?? Roméo et Juliette en Milán

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Frère Laurent (Nicolas Testé) desposa a Roméo (Vittorio Grigolo) y Juliette (Diana Damrau) en la Scala

Enero 26, 2020. Romeo y Julieta, la obra maestra “shakesperiana” de Charles Gounod ha sido representada muy pocas veces en el Teatro alla Scala de Milán. Por ello es verdaderamente sorprendente descubrir que la primera ocasión en que esta obra se escenificó en su versión original en lengua francesa ocurrió hace apenas nueve años.

Fue precisamente esta misma producción la que fue repuesta en la temporada actual: un montaje de Barlett Sher que nació para la Felsenreitschule de Salzburgo y que fue adaptado al escenario milanés. Desafortunadamente, ese fue el punto débil de la función: la dirección escénica de Sher, que presentó un espectáculo polvoriento tanto por su concepción escenográfica como por su construcción de los personajes, cargada de clichés.

Más interesante fue la parte musical, comenzando por el voluntarioso Roméo de Vittorio Grigolo. A pesar de una indisposición anunciada antes del inicio de la función, el tenor italiano cantó como acostumbra, sin guardarse nada y con ímpetu y pasión, delineando un Roméo siempre creíble, arrogante, pero sobre todo enamorado. Su voz se expandió con naturaleza en la sala del Piermarini, a pesar de que su fraseo no estuvo muy matizado. La Juliette de Diana Damrau gustó mucho, sobre todo por su registro agudo, en el que la soprano alemana pudo presumir una línea de canto ágil y segura. En el centro, la voz desafinó por momentos, lo cual no incidió sin embargo en una prestación muy aplaudida por el público. 

Alrededor de los dos enamorados protagonistas giró una multitud de personajes cuya individualización musical y dramatúrgica causa dificultad de retener en la memoria. Sin embargo, se puede mencionar al seguro y bien timbrado Frère Laurent de Nicolas Testè, el arrogante Tybalt de Ruzil Gatin, el simpático y extrovertido Mercutio de Mattia Olivieri y la Gertrude demasiado caricaturesca (por culpa del director de escena) de Sara Mingardo. Frédéric Caton fue un Capuleto suficientemente seguro y agradable; y bien definido en su intervención del tercer acto estuvo el Stéphano de Marina Viotti. 

La orquesta fue dirigida con relativa seguridad por Lorenzo Viotti. El joven director italo-francés nacido en Lausana puso en evidencia un notable paso teatral y una vibrante interpretación del fraseo, con cierto cuidado por los colores. Como siempre, muy apreciada la participación del coro scaligero.

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