El caso de Amadeus: La leyenda negra de Salieri

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El pasado sábado 12 de septiembre de 2020 tuve el gusto y el honor de participar en una mesa redonda integrada por Luis Gutiérrez Ruvalcaba, José Noé Mercado, Héctor López Bello y, como moderador, Charles Oppenheim en el ciclo virtual de Pro Ópera, Ópera y Cine, en el que comentamos desde varias aristas el caso de Amadeus, de Miloš Forman, estrenada en 1984. ¿Por qué Amadeus?

Si bien la mayoría de las películas emplean por lo general música de fondo, la música clásica y la ópera es un sector, digamos, especial, del séptimo arte, en el que podemos encontrar óperas en formato cinematográfico, películas basadas en temas operísticos, biografías de compositores llevadas al cine, filmes con escenas operísticas, óperas grabadas directamente en el teatro donde se representaron por primera vez, y otras variantes. Amadeus es una cinta que combina magistralmente varias artes y Bellas Artes: además del cine mismo, la música, la danza, la literatura… ¡y por supuesto la ópera! Junto con estos elementos conviven el amor, el drama, la tragedia, las calumnias, los celos profesionales, el odio, la amargura, la comedia y la muerte.

Wolfgang Amadeus Mozart fue un genio que en vida disfrutó del éxito derivado de la excelsa música que componía, pero no alcanzó la fama que sí tuvieron otros compositores de su tiempo, pues solamente vivió 35 años; su efímera existencia logró trascender con sus sinfonías, conciertos, serenatas y las óperas que legó a la humanidad, logrando colocarse en el pináculo absoluto del genio musical. 

Antonio Salieri (1750-1824), por Joseph Willibrord Mähler

Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)

Los compositores contemporáneos de Mozart —como Johann Christian Bach, Domenico Cimarosa, Christoph Willibald Gluck y Joseph Haydn— tuvieron un brillo especial cada uno, pero había un compositor italiano que pasó gran parte de su vida en la corte de Viena y que, para los años en los que el joven Mozart se asentó en la capital del imperio: Antonio Salieri, quien era maestro-compositor de la corte de José II, emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, y quien contaba con un prestigio ganado a pulso gracias a su música, a sus óperas.

Desde su estreno en 1984, Amadeus se encargó de perpetuar la “leyenda negra” de que Antonio Salieri habría envenenado a Mozart; algo que no le hizo mucho bien al legado musical del compositor italiano, un músico de una talla elevadísima. Al mencionar su nombre, la mayoría de la gente solamente exclama: “¡Ah, fue el asesino de Mozart!”, por ello, es necesario ofrecer una semblanza de su vida.

Salieri nació en Legnago, República de Venecia, en 1750, y llegó a ser compositor de la corte y maestro de capilla y teatro. Fue apreciado, célebre, influyente y afortunado, sobre todo como compositor de óperas. Se casó con Teresa Helferstofer y tuvo varios hijos con ella, aunque después de la guerra napoleónica no volvió a saber de ellos.

Al contrario de lo que se sugiere en la película, Salieri no era un compositor mediocre, ¡ni mucho menos! Bajo el tutelaje de Florian Gassmann, Salieri recibió una educación de excelencia y fue presentado a tres personas que tuvieron gran influencia en su carrera: el emperador José II, quien lo empleó como músico de cámara, el poeta Pietro Metastasio y el compositor Christoph Willibald Gluck.

Así, pues, Salieri fue un influyente músico en Viena y, para la época en que Mozart llegó a la ciudad, ya era exitoso. Sus coetáneos lo describen como una persona amable y complaciente: no como el tipo odioso y vengativo de Amadeus, a quien se termina por detestar.

Baste ver la lista de sus alumnos y su cuantiosa producción musical para cambiar de idea. El trabajo de este compositor nos dice mucho: recordemos la frase “por sus frutos los conoceréis”. No obstante, el gran público lo conoce como el villano retratado magistralmente por F. Murray Abraham en la película de Forman, pues siempre se le ha acusado de un crimen que no cometió… o sea, de una vil calumnia que ha perdurado ¡por doscientos años! [Ver El barbero de Sevilla y ‘La calunnia’, marzo-abril, 2020]

Salieri compuso ¡39 óperas!, conciertos, sinfonías, serenatas y música sacra. Además, se dedicó a la enseñanza y tuvo entre sus alumnos a Ludwig van Beethoven, Franz Schubert, Franz Xaver Mozart (el hijo menor de Wolfgang), Franz Liszt y Caterina Cavalieri (personificada en la película por la actriz Christine Ebersole). Por cierto, Cavalieri no era italiana sino austriaca (su nombre era Katherina Cavalier), nació en Viena y cantó tanto en óperas tanto de Salieri como de Mozart.

