el suceso, ser la amante “favorita” del rey era todo un privilegio; fueron las costumbres morales del siglo XIX —cuando la fama de Donizetti estaba en boga— las que condenaron esa práctica, brindando un contexto mucho más rico para elaborar un drama como éste. 

El ballet de las «favoritas» descartadas © Gianfranco Rota

Otra variante a tener en cuenta —y que la regista argentina explotó de manera inteligente e incluyente— es el hecho gramatical de que el rey, para poder tener una favorita, debía haber tenido muchas amantes más. Léonor de Guzman era solamente la favorita en turno durante los sucesos narrados en la ópera, pero antes y después de ella hubo muchas más. En esta coproducción entre la Fondazione Teatro Donizetti y la Opéra National de Bordeaux, Carrasco presentó en el ballet del segundo acto no a las clásicas bailarinas como lo haría cualquier producción, sino a un grupo de 27 mujeres de la tercera edad sin ninguna instrucción actoral o dancística, simplemente mujeres ancianas de hasta 80 años que en su momento fueron “la favorita” en turno y que hoy siguen conviviendo con el rey y aceptando su condición social.

Los colaboradores de Carrasco, en particular Carles Berga y Peter van Praet, fueron igualmente ingeniosos para poder representar los cuadros en que se desarrolla la acción: el interior y la fachada del monasterio en Santiago de Compostela, así como los jardines y el salón del alcázar de Sevilla, con poquísimos elementos reutilizables en todas las escenas y sin que se vieran forzados. Van Praet, además, firmó el diseño de iluminación que —en momentos como en los finales de los actos II y IV— fueron decisivos para la calurosa recepción por parte del numeroso público extranjero que asistió a la representación dominical.

Desde el foso, la Orchestra Donizetti Opera, con la extraordinaria calidad que la caracteriza, ejecutó con maestría la compleja partitura donizettiana. Mención aparte requieren en los alientos de la orquesta, en particular las flautas y el piccolo en el ballet o los cornos en el aria de Lèonor ‘O mon Fernand’ que con enorme precisión interpretaron los requerimientos del maestro Riccardo Frizza, concertador del título y director artístico del Festival Donizetti. Los tempi de Frizza, al igual que sus dinámicas, fueron soberbias, llenas de intención y perfectamente en estilo, confirmado que es uno de los directores más aptos para la ejecución de bel canto en la actualidad. 

Escena de La favorite de Donizetti en Bérgamo © Gianfranco Rota

El tradicional triángulo amoroso del mundo operístico —la pareja de enamorados que son importunados por el barítono— fue igualmente extraordinario. En su debut en el rol de Léonor de Guzman estuvo la mezzosoprano Annalisa Stroppa, quien encarnó una muy convincente amante del rey. Sorprendieron sus inesperados y potentes agudos, mientras su intensidad en el registro central fue pequeña e, irónicamente, su registro grave es completamente inaudible y fue constantemente cubierto por la discreta orquesta de Frizza. Una pena para el icónico rol falcon, con un aria de referencia como la mencionada y sobre todo con la cabaletta ‘Mon arrêt descend du ciel’, que se extiende por todos los registros representando una oportunidad para demostrar las capacidades vocales de la cantante. Por otro lado, el dueto de la escena final ‘Es-tu prêt, viens? / Va-t’en d’ici!’ fue muy bien ejecutado y Stroppa emocionó sobre todo por su óptima interpretación histriónica.

Es sabido que las voces de los cantantes no siempre están en condiciones de cantar en plenitud. Hay días buenos y días malos para la voz. Para esta función, la voz de Javier Camarena, a quien le fue encomendado rol de Fernand, no tuvo un buen día, sino uno excelente. Los agudos potentes y armónicos del tenor xalapeño resonaron en el recién remodelado Teatro Donizetti que, gracias a su estudiada acústica, la brillante voz de Camarena arrancó ovaciones desde el palco hasta las galerías. Muy bien interpretadas sus arias ‘Oui, ta voix m’inspire’ por sus ya conocidos sobreagudos, así como su legato en ‘Ange si pur’. La pronunciación del francés sería el único punto a perfeccionar.

En el registro grave, el barítono francés Florian Sempey encarnó al controversial rey Alphonse XI con maestría. La vocalidad de Sempey, de voz robusta y sonora, sorprendió con un potentísimo y afinado registro agudo en ‘Oui, du Seigneur la clèmence est lassèe’, al final del acto II, aunado a su correcta interpretación del gran aria ‘Lèonor viens, je t’abandonne’. Igualmente bien interpretados fueron los personajes de Balthazar y Don Gaspar, interpretados por el bajo Evgeny Stavinsky y el tenor Edoardo Milletti respectivamente; mientras la simpática Inès de Caterina Di Tonno fue convincente histriónicamente pero pobre en lo vocal.

La parte coral, una colaboración del Coro Donizetti Opera y el Coro de la Academia del Teatro alla Scala dirigidos por Salvo Sgrò, interpretaron correctamente y con pasión sus escasas participaciones en escena. En suma, una muy buena producción digna del ya tradicional festival bergamasco al que auguramos muchas ediciones más.

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