Le nozze di Figaro en Houston

Escena de Le nozze di Figaro en Houston © Lynn Lane

Enero 28 del 2023. La temporada actual de la Houston Grand Opera continúa con la conocida y divertida ópera de la dupla Mozart-Daponte, Las bodas de Fígaro, que, a pesar de su popularidad, ha sido representada en contadas ocasiones en este escenario; la última ocasión fue en la temporada 2015-2016. Para facilitar las cosas, la compañía optó por reponer la misma producción del director Michael Grandage, coproducción con el Glyndebourne Festival Opera de Inglaterra, estrenada en aquellos años, que agrada por su elaboración y estética visual.

Los vestuarios y decorados, de buena manufactura, fueron ideados por Christopher Oram, quien con Grandage situó el tiempo de la obra a finales de la década de los años 60 en la España de Franco dentro de una detallada casa de campo, de diseño morisco, inspirada en la Alhambra de Granada, que contiene hermosos y precisos mosaicos dorados, enormes columnas, arcos y muros con ventanas de resplandeciente piedra y farolas de vidrio, una fuente al centro del escenario que se va adaptando a cada acto, hasta concluir con una encantadora escena en el último acto en un jardín, con un brillante juego de sombras azules.

La iluminación que jugó un papel importante en lograr que esta puesta en escena fuera un deleite fue obra de Paul Constable. Un detalle simpático fue la entrada al escenario de los Condes Almaviva, después de la obertura, en un Alfa Romeo convertible. En una obra como esta, la comicidad parece desprenderse naturalmente de la música y de las situaciones que ocurren en escena. Hoy incluso la diversión del público se puede generar en el texto de la traducción y los títulos. Por lo que corresponde a la dirección escénica, Grandage optó por cargar la parte artística de innecesarias situaciones cómicas: los mismos clichés, movimientos, gestos y bromas en los que se incurre en muchas producciones de esta ópera, además de la inclusión de algunas coreografías.

Más allá del marco escénico, que se puede calificar de admirable y bien hecho, la dirección escénica prácticamente no aportó más que valga la pena mencionarse. El elenco dejó satisfacciones, gracias principalmente a dos artistas, el aquí debutante bajo argentino Nahuel Di Pierro, quien personifico un creíble y jovial Figaro, siendo un intérprete que desarrolló su personaje con naturalidad y animación, cantando con voz profunda y firme, pero sobre todo haciéndolo con bueno gusto y sentido; y su contraparte Susanna, fue bien interpretada por la soprano cubano-americana Elena Villalón, apenas egresada del estudio de este teatro, y una de sus apuestas para lograr una exitosa carrera, que ya está comenzando a cosechar frutos en escenarios internacionales. 

Villalón, posee una voz dulce, de grato timbre y coloración, y luce como una artista completa en escena, por su grata presencia y personalidad. Por su parte, el bajo-barítono checo Adam Plachetka, demostró un sobresaliente y caudaloso instrumento vocal, pero en apariencia y caracterización se pareció más a un vulgar cómico que a un autoritario noble. Misma situación con la Condesa de Nicole Heaston, a quien no hay nada que reprocharle desde el punto de vista vocal, pero sí de su caracterización, que pareció mecánica y algo limitada en su accionar, atribuible a la dirección, así como carencia de química entre ambos personajes. 

La soprano Lauren Snouffer lució como un joven y exaltado Cherubino, desplegando buenas condiciones vocales, pero incurriendo en innecesaria sobreactuación. El bajo-barítono Patrick Carfizzi y la mezzosoprano francesa Marie Lenormard, dieron vida a Don Bartolo y a Marcellina de manera adecuada, con experiencia vocal, actoral y las tablas aprendidas a lo largo de sus valiosas trayectorias. 

Otro experimentado interprete, el tenor Steven Cole, fue un malicioso Don Basilio; y tanto la soprano Erin Wagner (Barbarina), el tenor Eric Taylor (Don Curzio) como el resto de los cantantes que conformaron el elenco en los papeles menores cumplieron de manera satisfactoria. Juguetón, participativo y vocalmente uniforme se escuchó el coro, dirigido por su titular Richard Bado.

En su primera aparición en el podio en lo que va de esta temporada, el maestro Patrick Summers, quien además de dirigir acompañó los recitativos desde el fortepiano, se desempeñó con pericia, entusiasmo y atención al detalle, y los músicos de la orquesta respondieron ofreciendo un buen desempeño musical desde el foso.

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