Carolina Lippo: “Para el cantante de ópera de hoy, la sola voz no es suficiente”

Carolina Lippo: «El trabajo en un ensamble es una experiencia que recomiendo mucho a todos los jóvenes cantantes» © Mari Marshania

La soprano italiana Carolina Lippo es una joven intérprete que comienza a forjarse un nombre en el panorama operístico europeo, que formó parte del ensamble del prestigioso Theater an der Wien de Viena, y que ha destacado en importantes escenarios de su país, sobre todo en la interpretación de roles y grabaciones discográficas en títulos de ópera poco conocidos hoy día como La metamorfosi di Pasquale de Gaspare Spontini, Don Checco de Nicola De Giosa, La Semiramide in Villa de Giovanni Paisiello, L’ambizione delusa de Leonardo Leo, Arianna in Nasso de Nicola Porpora, e Il giovedì grasso de Gaetano Donizetti.

Aria de Lisetta, ‘Signori galanti… E guai a chi mi capita!’, de Le metamorfosi di Pasquale de Gaspare Spontini: https://youtu.be/2QB3VENZ4vE

También ha encarnado recientemente los roles de Romilda en Il Serse de Francesco Cavalli, en el Festival de Marina Franca, y el de Ernestina en La scuola de’ gelosi de Antonio Salieri, en el Teatro Regio de Turín. Además, ha interpretado papeles en óperas de Wolfgang Amadeus Mozart (Le nozze di Figaro, La ginta giardinera y Così fan tutte), así como de Henry Purcell, Gioachino Rossini y compositores como Ermanno Wolf-Ferrari, Franz Lehàr, Giancarlo Menotti y Alfredo Casella (La donna serpente). 

Carolina aceptó amablemente realizar esta entrevista para contarnos sobre su carrera, su repertorio y su manera de vivir la vida como cantante de ópera.

Le nozze di Figaro de Mozart © Luigi De Frenza

Cuéntanos brevemente la historia de tu carrera profesional y dinos ¿por qué decidiste ser cantante de ópera?
Todo comenzó cuando tenía 8 años. Mi papá siempre fue un apasionado de la música y me regaló un piano eléctrico. Yo no tomaba clases: reproducía de oído las melodías que escuchaba en la tele, en la radio o las que tarareaba mi abuela, hasta que una vecina le sugirió a mis padres que debía tomar lecciones. A los 12 años entré en el Conservatorio (antes no se podía); y después de unos años, gracias a unos amigos cantantes, también me matriculé en la carrera de canto. Inmediatamente entendí que el teatro de la ópera era mi forma de arte ideal porque era «total», y podía expresarme tanto con la música como con la actuación, otra pasión que me sedujo desde que era muy niña. 

Me mudé a Bolonia y completé mi formación en el Conservatorio “G. B. Martini”, donde también comencé a cantar óperas enteras frente a una audiencia. Luego asistí a la Academia de Bel Canto de Martina Franca donde estudié con Lella Cuberli, Vittorio Terranova, Fabio Luisi, Stefania Bonfadelli y muchos otros maestros muy buenos. Mi debut operístico profesional se produjo cuando tenía casi 26 años y fue en el Teatro della Fortuna de Fano, como Zerlina en Don Giovanni. Canté principalmente en Italia, pero luego fui seleccionada para formar parte del Ensamble del Theatre an der Wien en Viena, y desde ese momento comenzó mi recorrido internacional.

¿Qué ha significado para tu carrera el haber trabajado en el ensamble del Theatre an der Wien?
Ha sido una de las experiencias profesionales más gratificantes y también duras de mi trayectoria artística hasta el momento. Había mucho canto, casi todas las noches, y obras muy diferentes: desde Purcell a Gottfried von Einem, pasando por Don Pasquale de Donizetti o Saul de Händel, pero esta variedad siempre me ha estimulado y fascinado mucho. El trabajo en un ensamble es una experiencia que recomiendo mucho a todos los jóvenes cantantes para medirse continuamente consigo mismos, entender sus límites, sus fortalezas y también lo que le gusta al público de uno. Además, se desarrollan relaciones más profesionales (e incluso humanas) duraderas: cuando hay entendimiento con uno o varios compañeros, es reconfortante encontrarlos en producciones posteriores. Pensemos en las compañías de actores de prosa: siempre he extrañado un poco esa hermosa rutina en el trabajo freelance.

