Manon en Barcelona

Amina Edris (Manon) y Pene Pati (Des Grieux) en la producción de Olivier Py en el Liceu de Barcelona © David Ruano

Abril 24 y 26, 2023. La gran obra de Jules Massenet volvió luego de una larga pausa y las funciones fueron dedicadas a recordar el centenario del nacimiento de quien fuera su máxima intérprete en este y otros teatros, Victoria de los Ángeles. Se expuso asimismo uno de los vestidos que la soprano usó en 1956 y que da la exacta medida de lo que no tuvo la puesta en escena de Olivier Py, sin duda hombre de teatro de ideas y que a veces acierta en ópera, pero en otras no, y lamentablemente éste fue uno de esos casos: la recreación musical y del libreto de la obra del abate Prévost asume claramente una época precisa que no se entiende si se parte de una escena única donde parecemos estar en la peor parte del barrio rojo de Ámsterdam y donde la escena de Cours La Reine parece la de un cabaret pretencioso y de mal gusto. 

Los bailarines que asumen indistintamente papeles de comparsa (a veces disfrazados de animales), de bailarines de la Opéra de Paris (una escena farsesca como muchas otras en la que hay que concluir que el buen Guillot era un avaro y quería lucirse ante Manon con un espectáculo ínfimo), y si no son cabalgados por señoras desnudas mientras los clientes (entre los cuales está Lescaut y sus amigos) orinan contra las paredes presuntamente por el exceso de bebidas. Ya al llegar Manon y cambiarse de vestido en público y rechazar a un Guillot en calzoncillos, estamos ante el ridículo y la deformación más completos. 

«Al llegar Manon y cambiarse de vestido en público y rechazar a un Guillot en calzoncillos, estamos ante el ridículo y la deformación más completos» © David Ruano

Si la última reposición había sido una buena producción de David McVicar, no se ve la necesidad de gastar el dinero en una nueva coproducción con Ginebra y París (la Opéra Comique).

Marc Minkowski ha intentado siempre ampliar su repertorio de partida (el barroco y primer clasicismo, que es lo que suele hacer mejor), con suerte distinta: muy buen Offenbach y Meyerbeer, pero otros, entre ellos Massenet, se le resisten. La orquesta sonó bien, pero demasiado gruesa, con tiempos excesivamente rápidos a veces e invariablemente fuerte. Solo en pocos momentos hubo un equilibrio ideal con la escena y un sonido refinado y poderoso al mismo tiempo. 

No pude ver a Nadine Sierra (tal vez próximamente) por una cuestión de enfermedades y el consecuente cambio de elenco (algo cada vez más normal y frecuente, aunque el público chille —y mal— cuando no es culpa de nadie). De modo que vi dos veces a Amina Edris, una cantante y actriz muy solvente, de timbre algo impersonal, decididamente una soprano lírico (y por tanto el extremo agudo resultó algo exigido, aun evitando los sobreagudos), más cómoda a partir de la escena de Saint-Sulpice. 

Sus dos Des Grieux fueron muy diferentes: Michael Fabiano tiene una voz bonita pero corta, incapaz de una verdadera mezza voce, tiene buena figura y se mueve bien. Pene Pati, marido de Edris en la vida real, es probablemente uno de los mejores tenores que hoy puedan desearse para este tipo de papeles, y aunque no puede competir en estampa con Fabiano, le gana por varios cuerpos en su dominio de técnica y estilo y en extensión; es, además, ágil, y muy convincente en su interpretación (sus dos arias fueron lo más aplaudido de la velada, mientras el sueño de Fabiano pasó, por ejemplo, en silencio). 

De los dos Lescaut, más dominio idiomático tuvo Alexandre Duhamel, pero Jarrett Ott dio más el tipo vocal y escénico, aunque tiende a abrir el grave. Inversamente, el Conde Des Grieux de Laurent Naouri, si dio señales de fatiga vocal fue un maestro de la expresividad, justo lo contrario de Jean-Vincent Blott, más joven y de mejor timbre, pero absolutamente monótono en el fraseo e impreciso en algún ataque. 

Bien el Guillot más cómico que perverso de Albert Casals, correcto Tomeu Bibiloni (De Bretigny) y los demás entre quienes destacaron las tres (aquí) prostitutas encarnadas por Inés Ballesteros, Anna Tobella y Anaïs Masllorens (Poussette, Javote y Rosette, respectivamente). 

Bien el coro preparado como siempre por Pablo Assante. La asistencia variaba de una función a otra y los aplausos en general se oían con más fuerza al final salvo la excepción señalada.

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