Cecilia Bartoli: El color del tiempo y Pauline Viardot-García

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Desde 2012 la mezzosoprano italiana Cecilia Bartoli ha sido la directora artística del Festival de Pentecostés de Salzburgo (FPS) y a partir de entonces, ha preparado programas enfocados en figuras femeninas. Este año 2020 —en que se celebra el centenario del Festival de Salzburgo— el programa se dedicará a la vida y obra de Pauline Viardot-García, cantante, embajadora musical de Europa, extraordinaria pianista y compositora.

El año pasado el enfoque temático del FPS fueron las voces de los castrati. Este año el enfoque es sobre una mujer que tuvo gran influencia en la vida musical de su tiempo. ¿Cómo surgió la idea de explorar la vida y obra de Pauline Viardot-García?
Por muchos años he estudiado a la familia de cantantes García y especialmente a sus tres famosos protagonistas: el padre, Manuel García, y sus dos hijas, María Malibran y Pauline Viardot. Es absolutamente fascinante cómo, en esas tres vidas, por así decirlo, esta familia experimentó e influyó un rango increíble de 150 años de historia musical.

Imagínate: cuando Manuel García estrenó Don Giovanni en Nueva York en 1826 con su familia, fue nada menos que Lorenzo Da Ponte, quien vivía en Nueva York en ese tiempo, quien le pidió a García hacerlo. El poeta había escrito el libreto para Mozart en 1787, y también había suministrado los textos para Così fan tutte y Le nozze di Figaro. Pauline, que tenía cuatro años de edad en ese tiempo, también viajó a Nueva York. Así que hubo un contacto indirecto con Mozart ahí. Más tarde, Pauline Viardot trabajó no solo con Johannes Brahms, Richard Wagner, Franz Liszt, Frédéric Chopin, Charles Gounod y Camille Saint-Saëns, sino que también fue la maestra de Désirée Artôt, quien cantó el rol de Octavian en el estreno mundial de Der Rosenkavalier de Richard Strauss en 1911.

En este contexto, empecé a considerar cómo el “divo” se había transformado lentamente en la “diva” a la vuelta del siglo XVIII al XIX, aunque de muchas formas su función permaneció igual: una extraordinaria personalidad artística alrededor de la cual giraba la vida musical y social de cierto periodo. Italia, Inglaterra y España en la década de 1730 se enfocaron en buena medida en una sola estrella brillante: Farinelli. Era el símbolo de los glamorosos castrati cuyo magnífico arte —no menos que sus ruidosas rabietas— determinó lo que ocurría en las casas de ópera europeas durante el apogeo de la música barroca. Pero conforme los rayos de la Ilustración brillaron sobre un siglo XIX de mentalidad distinta, los aficionados dejaron de fijarse en aquellos jóvenes extravagantes que habían sido consentidos por los monarcas absolutistas, y pusieron toda su atención en otra deidad distinta: la prima donna.

A partir de entonces, pusieron sus corazones a los pies de las más destacadas cantantes: estupendas artistas que representaban los valores de una sociedad posrevolucionaria y burguesa mejor que los castrati, cuya artificialidad, tan admirada por los miembros de las clases más acomodadas, de pronto empezó a considerarse antinatural. Las mujeres eran las nuevas musas de los compositores emergentes, y ejercían control sobre lo que en última instancia aparecía en las partituras, así como sobre la política de repertorios en los teatros, los elencos y los cachés, y algunas de ellas tenían una gran influencia social. 

Había personalidades venerables como Isabella Colbrán y Giuditta Pasta o María Malibran que enarbolaban el espíritu libre e impulsivo del Romanticismo. Aparte de su talento musical excepcional y su manera intensa de actuar, Malibran adquirió el estatus de una Marilyn Monroe del siglo XIX por su vida privada expuesta al público y su muerte prematura.

Pauline Viardot-García (1821-1910)

Viardot fue la hermana menor de Malibran, sin embargo, Pauline Viardot-García, fue quien dejó una huella sustentable en la cultura europea. Al igual que los demás miembros de su familia, Pauline tenía un talento musical extraordinario. Fue aplaudida en las principales casas de ópera y, con su afabilidad y dominio de lenguas extranjeras, fue una huésped bienvenida en los elegantes salones de París a San Petersburgo. Gracias a su longevidad —vivió de 1821 a 1910— y sus conexiones biográficas con Francia y Alemania, defendía música increíblemente variada, de compositores como Berlioz, Brahms, Fauré (quien casi se convirtió en su yerno), Gounod, Massenet, Meyerbeer, Saint-Saëns y Wagner.