Il matrimonio segreto de Cimarosa © Edoardo Piva

¿Cómo describirías tu voz y qué te gustaría que escucharan por primera vez aquellos que aún no te conocen?
La mía es una cuerda muy común; es decir, la de soprano lírico ligera. En realidad, creo que también es una vocalidad bastante versátil: desde mis primeras experiencias podía (y tenía muchas ganas de) moverme entre obras de los siglos XVIII y XIX, como también del siglo XX. Sin embargo, si tuviera que recomendar algo para que me escucharan en YouTube, sugeriría algo de Donizetti, Mozart y Paisiello.

¿Cuáles crees que son los desafíos más difíciles en la profesión de una cantante de ópera hoy en día?
El cantante de ópera de hoy debe tener muchas flechas en su arco, porque la sola voz no es suficiente. Como músicos, debemos tener el físico adecuado para el papel, la preparación y la flexibilidad musical, la rapidez en satisfacer los deseos y necesidades de los directores musical y de escena. Debemos tratar de mantenernos saludables y poder dejar los problemas de la vida normal en el camerino. La serenidad de la mente es fundamental para afrontar el escenario, pero lamentablemente es una condición que no siempre se alcanza y hay que saber hacerlo bien de cualquier manera. Encontrar momentos de descanso es un poco difícil últimamente: durante una producción, a menudo hay pruebas ante el piano, junto al ensayo general abierto al público (equivalente a una función), uno después del otro y, a veces, el mismo día. Recientemente también canté antepiano, assieme, general y estreno en el lapso de cuatro días, sin un día intermedio de descanso.

Con tantos buenos artistas que surgen todos los años ¿en Italia todavía se puede cantar?
Después de dos años de ausencia total de las carteleras de teatros italianos, poco a poco estoy volviendo con más frecuencia a cantar en Italia. De hecho, el año 2022 fue todo “italiano”para mí.

¿Cuéntanos sobre los papeles que tienes en tu repertorio y los que piensas enfrentar en el futuro?
Mi repertorio está formado por roles en óperas serias y cómicas de los siglos XVIII y XIX destinados a sopranos lírico-ligeras, que tácitamente también contemplan un determinado físico. Pienso y espero permanecer mucho tiempo en estas obras, pero enriqueciendo el repertorio poco a poco con nuevos títulos. Estoy estudiando La fille du régiment de Donizetti, Poppea en Agrippina de Händel, y me gustaría estrenar un título monteverdiano y, ya habiendo cantado Romilda de Xerse de Cavalli, también me gustaría cantar Romilda en Serse de Händel.

¿Hacia dónde crees que deberías dirigir tu carrera vocalmente?
No sé cómo será mi voz en 10 años y no me importa saberlo. La consentiré tratando de evitar decisiones arriesgadas para promover su longevidad.

Il Xerse de Cavalli © Clarissa Lapolla

¿Cuál es el personaje o la obra que más te ha impactado, por ser más cercano a tu temperamento, tu forma de ser y tu sensibilidad como artista? ¿Hay algún compositor que sea especialmente cercano para ti?
El compositor que más quiero es Mozart y sus mujeres operísticas son muy parecidas a mi temperamento, especialmente Susanna. Hay dos creaciones mozartianas que más me gusta cantar: Le nozze di Figaro, porque me permite escenificar a una mujer auténtica, sin florituras, inteligente, sensual, instintiva y astuta; y la Gran Misa en Do menor, que siempre me cuesta mucho esfuerzo emocional y que no es fácil de ejecutar si una se mantiene completamente controlada: cuando el coro detrás ataca al Kyrie, tengo la sensación de estar dentro de un milagro sonoro envolvente.

