Norma en Como

Antonio Corianò (Pollione) y Martina Grescia (Norma) en el Teatro Sociale di Como © Umberto Favretto

Octubre 14, 2022. Inaugurado en agosto de 1813 con la ópera Adriano in Siria del hoy desconocido compositor portugués Marco Portogallo (1761-1830), el Teatro Sociale di Como es una más de las innumerables joyas arquitectónicas construidas como teatros en Italia que, por lo que se observa, continúan siendo un punto de encuentro y de vida social. Por su cercanía con la ciudad de Milán, fue el teatro alterno utilizado para albergar las producciones del Teatro alla Scala que durante 1944 había sufrido daños durante la Segunda Guerra Mundial.

El teatro que hoy pertenece a la red de teatros de OperaLombardia, que agrupa a cinco teatros solo de esa región del norte de Italia, que coproducen y se comparten los mismos títulos y elencos. Así, le llegó su turno a Como de ofrecer Norma, la tragedia lírica en dos actos con música de Vincenzo Bellini. La obra se caracteriza por sus tintes oscuros y amargos contrastes, tanto en la música como en su argumento, situando en el centro de la acción la figura femenina de Norma, personaje recreado con fuerza y carácter que atraviesa por diferentes facetas. 

Es precisamente sobre sobre este enfoque alrededor del cual la directora escénica veneciana Elena Barbalich elaboró su idea escénica, primero situándola en un lugar y tiempo abstractos, en un montaje atemporal, que a decir por los modernos vestuarios e innovadoras y sobrias escenografías creadas por Tommasso Lagattolla, se trataba de un mundo ficticio, imaginario, incluso cósmico. El montaje, recubierto por la brillante y e imaginativa iluminación de Marco Giusti, que con un cambiante y atractivo juego de claroscuros, e intensos rojos y azules, logró captar diferentes estados emotivos por los que atraviesan los personajes en escena: tensión, zozobra, dramatismo. El montaje puede ser discutible en su concepción, quizás algo estática por momentos, pero no obstaculizó ni incidió en el espectáculo, y Barbalich se mantuvo firme a su visión, que es en realidad la de la protagonista y eje central de la trama. 

La soprano Martina Grescia convenció por su canto y actuación en el exigente papel de Norma, ya que posee una voz con cuerpo, densidad y la agilidad suficiente para cumplir con las exigencias que le impone el personaje y la partitura. El papel de Pollione fue cantado por el tenor Antonio Corianò, sin duda un intérprete de evidentes cualidades vocales, aunque no enfocado en el bel canto, ya que en ocasiones careció de refinamiento, estilo y color, apostando más por el brío y la fuerza. 

Una grata impresión dejó la mezzosoprano rusa Veta Pilipenko como Adalgisa, por su porte y presencia escénica, y por la voz tersa, sombría y bien gestionada en la proyección y en la articulación del texto que exhibió. El experimentado bajo Alessandro Spina ofreció un notable Oroveso, sobresaliente en su canto y actuación, a pesar de la innecesaria máscara que fue parte de su vestuario. Los papeles menores tuvieron a interpretes competentes como Benedetta Mazzetto como Clotilde y Raffaelle Feo como Flavio. 

El coro OperaLombardia, que se situó en la parte trasera y lateral del escenario, en las diferentes escenas que fue requerido, mostró uniformidad y un buen desempeño, bajo la dirección de Massimo Fiocchi Malaspina. En el podio, y al frente de la orquesta I Pommeriggi Musicale di Milano, el maestro Alessandro Bonato ofreció una lectura que se puede describir como refinada, transparente y elegante, extrayendo colores y matices de los instrumentistas, atento al detalle, con los que fue labrando y desde el inicio la partitura y el drama. 

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