La leyenda
La versión del envenenamiento de Mozart perpetrado por Salieri (quien le sobrevivió durante casi un cuarto de siglo) se basa en una tradición espuria, un cuento realmente sensacionalista, según la cual Salieri se inculpó en su lecho de muerte, ciego y aquejado de demencia senil: la conseja ha sido descrita (y refutada) por Elena Biggi Parodi, autora del Catalogo tematico delle opere teatrali di Antonio Salieri.

Lo más probable es que Mozart haya fallecido a consecuencia de un problema renal provocado por una infección pulmonar y complicado por fiebres reumáticas. Hinchado por la retención de líquido y con un elevado síndrome febril, paralizado de medio cuerpo, Mozart deliraba en sus últimos días: al parecer, estaba convencido de haber sido envenenado con acqua toffana (una solución de arsénico y cantáridas), según lo publicado por Mary Novello (la hermana de Vincent Novello, importante editor musical) en A Mozart pilgrimage (1829) después de una entrevista con Franz Xaver, el hijo menor de Mozart.

Según este relato, Mozart creía haber sido envenenado por el misterioso personaje que le había encargado el Réquiem, o quizá por el propio Salieri (cosas que el joven Franz Xaver Mozart negaba categóricamente).

Nicolái Rimski-Kórsakov (1844-1908), por Valentín Serow

Alexander Púshkin (1799-1837), por Orest Kiprensky

Los rumores llegaron al escritor y poeta ruso Alexander Púshkin, quien escribió el drama poético Mozart y Salieri, publicado en 1832. El relato que hace Pushkin implica una trama bien sencilla: un hombre, llamémosle Antonio Salieri, absorto en su monólogo, reflexiona en torno a la justicia. Otro hombre, llamado Mozart, acude a él para enseñarle una piececilla que Salieri juzga como «la obra de un dios». Acuerdan comer juntos, y durante la espera, Salieri toma la decisión de envenenar a Mozart. Al clavecín, Mozart interpreta un fragmento del Réquiem que ha hecho por encargo de un desconocido vestido de negro. Salieri llora conmovido. Mozart se despide, desmejorado, mientras el italiano le desea sueño eterno. 

Posteriormente, el compositor ruso Nicolái Rimski-Kórsakov, en 1898, escribió la ópera Mozart y Salieri,poco representada hoy y basada en la obra de Púshkin, siguiendo la leyenda de que Salieri envenenó a Mozart por celos a la música del genio de Salzburgo.

Después, en 1979, el escritor inglés Peter Schaffer estrenó la multipremiada obra de teatro Amadeus, igualmente basada en la obra de Púshkin, que se estrenó en Londres y llegó luego a Broadway. La narración corre a cargo del personaje de Salieri dirigiéndose al público.

Al director checo Miloš Forman le entusiasmó la idea de hacer una película tomando como base el trabajo de Schaffer, quien hizo con él  la adaptación para el guión cinematográfico.

La película de 1984 sigue, pues, la trama de Púshkin/Rimski-Kórsakov, presentando a Antonio Salieri como el villano que supuestamente, por celos profesionales, impedía triunfar a Mozart en Viena, aunque reconociendo, eso sí, su genialidad. La película obtuvo ocho premios Oscar (los de mejor director, mejor película, mejor actor, mejor guión adaptado, mejor dirección artística, mejor diseño de vestuario, mejor maquillaje y mejor sonido), cuatro premios BAFTA, cuatro Globos de Oro y un premio del Sindicato de Directores. Es una producción realmente impresionante.

En la primera escena del filme, escuchamos en off unos gritos angustiosos de Salieri, ya anciano y muy enfermo, encerrado en una habitación y, como habrá de verse en la siguiente escena, intentando suicidarse, proclamando: “¡Mozart, perdóname!”

Pero no se aprecia en ningún momento de la película que Salieri suministre veneno a Mozart, ni siquiera cuando en su lecho de muerte está dictándole (supuestamente) el Réquiem. [En realidad, según varios de sus biógrafos, Mozart dictó en su lecho de muerte a su discípulo Franz Xaver Süssmayr los ocho primeros compases del ‘Lacrimosa’, dejando instrucciones para que lo concluyera, junto con las otras partes de la misa que faltaban (‘Offertorium’, ‘Sanctus’, ‘Agnus Dei’, ‘Communio: Lux Aeterna’).] En la película, a diferencia de lo que se ve en la obra de teatro, Salieri le narra la historia a un sacerdote. 