‘Et incarnatus est’ de la Gran Misa en Do menor, de W. A. Mozart: https://youtu.be/s-1azg6vuwY

Participas frecuentemente en el estreno y grabación de óperas italianas poco conocidas o de compositores prácticamente olvidados. Según tu experiencia, ¿crees que se debería hacer más para rescatar este patrimonio musical olvidado? ¿Hay alguna de estas obras que creas que tiene valor suficiente para ser interpretada fuera del ámbito de festivales especializados, como por ejemplo el Festival della Valle d’Itria en Martina Franca, donde te has presentado con frecuencia?
Es necesario hacer más para redescubrir un patrimonio artístico-musical que es también la expresión de un cierto período histórico de la Italia anterior a la unificación. Italia no existía hasta 1861 y todos los pequeños estados y grandes ducados que componían la península tenían un estilo musical propio y preciso dictado sobre todo por los gustos del público. No hay otra nación europea que tenga estas características. 

Redescubrir y estudiar una obra ofrecida en Nápoles y otra en Módena en el mismo año del siglo XVIII significa comparar dos microcosmos muy diferentes. Así que imaginemos cuánta variedad artística aún se esconde en nuestras bibliotecas históricas. No estoy de acuerdo con los que argumentan que ciertos títulos han quedado en el olvido porque son aburridos o musicalmente poco interesantes. Una de las últimas obras raras que grabé fue Don Checco de Nicola de Giosa, una comedia de malentendidos, además de la ópera cómica favorita de Fernando II de Borbón: no tiene nada que envidiar a otras obras del siglo XIX de autores como Donizetti o Verdi. 

También hay que decir que en ocasiones los hechos históricos de los tiempos en que vivieron los compositores influyeron en el éxito o fracaso de su producción musical, por lo que sostengo que muchas obras son válidas y agradables de escuchar aunque lleven siglos fuera del repertorio. Otro compositor muy interesante, que por desgracia nunca he cantado, es Saverio Mercadante, al que considero una síntesis perfecta entre Rossini y Verdi.

Così fan tutte de Mozart © Herwig Prammer

Tienes experiencia en la ópera barroca y en el bel canto decimonónico. ¿Qué te atrae de la música barroca? ¿Y cuáles dirías que son las similitudes y diferencias entre estos dos estilos de canto?
Tanto de la música barroca como del bel canto me atrae el hecho de que puedo escribir variaciones y cadencias con mi propia mano y también disfruto cambiándolas recital tras recital, si el papel se repite. Las diferencias están en la conducción de las frases, generalmente más amplias en el bel canto, y en el fraseo. La emisión es la misma, excepto en las messe di voce barrocas, donde la emisión comienza con un sonido no vibrado.

Has trabajado con varias personalidades importantes en el mundo de la ópera. ¿Cuáles han sido las más significativas en tu vida artística?
Con Pier Luigi Pizzi fue amor a primera vista, y me gustaría mucho hacer con él un título que nunca ha hecho pero que le encanta: Don Pasquale de Donizetti… Bueno, es un sueño que me gustaría que se hiciera realidad. Trabajé muy bien con Laurence Cummings, un director de orquesta inglés poco conocido en Italia y experto en Händel. Siempre trabajo muy bien y con provecho con el director Giovanni di Stefano, con quien hice Le convenienze ed inconvenienze teatrali de Donizetti en Novara y Savona el pasado mes de noviembre. El director Leo Muscato me enseñó a construir un personaje operístico también desde el punto de vista del actor. Calixto Bieito me enseñó a dar rienda suelta a mi lado más instintivo y animal en el escenario, sin miedo a ser juzgada por los demás… He tenido suerte, pues he trabajado muchas veces con enormes personalidades artísticas.

