?? Platée en concierto en Barcelona

Platée de Rameau en Barcelona © Antoni Bofill

Febrero 3, 2021. Aunque en forma de concierto (se notó poco por los movimientos y en algún caso el vestuario de los intérpretes) por fin Barcelona y el Liceu conocieron esa obra maestra del Barroco francés que es Platée de Rameau, cuyo argumento hace reír hasta que la risa se queda congelada en la boca, con esa estúpida ninfa madura burlada sin piedad por dioses y humanos. 

Esta función única fue una ocasión excepcional para que William Christie y su formación (coro y orquesta) Les Arts Florissants no solo se luciera como sabe y puede, sino para quebrar una lanza a favor de un repertorio aquí casi desconocido y por lo mismo nada amado (la presencia de muchos jóvenes al tiempo que algunos abonados dormían plácidamente y se daban a la fuga tras la pausa parece indicar que los tiempos están maduros para un cambio).

Yo he tenido suerte con este título y siempre lo he visto (una sola y genial producción de Pelly) de la mano de Marc Minkowski. Esta fue una lectura algo diferente (más seria y también más profunda), y basta con escuchar los primeros compases para quedar zambullidos de pleno en este mundo. Pensar que era una ópera-ballet, no hay bailarines, y casi ni se nota. No voy a gastar espacio en alabar al grupo y su director. Creen tanto y con tanto entusiasmo en lo que hacen que para Christie no parecen pasar los años.

Es cierto que últimamente algunos de los solistas no suelen ser tan adecuados (en lo vocal) como otras veces, pero lo suplen justamente dando todo lo que tienen y algo más con total convicción. Y si Padraic Rowan tiene mucho que mejorar como Sátiro en el prólogo, su Momo del resto de la ópera es atendible. Del mismo modo, no se puede decir que los instrumentos de Sebastian Monti (Tespis) o Enguerrand de Hys (Mercurio) sean importantes, pero los usan bien y con técnica y estilo ajustados. La Juno de Juliette Perret es un tanto anónima, pero cumplió; mientras que un punto por encima se situaron la Talía de Virginie Thomas y el Amor y la confidente Clarine de Emmanuelle de Negri. Marc Mauillon es notable aunque tiende a la hiperactuación (Momo en el prólogo y Citerón). Edwin Crossley-Mercer fue un excelente Júpiter, como todo lo que suele hacer este distinguido barítono. 

Pero la noche fue de dos nombres: en sus escenas (no muchas) la Locura de Jeanine De Bique (bellísima y talentosísima actriz) obtuvo los aplausos cerrados del público también por la dificultad de su parte (homenaje y/o parodia de la ópera italiana contemporánea); y aunque durante la función despertó risas, la ovación final fue para la genial interpretación que de Platea hizo el tenor Marcel Beekman, que simplemente parece que nació para la parte, con la combinación justa de ridiculez, infatuación, soledad, indefensión y desesperación que hicieron de este personaje una de las ‘joyas’ del repertorio. 

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