Hay sentimientos y pensamientos encontrados cuando hacemos alusión a esta película, porque a partir de ella la leyenda negra de que Salieri envenenó a Mozart se acentuó, dejando en el imaginario popular esa versión, pues el cine, como sabemos, tiene una penetración muy poderosa en las mentes de los espectadores. Y digo que son pensamientos y sentimientos encontrados porque volvemos a ver la película una y otra vez y encontramos cierta fascinación por algunos detalles artísticos: de actuación, de vestuario, de ambientación, y en verdad es una producción notable, con un sonido maravilloso de la música de Mozart, como uno de los protagonistas destacados, ya que tuvo ni más ni menos que a sir Neville Marriner como director musical de la banda sonora. Son detalles que no pasan desapercibidos para el cinéfilo, pero, para el común de las personas que no están familiarizadas en cuestión de música y ópera, persiste el mito del envenenamiento.

En la película quedan bastante bien retratados algunos rasgos de Mozart y Salieri, como el carácter sarcástico del compositor italiano, o la anécdota de que el emperador José II le dijo a Mozart que su partitura tenía “demasiadas notas”. Pero lo que no es verídico en la película es la escena en donde, ebrio, Mozart se mofa frente al cuadro de su padre, a quien tenía en segundo lugar, por debajo solamente de Dios.

El resultado de este experimento cinematográfico de Miloš Forman a partir de la obra de Peter Schaffer, en mi opinión, pinta un cuadro tragicómico de la persona de Mozart que no le hace mucha justicia a todo su legado musical y operístico, y que describe a un sádico y envidioso Antonio Salieri a quien tampoco le hace honor ; ni a él ni a su gran legado musical. Aun así, paradójicamente, la película sirvió para dar a conocer más a este compositor, lo que llevó a la aparición de varias grabaciones de sus obras.

Encuentros
Al parecer, Mozart había tenido un encuentro no muy afortunado con Salieri ya en 1781, cuando este último fue elegido en su lugar como profesor de canto y de piano de la princesa Isabel de Wurtemberg. La elección era lógica: Salieri era un profesor prestigiosísimo, con trayectoria, honorable y que estaba muy asentado desde el punto de vista profesional.

Otro contacto conocido entre ellos fue la representación de la ópera bufa de Salieri, Prima la música e poi le parole, junto con Der Schauspieldirektor, de Mozart, en el Palacio de Schönbrunn el 7 de febrero de 1786 en una doble función en la que el público votaría por la obra que más le gustara. Y ganó la del italiano.

Nancy Storace (1765-1817), por Michael William Sharp

Caterina Cavalieri 1755-1801

Por otra parte, Mozart y Salieri llegaron a trabajar juntos, con un compositor de apellido Cornetti (probablemente, Alessandro Cornetti, profesor de canto activo en Viena en aquella época), componiendo al alimón una la cantata Per la ricuperata salute di Ofelia para la soprano inglesa Nancy Storace. (Ofelia es el nombre de la protagonista femenina de La grotta di Trofonio de Salieri, con libreto de Lorenzo da Ponte.) Storace, que luego sería la primera Susanna de Le nozze di Figaro (y con quien el salzburgués mantuvo, al parecer, un romance en los años de su estancia en Viena), había sufrido una afección de origen depresivo que la había dejado totalmente áfona en el verano de 1784 y que le duró casi cuatro meses. 

La cantata, compuesta en 1785 para celebrar que la soprano había recuperado la salud, fue descubierta en el Museo de Música de Praga en 2015 por el musicólogo alemán Timo Herrmann y se reestrenó en la Mozarthaus de Salzburgo en marzo de 2016. Luego, el 1 de septiembre de ese año, se presentó en la Iglesia del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, a través de la Asociación Cultural Antonio Salieri en España, por su presidente, Ernesto Monsalve-Álvarez, y la soprano Sara María Rodríguez:

Mozart, como en efecto se muestra en la película, compuso seis variaciones sobre ‘Mio caro Adone’, una de las arias más famosas de la ópera La fiera di Venezia de Salieri.