Alumna de Franz Liszt y Anton Reicha y compañera de duetos de Fréderic Chopin, Pauline fue una excelente pianista y compositora. Su impecable técnica de canto, que enseñó a sus exitosos alumnos, le permitió trabajar como músico por décadas. Su feliz matrimonio con el empresario teatral, escritor y crítico de arte Louis Viardot impulsó su carrera como una cantante respetada y la estableció como una gran patrona de las artes, con una visión que le permitió servir de puente durante los años de cambio fundamental en la cultura del primer Romanticismo al impresionismo y Modernismo temprano.

¿Por qué has elegido presentar funciones de Don Pasquale para el centenario del Festival de Salzburgo?
Don Pasquale, de Donizetti, se acopla muy bien con el centenario, que comúnmente se asocia con Mozart y Strauss. Don Pasquale fue la tercera ópera en presentarse en Salzburgo, nada menos que bajo la batuta de Bruno Walter y un elenco brillante que incluyó a Maria Ivogün, Karl Erb, Hermann Wiedemann y el famoso bajo Richard Mayr, nativo de Salzburgo. Y, desde luego, queda también muy bien con el programa Viardot, ya que el rol de Norina formó parte de su repertorio.

La producción será dirigida por Moshe Leiser y Patrice Caurier, con quienes ya presentaste Giulio Cesare in Egitto (2012), Norma (2013), Iphigénie en Tauride (2015), y más recientemente L’italiana in Algeri (2018) en Salzburgo. ¿Por qué te parece tan especial su trabajo escénico?
Moshe Leiser y Patrice Caurier son dos artistas maravillosos. Su trabajo es increíblemente preciso y sensible. Ya demostraron su talento especial para la comedia en 2018 con L’italiana in Algeri. Además, su preparación musical es impecable. Las escenas no solo son montadas a partir del libreto sino también de la partitura, de modo que el resultado tiene un impacto doble de música y texto.

Gianluca Capuano, quien dirigió musicalmente Alcina in 2019, regresa nuevamente en 2020. ¿Por qué te gusta trabajar con él?
Gianluca Capuano y Les Musiciens du Prince de Mónaco en Salzburgo es una constelación increíble y absolutamente singular. Apenas fundamos esta orquesta, que toca con instrumentos originales, en 2016, y como directora artística he podido reunir un ensamble muy unido de los mejores músicos de su especialidad. Juntos estamos explorando paso a paso no solo el repertorio barroco sino el del bel canto, y ha sido un viaje intenso e interesante que nos abre nuevos horizontes interpretativos. 

Cuando presentamos Norma de Bellini en 2013 y La Cenerentola de Rossini en 2014 con ensambles que tocaron con instrumentos históricos, se dijo que habíamos iniciado una nueva era de práctica musical. De hecho, me siento una pionera en este sentido y estoy orgullosa de continuar este viaje de descubrimiento ahora con Don Pasquale de Donizetti.

Para nuestra producción del Festival de Pentecostés, estamos creando nuestra propia edición crítica de la partitura, y estoy a la espera de esta nueva y fascinante lectura de Donizetti con nos presentarán los músicos de Les Musiciens du Prince bajo la batuta de Gianluca Capuano. ¡Estoy segura de que habrá sorpresas!

¿Estás entusiasmada de cantar el rol de Norina? ¿Cómo caracterizarías a este personaje?
Estoy encantada de hacer mi debut en Don Pasquale, una ópera que amo encarecidamente. Cantaré la parte de Norina en una versión que contiene variaciones, cadencias y adiciones realizadas por Pauline Viardot en 1845 para sus funciones en San Petersburgo.

Después del rol serio de Alcina que canté el año pasado, Norina nuevamente me dará la oportunidad de cantar un rol alegre, aun cuando debo decir que la ópera tiene también una nota melancólica. 

