Akemi Endo: “Sin dudar y sin temor”

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Akemi Endo, primer lugar del Concurso de la Ópera de San Miguel 2020 © Agustín Valadez

Obtuvo el Primer Lugar y uno de los cinco Bavaria Project Prizes en la gran final del XII Concurso San Miguel celebrada el pasado 29 de febrero en el Teatro Ángela Peralta de aquella ciudad colonial guanajuatense. En el concierto de finalistas interpretó las arias ‘Grossmächtige Prinzessin’ de la ópera Ariadne auf Naxos de Richard Strauss y ‘Je veux vivre’ del Roméo et Juliette de Charles Gounod.

Su nombre, según Google, significa hermosa y brillante; y precisamente así lució su voz aquella noche en la que conquistó al jurado y al público de la competencia. Akemi Endo puede hacer pensar en una persona oriental, pero en realidad se trata de una chica originaria de la Ciudad de México. Tiene, eso sí, ascendencia japonesa por parte de su abuelo Kensaku Endo.

“Él llegó a México tras la Segunda Guerra Mundial. Mi abuela paterna era mexicana, así como mi familia materna, pero quisieron mantener la tradición de los nombres japoneses”, cuenta en entrevista para los lectores de Pro Ópera esta joven soprano que es una muestra más del talento de las nuevas generaciones líricas de nuestro país.

“Ha sido una experiencia maravillosa. Estuvimos trabajando toda la semana en el Programa Magistral con la coach vocal Arlene Shrut”, relata la cantante sobre su participación en San Miguel. “Además, todo el tiempo estuvieron presentes el maestro John Bills y los miembros del jurado, con quienes de igual forma tuvimos una sesión de career counseling previa a la final; por lo tanto, fue una semana de muchísimo trabajo y aprendizaje”, asegura la entrevistada.

Akemi también se confiesa genuinamente sorprendida por haber obtenido el primer lugar del certamen: “Esta es la primera vez que gano un concurso fuera de los concursos escolares, así que no puedo más que agradecer a la Ópera de San Miguel por la enorme labor que realiza año con año”.

¿Cómo te preparaste para la final? ¿Qué puedes comentarme sobre el nivel que percibiste en esta edición de la competencia y cuáles consideras que fueron tus cartas fuertes para lograr este buen resultado?
Principalmente las clases con la maestra Eugenia Garza y los coachings con Mitchel Casas; ambos siguieron muy de cerca mi preparación y estuvieron muy pendientes de mi desarrollo.

El nivel de mis compañeros fue muy alto. Desde que publicaron la lista de finalistas yo me sentí privilegiada por el simple hecho de formar parte de ese grupo, pues los conocía prácticamente a todos y eso me motivó a ir muy bien preparada, porque sabía que la competencia iba a estar muy reñida. Aprendí muchísimo de cada uno de ellos y tuve la oportunidad de entablar nuevos lazos de amistad.

Creo que la única que podría considerar como carta fuerte derivó de un golpe de suerte, ya que de las seis arias que pedían en la convocatoria, la que yo más deseaba cantar, y que sentía que más favorecía mis características vocales, era ‘Grossmächtige Prinzessin’ de Ariadne auf Naxos. Pero sabía que era difícil que la eligieran, principalmente por su duración (poco más de 11 minutos). No obstante, para mi sorpresa me enteré que de las dos arias que seleccionaron para la final una de ellas fue precisamente esa; y que además, tengo entendido, nunca antes se había cantado en una final en San Miguel, lo cual también podría pensar que resultó beneficioso.

La generación del EOBA 2018-2019

¿Puedes hablarme sobre tu estancia en el Estudio de la Ópera de Bellas Artes, del que formaste parte entre 2018 y 2019? Además de la formación en las aulas, de tu crecimiento, también tuviste diversas presentaciones en el país como parte del EOBA que incluso significaron debuts. Cuéntame de esa etapa en tu vida…
Haber sido seleccionada para formar parte del Estudio de la Ópera de Bellas Artes representó un cambio radical en mi formación como cantante solista. Antes de eso yo solo había tenido un acercamiento a la ópera de forma escolar, cantando algunas escenas y ensambles, pero por ejemplo nunca había cantado un rol completo. Y en el estudio tuve mi primera gran oportunidad, al debutar en la ópera cantando el rol de Sandrina en La finta giardiniera de Wolfgang Amadeus Mozart con la Orquesta de Cámara de Bellas Artes.

Recuerdo que la preparación fue muy dura. En ese sentido, el EOBA me ayudó a crecer y madurar muchísimo, no solo musicalmente, sino también en cuestión de carácter. Al principio fue muy arduo porque yo sentía que no tenía el nivel ni la experiencia para pertenecer a él. No estaba acostumbrada a un ritmo de trabajo tan acelerado; me comparaba constantemente y dudaba de mis capacidades todo el tiempo.

