Se estrena Grillos y chicharras

Marcela Rodríguez: “Para sobrevivir, siempre hay que compartir” © Ana Lourdes Herrera

La compañía independiente Ópera Portátil, fundada en 2011 por la soprano Catalina Pereda, estrenó el pasado 20 de marzo de este 2021 Grillos y chicharras, ópera mexicana en tres actos para niños que cuenta con libreto en español de Pedro Antonio García y música de Marcela Rodríguez y José Miguel “Jomi” Delgado.

La particularidad de esta obra lírica —desde su concepción hasta su lanzamiento— es que se planeó para ser producida y presentada al aire libre, ante el actual contexto pandémico en el que los espacios abiertos —que permiten conservar la sana distancia— son escenarios que dan viabilidad a las actividades públicas.

Es por ello que El charco del ingenio – Jardín Botánico en San Miguel de Allende, Guanajuato, fue un marco más que propicio para el estreno de esta ópera que se suma al catálogo Insectario —en esencia infantil y con personajes del mundo animal— de Ópera Portátil, integrado por Apoideia, breve ópera hexagonal (2014) y Las luciérnagas no vuelan (2019).

“Desde el mes de marzo de 2020 pasamos la pandemia en familia, en nuestra casa de Tepoztlán”, cuenta en entrevista para Pro Ópera la compositora Marcela Rodríguez, una de las voces más relevantes de la composición contemporánea nacional y quien el pasado 18 de abril celebró 70 años de edad. 

“Mi hija Catalina Pereda también ha estado conmigo, en una casita que se construyó en el jardín”, continúa la entrevistada. “Fue ahí que me planteó su nuevo proyecto, consistente en la creación de una ópera infantil, como parte de su beca México en Escena del Fonca”.

Jomi Delgado © Ana Lourdes Herrera

Catalina Pereda © Pili Pala

Catalina Pereda y Ópera Portátil llevan más de cinco años de exitosa actividad lírica de cámara dirigida a niños y jóvenes, que complementa un repertorio más amplio integrado también por la ópera de toilette Las cartas de Frida (2011) de Marcela Rodríguez, el monodrama Diálogos en soledad (2015), con el que la soprano obtuvo, por la UNAM, el primer doctorado en canto en nuestro país, y la ópera Titus (2017), basada en la sangrienta tragedia shakespeareana. 

“No se trataba, pues, de un proyecto mío, ni tenía que ver con mis ideas creativas, aunque desde luego no me era ajeno”, prosigue la compositora. En efecto, además de su experiencia operística en general, con los títulos La sunamita (1990), Séneca o Todo nos es ajeno (2004) y Bola negra (2013), también contaba ya en su catálogo con una ópera dirigida en particular al público infantil: El día que María perdió la voz (2016).

“Catalina quería hacer un experimento en Grillos y chicharras, un proyecto que coordinó, produjo y dirigió en escena. A partir del libreto de Pedro García pensó en que la música la elaboraran dos compositores de estilos diferentes. Así, Jomi Delgado se encargó del segundo acto, de los grillos, y yo me encargué de las chicharras; es decir, del primer y tercer acto, que en realidad es una especie de epílogo”, detalla Rodríguez.

La compositora, reconocida por su catálogo sinfónico, de cámara y vocal, en el que también se encuentran ciclos como Seis canciones sobre textos de Sor Juana Inés de la Cruz, Funesta y Adúltera enemiga, además de la Cantata del tequila y el Réquiem mexicano, cuenta que ha estado muy productiva durante la pandemia: “Se da muy fácil que, sin salir, me siente a escribir. Tengo ya muchas obras escritas, pero en el cajón; porque todo se ha detenido y las orquestas prácticamente no han tenido actividad. En ese sentido, ya hace falta regresar a los escenarios”, desea la entrevistada.

Los grillos (de verde y negro) y las chicharras (de amarillo y naranja)

Luego retoma Grillos y chicharras y su argumento: “Lleva el subtítulo de ‘Ópera migrante’. Y es que las chicharras llegan a invadir a los grillos, lo que crea un conflicto porque no quieren que ocupen su territorio. El líder de los grillos y una de las chicharras emprenden un viaje para buscar otros terrenos y se topan con varios animales, hasta que unas hormigas ingenieras ya no los dejan pasar. Como no encuentran un lugar nuevo, deciden regresar, pero resulta que grillos y chicharras están en guerra en su árbol de limones que se ha secado. Así que ya no tienen nada y de hecho están peor que antes. Es por ello que, al final, todos emprenden un ritual de lluvia para que el árbol vuelva a florecer. En el epílogo queda claro que, para sobrevivir, siempre hay que compartir. El mundo es de todos, no tiene propiedad”, subraya Marcela Rodríguez.

Sobre el proceso para encontrar y escribir la música adecuada para los pasajes que le correspondieron, la compositora explica que, como en toda ópera, se trató un proceso muy largo, lento, pero que el final, poco a poco, surgió de las palabras. “Tuve varias pláticas con Catalina; le mostraba ideas, las probábamos y las discutíamos. Ella quería que la personalidad de las chicharras fuera guapachosa y que cantaran en coro, en trío básicamente. Así que utilicé el son cubano, un vals y alguna melodía romántica, hasta que se hilvanó toda la historia”.

Ópera Portátil ha ofrecido decenas de funciones en numerosos escenarios de nuestro país, y la compañía está formada por una treintena de integrantes, entre músicos, cantantes, diseñadores, dramaturgos y actores.

Precisamente, el formato de sus producciones propicia la presentación en foros de diversa índole, como en esta ocasión en la que Grillos y chicharras se estrenó en El charco del ingenio con las voces de Catalina Pereda, Daniela M. Rosales y Lydia Rendón en los roles protagónicos, pero con la idea de retomarse pronto en otros jardines botánicos, bosques y demás escenarios naturales a lo largo de la república.

El estreno, en El charco del ingenio de SMA

A ese formato y dotación instrumental se ajustaron Jomi Delgado y Marcela Rodríguez. Ella lo explica así: “El ensamble musical se compone de flauta, clarinete, chelo, violín y percusiones. La idea que tiene Ópera Portátil es que sean los mismos músicos los que integren las giras que suelen emprender para presentar sus funciones. Esta vez, los grillos fueron los instrumentistas más un actor; y las chicharras fueron dos sopranos y una mezzosoprano.

“Fue algo bellísimo presentarnos en un lugar tan especial, pues El charco del ingenio, en San Miguel de Allende, es un gran cañón con paredes de piedra”, describe la compositora. “Hubo mucho interés y difusión; pudieron estar presentes 150 personas —varias se quedaron fuera—, pues, aunque el lugar es para 800 asistentes, tuvimos que ajustarnos al aforo permitido por la pandemia. El sitio permitió seguir la idea original de que Grillos y chicharras no requiera escenografía, pues el paisaje natural mismo es el que le da contexto a la obra. Por eso puedo decir que todo el proceso resultó muy estimulante y que al final fue lindo, ya que, si bien es una ópera para niños, se convirtió en una obra para toda la familia, porque los niños evidentemente fueron acompañados por sus papás”, concluyó la compositora.

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