Por lo que se refiere a la mayoría de las óperas de Salieri, evidentemente no son representadas en los teatros como lo son las de Verdi, Puccini, Rossini o Donizetti. Sin embargo, las que sí llegan a presentarse —aunque no con tanta frecuencia— son Prima la musica e poi le parole, ópera bufa en un acto, y L’Europa riconosciuta, tan exitosa que sirvió para estrenar ni más ni menos que la Scala de Milán, el 3 de agosto de 1778.

En Amadeus se presenta un fragmento del finale de la ópera Axur, re d’Ormus (1788), versión italiana estrenada en Viena con libreto de Lorenzo da Ponte basado en la ópera Tarare (1787), también compuesta por Salieri pero para París, con un libreto del dramaturgo francés Auguste Caron de Beaumarchais. Axur fue encargada por el emperador José II para celebrar las bodas de su sobrino, el Archiduque Franz, futuro emperador de Austria.

Aquí está un fragmento de dicha ópera en la película, en el que canta el personaje llamado Aspasia. (En realidad, Caterina Cavalieri no cantó en ese estreno  —como se muestra en Amadeus—; fue Luisa Laschi-Mombelli, una soprano italiana famosa en ese entonces por haber estrenado el rol de la Contessa en Le nozze di Figaro.)

Cavalieri sí interpretó para Salieri el rol de Nannette en el estreno de Der Rauchfangkehrer (1781), pero para Mozart estrenó el rol de Konstanze en Die Entführung aus del Serail (1782), fue también una de las solistas en el estreno de la cantata Davide penitente (1785), creó el rol de Mademoiselle Silberklang en Der Schauspieldirektor (1786) y fue Donna Elvira en el estreno de Don Giovanni en Viena, en 1788.

Axur, re d’Ormus, se interpretó en Viena no menos de un centenar de veces entre el año de su estreno y el inicio del siglo XIX. Aquí el fragmento final de esa ópera narrada en la película por Salieri:

Nunca alcanzó Mozart un éxito semejante en los teatros de la corte vienesa: Die Zauberflöte, su último y mayor éxito, fue estrenada en un teatro suburbial, el Theater auf der Wieden, y su autor no llegó a contemplar su triunfo definitivo, ya que falleció dos meses y cinco días después del estreno.

Ahora bien, ¿quién fue el enigmático sujeto que encargó a Mozart el Réquiem? No fue Salieri, como nos hacen creer en la película. En realidad el extraño personaje anónimo fue el mayordomo del conde Walsegg-Stuppach, cuya esposa había fallecido el 14 de febrero de 1791 a los 20 años de edad. Walsegg-Stuppach solía invertir ingentes sumas de dinero en veladas musicales para estrenar obras que anunciaba como suyas… En realidad las encargaba a otros compositores, luego copiaba las hojas, y finalmente añadía de su puño y letra la frase «composto del conte Walsegg«.

Epílogo
Hay información muy interesante extraída de cartas y referencias hechas por otros compositores a manera de anécdotas. Por ejemplo, una refiere que Salieri no tenía escrúpulos en decirle a sus amigos, a al muerte de Mozart, que “era una lástima que hubieran perdido a un genio tan grande, pero que era algo bueno para ellos que estuviera muerto, ya que, de haber vivido más, no ganarían un mendrugo de pan por sus composiciones”. 

Otra anécdota proviene del compositor checo Ignaz Moscheles, que fue su alumno: “Quise visitar al pobre Salieri, quien débil y enfermo, cerca ya de la muerte, pasaba sus días en el Hospital General de Viena. Nuestro contacto fue muy penoso porque su apariencia me impactó, hablaba en frases entrecortadas y tomaba aire a cada palabra. Al final de la entrevista me dijo: ‘Te puedo asegurar como hombre de honor que no hay verdad en el absurdo rumor —por supuesto que ya lo sabes— de que yo envenené a Mozart, pero no es cierto. Es pura maldad de la gente. Dile al mundo, querido Ignasz, que Antonio Salieri te lo dijo en su lecho de muerte’.”

*El autor es Doctor en Derecho por la Universidad Panamericana. Profesor universitario desde 1986. Autor de varios libros y ensayos sobre Justicia Alternativa, Ética y Derechos Humanos, Cine y Derecho, coautor del libro Otros Rostros de la Justicia. Vol. I. Ópera y Justicia, 2ª. Ed., México, 2020 (disponible en Amazon en su versión electrónica e impresa). Es colaborador de Pro Ópera desde 2010.

Bibliografía 

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