Afortunadamente, ninguno de mis maestros me permitió rendirme; ellos guiaron cada uno de mis pasos, y también tuve la dicha de tener grandes compañeros. Contar con su constante apoyo y darme cuenta de que realmente creían que podía hacerlo me motivó muchísimo y me hizo sacar el carácter y enfrentarme a todo ese mundo tan desconocido y nuevo para mí; a todas mis inseguridades y al miedo de equivocarme y arruinarlo todo.

Nunca voy a olvidar la sensación que tuve al empezar la primera función, pues me sentí muy diferente; me acuerdo muchísimo que hubo un par de errores o cosas que fallaron a la mera hora y que en ese momento las resolví sin dudar y sin temor; y pensé: “¡Wow, creo que sí sirvo para esto!” Fue una experiencia increíble, me divertí como nunca y le perdí el miedo a muchas cosas; principalmente a hacer el ridículo, que creo que era mi mayor temor. 

Enfrentarme a ese primer gran reto me dio valiosísimas herramientas que me ayudaron en todo lo vino después. El EOBA me hizo cumplir muchos sueños, entre ellos cantar en el Palacio de Bellas Artes junto a personalidades como Javier Camarena y posteriormente Ramón Vargas; en el Teatro del Bicentenario; en el Festival Internacional Cervantino; con la OFUNAM; viajar a Rusia y participar por primera vez en un concurso internacional; debutar el papel de la Reina de la Noche de Die Zauberflöte, rol que me impulsó a querer cantar ópera. Todo esto pude lograrlo gracias al EOBA y a la preparación que recibí durante estos dos años. 

Giannetta en L’elisir d’amore, 2018

En tu joven carrera has abordado roles de Mozart y de bel canto, además de repertorio sacro y de concierto. ¿Podrías ahondar sobre el tipo de soprano que eres y cuál es el repertorio que te apetece abordar de acuerdo a tus cualidades vocales?
Soy soprano lírico-ligero; más ligero que lírico aún. Tengo facilidad para las coloraturas y los sobreagudos, y por ahora mi repertorio se mueve en esas características. Me gusta mucho cantar Mozart y creo que se acomoda bien a mi voz; también los Donizetti y Bellini ligeros.

Recientemente tuve la oportunidad de debutar como la Reina de la Noche con la Camerata de Coahuila y creo que es un rol del que todavía tengo mucho qué aprender. Entre los roles que me gustaría cantar están Adina, Norina y Marie; creo que son papeles que me vienen bien. Y actualmente estoy estudiando Blonde de Die Entführung aus dem Serail y el Fauno de Ascanio in Alba.

Retomando tu participación en concursos de canto, también obtuviste resultados apreciables hace algunos años en el Francisco Araiza y el María Bonilla, los certámenes internos de la Facultad de Música, donde estudiaste. De frente ahora al triunfo obtenido en San Miguel de Allende y dejando atrás vivencias no tan afortunadas como la de la delegación de cantantes mexicanos que asistió a Sochi, Rusia, en 2019, ¿cómo puede asimilarse, desde tu punto de vista, la experiencia y el aprendizaje que se consigue a través de los concursos para el desarrollo de los jóvenes cantantes?
Creo que es muy importante como cantante joven el participar en todos los concursos posibles, pues son beneficiosos en muchísimas áreas. Además del estímulo económico (que es muy importante en la carrera de un cantante joven), también son una oportunidad para poner a prueba y fortalecer habilidades, temple, autocontrol o experiencia: y funcionan de igual forma para observar y aprender de los demás competidores.

Muchos concursos tienen premios especiales, que consisten en invitaciones a participar en producciones en diferentes teatros, en audiciones o en programas de verano, que pueden convertirse en un impulso hacia algo mayor. Además, la etapa de concursos en la vida de un cantante es relativamente corta; la edad límite en la mayoría de las convocatorias no rebasa los 30 años (sobre todo para las sopranos) y mientras más pronto uno empiece a participar en ese tipo de certámenes, mejor, pues también tienen un gran valor curricular. Asimismo, gracias a la tecnología, hoy en día, los concursos tienen mucho más impacto que antes; ahora la mayoría se transmiten en vivo, y eso representa una gran ventaja.

Ya que vamos hacia atrás en tu trayectoria, ¿puedes contar a los lectores cómo descubriste tu voz y tu interés por la música?
Empecé a cantar desde pequeña en el coro de la iglesia y de la escuela, en primaria y secundaria. Me gustaba mucho cantar, pero lo hacía cuando nadie me veía porque me daba mucha pena. Desde chica me gustó mucho el rock en inglés y, en la prepa, me encantaba el heavy metal; después conocí el metal sinfónico y esa fue la primera vez que tuve un acercamiento a la música clásica, escuchando un cover en versión metal del aria ‘Der Hölle Rache’.

