?? Orfeo ed Euridice en Buenos Aires

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Escena de Orfeo ed Euridice en el Teatro Colón © Arnaldo Colombaroli

Noviembre 8, 2019. Con nueva puesta en escena regresó al escenario del Teatro Colón esta ópera de Christoph Willibald Gluck en una versión sin nada para destacar. El contratenor Daniel Taylor como Orfeo mostró un volumen pequeño, carente de graves, poca expresividad y fraseo rutinario. Solo su momento más importante (‘Che farò senza Euridice’), cantado casi al borde del foso orquestal, tuvo algún rasgo de calidad. Marisú Pavón fue una Euridice que sin descollar cumplió con los requerimientos de la parte; mientras que la soprano canadiense Ellen McAtter fue un correcto Amor.

Manuel Coves en la dirección musical no pasó de la discreta medianía, obteniendo una respuesta profesional por parte de la Orquesta Estable. El Coro —relegado y escondido en el foso— cumplió su cometido con dignidad.

Carlos Trusnky remarcó en su puesta las partes coreográficas por sobre la actuación y el canto, por lo que la obra se presentó casi como un ballet cantado. A su vez, Trunsky cambió deliberadamente el final de la obra: Eurídice elige y decide dejar a Orfeo retirándose hacia atrás con Perséfone y con uno de los bailarines.

El vestuario de Jorge López es ecléctico con toques contemporáneos. La escenografía de Carmen Auzmendi presenta a la ruidosa plataforma giratoria con muros y escaleras que no conducen a ningún lado, telones negros y líneas geométricas. La primaria iluminación de Rubén Conde solo sirvió para acentuar el tedio producido por una escenografía negra y sin matices.

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