Orlando furioso en París

Mayo 25, 2023. En versión de concierto, pero mucho más interesante y acertada que la del día anterior (L’incoronazione di Poppea, de Claudio Monteverdi) en el Théâtre des Champs-Elysées, este Orlando furioso de Antonio Vivaldi contó con más público y más aplausos tanto durante la representación como al final. 

El Ensemble Vocal Lili Boulanger como coro tuvo una breve pero feliz intervención hacia el final de la ópera, una de las más conocidas y bellas del “prete rosso” con importantes grabaciones (la más conocida con Marilyn Horne, Victoria de los Ángeles, Lucia Valentini-Terrani, Lajos Kozma, Sesto Bruscantini y Nicola Zaccaria, con los Solisti Veneti dirigidos por Claudio Scimone). Se ofreció en forma muy completa bajo la inspirada y vital batuta de Jean-Christophe Spinosi (llegó a interactuar con los cantantes) al frente del conocido y excelente Ensemble Matheus. 

Los intérpretes también se movieron, y muy bien, aunque no he logrado saber si había alguien que unificara todo. Es cierto que, como algunos de los cantantes tienen una personalidad muy marcada, es probable que al menos ellos tomaran las riendas por su cuenta. Carlo Vistoli ofreció justo lo que se necesita para el rol del protagonista: voz homogénea, bella, con un grave digno de ese nombre y un agudo natural y sin esfuerzos. Fue, además, un placer oír sus recitativos y su articulación y seguir sus evoluciones en escena.

Spinosi recordó ante las ovaciones finales que en la edición anterior de hace años Orlando había sido interpretado por Marie-Nicole Lemieux, a quien había conseguido convencer —no sin alguna dificultad— de encarnar esta vez a la maga Alcina. La contralto canadiense, siempre pletórica, obtuvo un triunfo personal tanto en las arias de furor como en las melancólicas o líricas (tal vez algunas agilidades se hayan debido más a la fuerza de la interpretación que a la técnica en sí, pero no se trata de un reparo sino de una observación). 

Filippo Mineccia no tendrá una voz tan bella como Vistoli, ni su juventud, pero por lo demás es digno “rival” en cuanto a técnica, estilo, y si no hay una total igualdad entre sus registros, utiliza la voz imaginativamente para caracterizar a su Ruggiero. Veterano con tablas y calidad sonora, el bajo Luigi De Donato fue un lujo como Astolfo. Margherita Maria Sala fue una buena Bradamante, muy atenta a la batuta del director (tuvo alguna incertidumbre) y seguramente cuando adquiera más experiencia dará de qué hablar. Ana Maria Labin demostró tener una buena técnica, pero su voz es pequeña e impersonal, y su Angelica no fue lo más impactante de la velada, aunque no desmereció. Su amante Medoro fue encarnado por una voz que aún debe afianzarse en la emisión del agudo, Adèle Charvet (que debutó la parte).

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