Nunca había escuchado algo así y llamó mi atención de inmediato, pues descubrí que eso se llamaba música clásica y dije “yo quiero hacer eso”. Así que empecé a tomar clases de violín; ya tenía casi 18 años y no sabía nada, pero pronto entendí que ya era muy tarde para convertirme en violinista y, además, no tenía mucha vocación. Pero estudiando violín me recomendaron tomar clases de canto como complemento y así descubrí que no sólo podía afinar, sino que también tenía voz. Cambié el violín por el canto y tras varios intentos logré ser aceptada en la entonces Escuela Nacional de Música. Ahí comenzó realmente mi camino en la música. 

Die Königin der Nacht en Die Zauberflöte, 2019

Cuéntame sobre tu formación vocal y académica, que decíamos parte de la hoy Facultad de Música de la UNAM, pero que también cruza por el EOBA y numerosas clases magistrales y coachings. ¿Qué aspectos destacarías en la construcción artística particular de tu voz. ¿Qué dirías que distingue tu canto?
Sin duda, un aspecto a destacar en mi trayectoria es la formación que recibí de parte de mis maestros. Cuando recién entré a la FaM trabajé con la maestra Estela Álvarez, “Estelita”. Ella era de la vieja escuela, pues fue alumna de María Bonilla y compañera de Irma González. Así que desde el inicio me inculcó una enorme disciplina, respeto y amor por el canto. Posteriormente, estuve con la maestra Lorena Barranco, con quien cursé la licenciatura; y con Andrea Cortés. Actualmente estudio con la maestra Eugenia Garza y una cosa que ella siempre comenta es que mi canto se distingue por la precisión. Estoy en una etapa donde he aprendido a confiar en mi voz; ahora me siento lista para audicionar en más lugares, tanto en México como en el extranjero.

Desde hace algún tiempo formas parte de la “Divina’s Voice Academy” de la maestra Eugenia Garza. ¿Puedes hablarme del desarrollo que has encontrado con ella y cómo ha complementado tu formación vocal?
Con la maestra Eugenia llevo ya dos años estudiando; la conocí a los pocos meses de formar parte del EOBA y me invitó a formar parte de su academia. Desde el principio me gustó mucho su enorme dedicación, dentro y fuera de las clases. Siempre trata de acompañarnos en nuestras presentaciones y constantemente nos busca oportunidades. Además de que me ha ayudado muchísimo técnica e interpretativamente, es una maestra y cantante admirable.

¿Cuáles son tus expectativas como cantante y cómo se compaginan con tu vida personal?
Me encantaría consolidar una carrera internacional; me hace ilusión viajar al extranjero y probar suerte en más concursos y estudios de ópera. Quiero hacer audición en diferentes teatros y seguir buscando oportunidades. Debutar en la Ópera de Bellas Artes es otro sueño que ansío realizar. Creo que un equilibrio entre la vida profesional y la vida personal es posible; he tenido la fortuna de contar con el apoyo de mi familia y de mi pareja y eso me motiva a seguir adelante.

¿Cuáles consideras que son los caminos y los retos para una joven cantante en México que desea abrirse camino profesional y poder consolidar una carrera, tal como lo describes?
México es un país enorme y productor de grandes voces. Sí hay oportunidades, pero al haber tantos jóvenes cantantes con voces tan prometedoras, muchas veces resultan insuficientes. Abrirse camino en un país con esas condiciones es muy difícil pero no es imposible; nuestro ejemplo más reciente fue Denis Vélez en la final del MONCA. Pero también están María Katzarava y Rebeca Olvera; grandes ejemplos de sopranos mexicanas que están haciendo importantes carreras.

Mientras mejor preparado estés, mayores probabilidades tienes de sobresalir. La voz es sumamente importante, pero no lo es todo; es necesario ser buen músico, dominar varios idiomas, estar en buena forma, tener un buen entrenamiento actoral. Y la clave es la disciplina, la constancia; y, sobre todo, un gran amor hacia esta carrera. 

¿Qué viene próximamente para ti en términos musicales? ¿Cuáles son tus metas y etapas para alcanzarlas?
Por ahora estoy en la etapa de los concursos; mi edad casi alcanza el límite, así que quiero aprovechar el tiempo en que aún puedo hacerlo. Por ejemplo, quiero participar en el Concurso Internacional de Canto de Sinaloa y me gustaría mucho conocer al maestro Enrique Patrón de Rueda. También quiero ir al Concurso Internacional de Canto Lírico en Trujillo, Perú.

En el Concurso San Miguel gané el Bavaria Project Prize, que consiste en un viaje al Theater Regensburg en Alemania, en octubre de este año para participar en masterclasses y audiciones con diferentes directores de teatros. Por ahora me estoy concentrando en prepararme para estos proyectos.

Gloria de Vivaldi en la Sala Nezahualcóyotl, 2018

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