?? Madama Butterfly en Miami

[cmsmasters_row data_color=»default» data_bot_style=»default» data_top_style=»default» data_padding_right=»5″ data_padding_left=»5″ data_width=»fullwidth»][cmsmasters_column data_width=»1/1″][cmsmasters_text]

Sandra López (Cio-Cio San) y Joshua Guerrero (Pinkerton) en Miami

Enero 26, 2020. La temporada en la Gran Ópera de Florida continuó con una de las obras cumbre del repertorio pucciniano, la cual llegó al Adrienne Arsht Center en una producción procedente de la Ópera de Sarasota. La directora de escena E. Loren Meeker se ajustó al libreto con una fidelidad que podríamos calificar actualmente de inusual en las salas de ópera y esto fue precisamente su gran acierto, junto con un cuidadoso estudio de la gestualidad en el contexto de la cultura japonesa. 

Este respeto por la tradición quedó también patente en los numerosos detalles que destacaron de la rica escenografía creada por David P. Gordon. La iluminación diseñada por Kenneth Yunker fue sencillamente magistral, con un par de momentos álgidos: por un lado, el bello juego de sombras y transparencias cuando Butterfly se quita el traje de ceremonia en el momento previo al dúo de amor del primer acto; por otro, el anochecer y amanecer en la transición entre los dos últimos actos, con una gradación lumínica de excepcional riqueza. El vestuario creado por Allen Charles Klein aportó suntuosidad y brillantez, no solo aquel inspirado en la tradición japonesa, sino también el vestuario occidental de Kate y Sharpless, o el uniforme de Pinkerton, todos ellos coetáneos con la época en la que se sitúa la acción.

La soprano local Sandra López interpretó el papel protagonista con entrega y dominio del rol. Sí es cierto que su voz, de generoso vibrato, quedó corta de volumen en algunos momentos —incluida la célebre aria ‘Un bel dì vedremo’—, pero su cuidado fraseo y su inteligencia en la dosificación de recursos lo compensó. En el papel de Pinkerton el tenor Joshua Guerrero estuvo soberbio y su dúo ‘Bimba dagli occhi’ con Butterfly fue de lo mejor de la velada. 

A ello contribuyó en buena medida la cuidada atención que desde el foso se prestó a la delicada línea melódica, con un magnífico trabajo por parte de la orquesta de la casa, conducida por el español Ramón Tebar. El tenor Nicholas Nestorak, debutante en la temporada operística, cosechó un merecido éxito con su interpretación del Casamentero Goro, al igual que el barítono Morgan Smith, que cantó con excelente dicción y bello timbre el papel de Sharpless. Por último, la soprano Stephany Peña dotó al personaje de Suzuki de una carga dramática adicional gracias a una soberbia ejecución actoral y a una voz potente, cálida y bien impostada. El resto del elenco vocal cumplió sin problemas con sus respectivos papeles: Nathan Matticks como Comisionado imperial, Rafael Porto como Bonzo, Shaina Martínez como Kate Pinkerton y Michael Miller en el doble papel de Registrador oficial y Príncipe Yamadori.

El Coro de la Gran Ópera de Florida preparado por Katherine Kozak realizó un buen trabajo, destacando el Coro de pescadores a bocca chiusa, perfectamente empastado. Además del ya mencionado dúo de amor del primer acto, el intermezzo en la transición del acto segundo al tercero, ejecutado con exquisito gusto por el detalle, y la gradación de intensidad en el largo crescendo del final de la ópera fueron otros momentos de destacado lucimiento orquestal. 

[/cmsmasters_text][/cmsmasters_column][/cmsmasters_row]

Compartir: