Piotr Beczała en Buenos Aires 

Piotr Beczala debutó en Buenos Aires con un recital a piano © Liliana Morsia

Mayo 7, 2022. En un país como Argentina, en el cual las instituciones culturales no tienen continuidad, es un verdadero milagro que el Mozarteum Argentino festeje este año su aniversario 70 con una temporada de siete conciertos que ha sido más que auspicioso. Las actividades de la institución también incluyen un ciclo de 14 conciertos gratuitos entre abril y noviembre en horas del mediodía, además de un programa de becas y actividades del Mozarteum Joven.

Programado originalmente para noviembre de 2020, el debut en Argentina del tenor polaco Piotr Beczała tuvo que ser reprogramado por la pandemia en varias ocasiones hasta que finalmente se estableció para iniciar la temporada 2022 y abrir los festejos del 70 aniversario.

Beczała ofreció un recital de rara perfección, mostrando un abanico de su repertorio: cantó en seis idiomas diferentes (italiano, polaco, ruso, francés, alemán y napolitano). En todo momento brilló por su línea de canto, la homogeneidad en el registro y su potente timbre bellamente tenoril. Sin duda es una de las grandes estrellas del momento que revalida sus laureles dentro del escenario.

Comenzó con el Duque de Mantua de Rigoletto de Verdi con la balada ‘Questa o quella’ vertida con elegancia. Su voz inundó la sala provocando la primera ovación de la noche. Prosiguió con la irónica aria de Riccardo ‘Di’ tu se fedele’ de Un ballo in maschera; cautivó con la canción napolitana Mattinata de Leoncavallo; acometió con gran ardor ‘Quando le sere al placido’ de Luisa Miller; y brindó una lección de buen gusto con el ‘Ah, si ben mio’ de Il trovatore.

A continuación entonó tres canciones de Tosti —L’ultima canzone, Chi sei tu che mi parli e Ideale— cantadas con pasión. Para acabar la primera parte Beczała cantó un fragmento casi desconocido de su connacional Stanisław Moniuszko: el aria del tenor (Stefan) ‘z Kurantem’ de la ópera Straszny Dwór (La casa embrujada). Escena larga, de gran dificultad y bellísima que el tenor interpretó con entrega y elegancia.

Camillo Radicke en el piano ofreció en esta primera parte, como también en la segunda y en los bises o propias, una verdadera lección de acompañamiento. La digitación justa, el volumen exacto y el estilo perfecto en cada pieza.

La segunda parte inició con tres canciones de Stefano Donaudy —Vaghissima sembianza, Freschi luoghi, prati aulenti y O del mio amato ben— para seguir con cuatro de Rajmáninov. En las seis obras el tenor convenció de principio a fin.

Las cuatro obras que dieron fin al recital de Beczała fueron vertidas de manera tan admirable que electrizaron a la audiencia, por la convicción y entrega dramática del tenor. Así pasaron el aria de Lenski ‘Kuda, kuda’ de Eugenio Oneguin de Chaikovski; el aria de Romeo ‘Ah! Leve-toi, soleil!’ de Roméo et Juliette de Gounod y los dos emblemáticos momentos tenoriles de Tosca de Puccini: ‘Recondita armonia’ y ‘E lucevan le stelle’.

Sin que queden demasiados adjetivos para calificar un recital memorable, a pedido de las ovaciones del público el tenor se prodigó con seis bises o propinas. Así pasaron ‘Pourquoi me réveiller’ de Werther de Massenet; ‘La fleur que tu m’avais jetée’, el aria de Don José en Carmen de Bizet; Core ‘ngrato de Salvatore Cardillo, ‘Dein ist mein ganzes Herz’ (‘Tuyo es mi corazón’) de la opereta Das Land des Lächelns (El país de las sonrisas) de Lehár, la canción de Richard Strauss ‘Zueignung’ (‘Dedicatoria’), para terminar con la canción del compositor polaco Mieczysław Karłowicz ‘Pamiętam ciche jasne złote dnie’ (‘Recuerdo aquellos días, brillantes y dorados’) y un pianísimo final de apabullante perfección.

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