Pauline Viardot cantó 138 funciones de Orphée en París

Además de esta nueva producción de Don Pasquale, el público está a la expectativa de otra producción escenificada por John Neumeier —director artístico y coreógrafo del Ballet de Hamburgo— de una ópera-ballet que traslada el Orphée de Berlioz al mundo de ballet de hoy en una versión escenificada. Pauline Viardot fue la primera mujer que interpretó Orphée y representó este rol en 138 ocasiones en Francia con gran éxito. ¿Qué nos puedes decir del trabajo de John Neumeier?
Admiro y valoro tremendamente el trabajo de John Neumeier. Ya trajo a su Hamburg Ballet al festival en 2015, y su producción de A Midsummer Night’s Dream fue muy exitosa. Además de esta aparición como director invitado, tengo el sueño de invitarlo a crear una obra totalmente nueva para el Festival de Pentecostés. 

Siempre he querido presentar producciones de ballet en el Festival de Pentecosté con regularidad, pues, junto a la ópera y el drama, el ballet es uno de los tres pilares del arte teatral.

Dondequiera que se presentara Pauline Viardot, siempre incluía algunas composiciones propias en sus programas, con el objeto de darles un toque de ligereza, ingenio y vivacidad. Dirías que estos atributos están reflejados en el programa de conciertos del Festival de Pentecostés de Salzburgo 2020?
Sí, absolutamente. Especialmente en el concierto de gala, para mí es importante resucitar una forma de concierto que era muy común en el siglo XIX: programas contemporáneos que a menudo incluían combinaciones diversas y hasta descabelladas de repertorio. Así, por ejemplo, después de una sinfonía podía presentarse un acto individual de una ópera; o algunos movimientos sinfónicos seguidos de un recital de solista acompañado al piano… Este es el espíritu que quiero invocar con el concierto “Une affaire de famille”. Así que invité a varios artistas a presentar juntos un concierto: Khatia Buniatishvili tocará un concierto de piano de Liszt; Varduhi Abrahamyan, Javier Camarena y yo cantaremos obras de Rossini a Glinka; la bailarina Anna Laudere interpretará La muerte del cisne de Saint-Saëns acompañada de la chelista Julia Hagen; y el fantástico violinista Maxim Vengerov y la Orquesta del Teatro di San Carlo de Nápoles también serán parte del programa.

*Entrevista realizada por el Festival Pentecostés de Salzburgo, traducida por Charles Oppenheim


Cecilia Bartoli interpreta a Pauline Viardot en 1998.

 

 

Programa del Festival de Pentecostés de Salzburgo 2020 

Don Pasquale de Gaetano Donizetti
Viernes 29 de mayo, 19:00 horas
Haus für Mozart
Con Cecilia Bartoli, Peter Kálmán, Nicola Alaimo y Javier Camarena
Dirección escénica: Moshe Leiser y Patrice Caurier
Dirección musical: Gianluca Capuano
Les Musiciens du Prince-Mónaco
Gianluca Capuano, director

Concierto de arias de la escuela clásica
Sábado 30 de mayo, 15:00 horas
Auditorio de la Fundación Mozarteum
Obras de Rossini, Meyerbeer, Gounod y Händel
Con Varduhi Abrahamyan y Cecilia Bartoli
Les Musiciens du Prince-Mónaco
Gianluca Capuano, director

Réquiem de Fauré
19:30 horas, Felsenreitschule
Obras de Fauré y Brahms
Con Ann Hallenberg y Stéphane Degout
Orchestre Révolutionnaire et Romantique
Monteverdi Choir
John Eliot Gardiner, director

Matinée de canciones: Jeux d’esprit – “Vivica & Viardot”
Domingo 31 de mayo, 11:00 horas
Auditorio de la Fundación Mozarteum
Obras de Viardot, Rossini, Gluck, Schumann y Saint-Saëns
Con Vivica Genaux
Carlos Aragón, piano

Ópera-ballet: Orphée
18:00 horas, Großes Festspielhaus
Música de Gluck y Berlioz
Con Marianne Crebassa, Edvin Revazov, Andriana Chuchman, Anna Laudere, Marie-Sophie Pollak
Hamburg Ballet John Neumeier
Camerata Salzburg, Bach Choir Salzburg
Gianluca Capuano, director

Don Pasquale (ver 29 de mayo)
Lunes, 1 de junio, 15:00 horas
Haus für Mozart

Concierto de gala: Une affaire de famille
20:00, Großes Festspielhaus
Música de Rossini, Mendelssohn, Glinka, Liszt, Saint-Saëns
Con Cecilia Bartoli, Varduhi Abrahamyan, Javier Camarena, Julia Hagen, Khatia Buniatishvili, Anna Laudere
Orchestra del Teatro di San Carlo
Marco Armiliato, director

 

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