Wagner épique en Joliette

Christine Goerke y Brandon Jovanovich en el concierto Wagner épique, bajo la dirección de Yannick Nézet-Seguin © Annie Bigras

Agosto 6, 2022. En la recta final de una temporada de gran brillo, el Festival de Lanaudière tiró la casa por la ventana presentando un concierto que bajo el título de “Wagner épico” reunió la suite orquestal de la ópera Pelléas et Mélisande de Claude Debussy y el primer acto de la ópera Die Walküre de Richard Wagner. 

Tanto el compositor alemán Wagner como el francés Debussy, ambos tuvieron la audacia de abandonar las normas musicales vigentes en su tiempo para inaugurar una nueva forma de componer música. En su comienzo admirador del genio wagneriano, Debussy se sumó a la idea de fusionar la música al texto, imprimiéndole posteriormente una impronta propia. La selección del programa buscó poner de relieve la significativa influencia de Wagner sobre Debussy y de la búsqueda de ambos compositores por la perpetua fusión entre música y texto. Asimismo, pueden encontrarse ciertas coincidencias entre las tramas de ambas óperas: un triángulo amoroso y una verdad oculta que no tardará en salir a la luz. 

Compuesta a partir de los interludios y los preludios de los cinco actos de Pelléas et Mélisande, la suite orquestal, elaborada por el director musical Erich Leindorf, permitió por un lado escuchar la música de Debussy en forma de concierto; y por el otro, disfrutar del excelente rendimiento sonoro de la orquesta metropolitana, prestigiosa agrupación musical montrealesa, de la cual el director de orquesta Yannick Nézet-Seguin, en una noche de gran inspiración, extrajo un sonido muy elaborado, de infinitos colores y texturas, así como de variada paleta expresiva. 

Ya en territorio wagneriano, el director canadiense mostró un dominio absoluto de la partitura, brindando una dirección sin caídas de tensión, de enorme variedad de matices, de nítidas articulaciones y de tiempos siempre justos y precisos. El tratamiento de las cuerdas en el leitmotiv del amor de los gemelos, seguramente será recordado como uno de los momentos más sublimes de una dirección memorable. 

El elenco vocal reunió algunos de los más importantes cantantes wagnerianos de la actualidad. Con una voz vigorosa, un timbre seductor y un fraseo sonado, al tenor Brandon Jovanovich se le escuchó cómodo en toda la extensión de la parte de Siegmund, personaje al que concibió con una virilidad desbordante, con las dosis justas de romanticismo y heroísmo, y traduciendo magistralmente en su voz tanto la emoción como el coraje del malogrado gemelo velsungo. 

Contenida en el inicio y con todo candor a medida que avanzó la noche, Christine Goerke fue una Sieglinde de altos vuelos, que brilló a más no poder gracias a una voz de gran solidez en todo el registro, un rico esmalte y una línea homogénea que condujo con solvencia y a la que cinceló con una enorme variedad de recursos expresivos. 

Difícil imaginar un Hunding mejor cantado que el del bajo alemán Franz-Josef Selig quien, con una voz oscura, inmensa y profunda, retrató con contundente autoridad un marido despechado, violento y aterrador. Ovaciones interminables para los intérpretes y un gran triunfo para el tradicional festival veraniego. 

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