El aria ‘Oh luce di quest’anima’ de Linda di Chamounix, en Le convenienze ed inconvenienze teatrali de Gaetano Donizetti: https://youtu.be/pY0e00gC9P8

Don Pasquale de Donizetti © Herwig Prammer

¿Quién es Carolina fuera del escenario? ¿Como cantante llevas un estilo de vida especial?
Fuera del escenario llevo una vida muy normal: me divido entre mi pareja, mis amigos y mi familia de origen (así que, aunque no cante siempre estoy viajando entre Viena, un pequeño pueblo de Romagna llamado San Leo y Taranto… Lamentablemente, no puedo vivir en el mismo lugar por más de una semana). Me apasiona el cine, la historia de los papas y las casas reales europeas, la pintura del siglo XVII y las mascotas (pero ya no tengo ninguna porque perderlos me dolió demasiado en el pasado). Cocino por placer y voy al gimnasio solo porque me gusta comer. Me gusta ir al teatro de prosa para ver y escuchar obras raras poco interpretadas. Me gusta el mar y me apasiona el buceo y el surf. Cuando estoy en producción, sigo cultivando todos estos intereses, con la única diferencia de que me acuesto temprano.

¿Alguna anécdota curiosa que nos podrías contar? ¿Un episodio particular o simpático que te haya sucedido en el teatro?
Tengo tantos buenos recuerdos, pero los que todavía me ponen de buen humor son los relacionados con las funciones para las escuelas. El público infantil es muy amplio, alegre y sobre todo espontáneo. Recuerdo que, en Turín, después de una representación de L’elisir…, me encontré con un grupo escolar y me fui a casa con un paquete de sus dibujos donde Adina aparecía vista por ellos. En resumen, si Adina y Nemorino, aunque solo sea por un día, toman el lugar de Elodie, Shakira y Damiano de Måneskin, ¡sería un gran logro para nosotros, los cantantes de ópera! 

Luego, recuerdo algunas sustituciones unas horas antes de la función: en Viena, el director de reparto del teatro, Jochen Breiholz, me llamó y me dijo: “Hola, ¿dónde estás? Escucha, mientras tanto, siéntate: en media hora tienes que hacer una prueba de vestuario y luego cantar a las 19.00. ¿Te animarías?» Las locuras son las únicas cosas de las que nunca se arrepiente uno. Fue una función hermosa y el público fue muy generoso. Yo lloré al final. 

Le convenienze ed inconvenienze teatrali de Donizetti © Luigi Cerati

¿Cuál es el teatro que más te ha emocionado?
No hay teatro que me haya emocionado más que otro. En lo personal, cantar, con todo el respeto, en un diminuto teatro del centro de Italia o en Viena, significa para mí subirme al escenario con el mismo compromiso y ganas de contar una historia a un público que se ha trasladado desde su casa para escuchar lo que tengo que decir. Puede parecer una frase obvia, pero para mí cada actuación es como la primera de la vida, pase lo que pase.

En el escenario, como en la vida, ¿qué es lo que nunca te debe faltar?
Amor, curiosidad y ganas de renovarse continuamente. El ser humano, y más aún el músico, está sometido a la ley inexorable del cambio, del perpetuo devenir de todas las cosas. Intento adaptarme a los cambios y, a menudo, me doy la oportunidad de empezar de nuevo. Hago este trabajo por pasión, pero incluso las pasiones más ardientes tienden a desvanecerse con el tiempo y terminan extinguiéndose. Creo que lo importante es alimentarlos siempre con una nueva chispa poniéndonos frecuentemente nuevas metas y objetivos.

Una reflexión sobre el mundo de la ópera y la música clásica en la actualidad…
Espero que se libere cada vez más de ciertos estereotipos que la hacen «vieja» y anticuada a los ojos de muchos jóvenes.

Para finalizar, ¿qué es algo que como cantante nunca te preguntan?
Mi color favorito [risas], que es el azul real. 

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