Katrin Wundsam: “En Colonia me convertí en artista”

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Originaria de Austria y graduada del prestigioso Mozarteum de Salzburgo, la mezzosoprano Katrin Wundsam ha interpretado papeles de diversos compositores y periodos que van desde el Barroco hasta la música contemporánea. Aunque su carrera se ha desarrollado principalmente en la Ópera de Colonia, en Alemania, también se ha presentado en otros importantes escenarios como Bonn, Berlín, Hamburgo, Dresde, Düsseldorf, así como en el Festival de Bregenz, el Musikverein de Viena o el Festival de Música Antigua de Innsbruck en Austria (donde hizo el papel de Eneas en la grabación de Didone Abbandonata de Saverio Mercadante), sin dejar de mencionar al Teatro Regio de Turín, Italia.

¿Cómo descubriste el canto y cuándo comenzaste a dedicarte profesionalmente a ello?
El canto de alguna manera llegó a mí, a pesar de haber crecido en una granja donde la ópera simplemente no existía. En realidad, comencé a cantar hasta los 25 años, cuando ingresé en el Mozarteum de Salzburgo. Antes de eso había tomado algunas lecciones a la par de mis estudios en comercio internacional, pero es algo que no había tomado con seriedad. 

¿Cómo fue tu recorrido hasta llegar a un escenario?
Mirando hacia atrás, puedo decirte que no fue un periodo fácil, ya que después de mis estudios de comercio internacional pensé que el estudio de la voz transcurriría de la misma forma, y eso evidentemente no fue así. Siempre sentí la presión del tiempo y de mi edad, pues ya tenía veinticinco años cuando comencé a dedicarme a ello.

¿Qué sensaciones tuviste cuando finalmente debutaste, cuál fue ese papel y en qué teatro ocurrió?
Mi debut fue en el papel de Despina en un pequeño teatro en el norte de Austria… ¡Y me encanto! Ese día me sentí tan nerviosa que las manos me temblaban mucho, como también la taza de té que sostenía en la primera escena, pero de alguna manera entendí que ese era el camino que debía seguir.

¿Cómo te definirías desde el punto de vista vocal y cuál consideras que es el repertorio más adecuado para tu voz en este momento?
Te diría que soy una mezzosoprano lírico, con tendencia hacia una voz más dramática. Después de muchos años de cantar coloratura he comenzado a amar las líneas más líricas. En mi repertorio actual hay, por ejemplo, papeles como Octavian en Der Rosenkavalier, el Compositor en Ariadne auf Naxos, Marguerite, Fricka y el Réquiem de Verdi, sin dejar de lado a Mozart o al bel canto. Trato de mantener mi voz lo más flexible posible, dándole a la vez más y más espacio y tiempo para que crezca.  

Tu carrera está ligada al Teatro de la Ópera de Colonia en Alemania, primero como miembro de su ensamble y ahora como solista invitada. ¿Qué te aportó trabajar con una casa de ópera importante?
Aprendí mucho en Colonia, tanto en la parte profesional como en la personal. Tan solo en mi primer año allí canté diez papeles nuevos —una locura—, pues (aunque de alguna manera lo pude llevar a cabo) padecí muchos síntomas de estrés. Para mí fue una buena experiencia el haber estado en esta compañía, donde me trataron muy bien desde el principio, además de que tuve oportunidades únicas de cantar papeles maravillosos como Nicklausse, Sesto, Dorabella, Hänsel, Carmen y Preziosilla. Lo sentí como un ambiente seguro para poder cantar estos grandes papeles o Fachpartien. 

Al mismo tiempo me empezaron a invitar a otros teatros, y eso fue una buena combinación. Desde un principio tuve claro que sería una artista independiente, y eso se confirmó cuando conocí a mi marido, que también es del norte de Austria. En resumen, puedo decir que en Colonia me convertí en una artista. 

«Me gustan los roles en travesti»

¿Cuáles son los papeles más cercanos a tu temperamento y que te hacen sentir más a gusto cuando los interpretadas en escena? ¿Cuáles son tus compositores preferidos?
¡En realidad son muchos! Me encantan los papeles en travesti, y me siento a gusto con ellos; aunque honestamente tuve algunos problemas para cantar mi primera Carmen, porque los papeles de hombre se me facilitaban. En general diría que me encanta cantar todo aquello que tenga un significado, ya sea comedia o drama, siempre y cuando no sea algo superficial.

Me encantan los papeles de Mozart y del Barroco, pero me siento muy atraída por Verdi y Wagner, y por supuesto por Strauss. A veces pienso que debe haber una razón por todo el drama que hay dentro de mí [Risas.] y espero que mi voz crezca exactamente en la dirección de personajes como Eboli, Amneris, Fricka, etcétera.

Eres de las pocos artistas que han podido cantar en este periodo tan complicado para los teatros y los cantantes. ¿Qué sentiste cuando pisaste de nuevo un escenario y cómo fue esa experiencia en el Teatro Regio de Turín?
Sí, fui verdaderamente afortunada y lo recuerdo como una gran experiencia. Primero fui invitada, de manera inesperada, por el Teatro Regio de Turín para hacer una grabación del Requiem de Mozart. Hicimos un pequeño concierto allí para la gente que trabajaba en los hospitales de la ciudad, y debo decir que aún me emociono mucho cuando pienso en ello, ya que todo mundo lloraba: los que estábamos sobre el escenario y los que no. 

Después, en el mes de octubre me invitaron a Colonia a hacer Lola Blau, del compositor Georg Kreisler, que fue el único mes que se nos permitió trabajar en un escenario. Durante ese periodo estuvieron programadas mis seis funciones de Lola, así que pude cantarlas todas. Lola Blau es una obra muy especial, porque es un espectáculo para una sola mujer, y su significado no se ajusta a un tiempo en particular. Así que estuvimos contentos y agradecidos de poder trabajar en el teatro y, al final, gente del público vino a agradecernos por tener algo que los mantuviera mentalmente fuertes para poder soportar el confinamiento.

Hablabas de tu interés por cantar papeles de Mozart y del repertorio barroco. ¿Consideras que ambos repertorios se complementan? ¿Cantar uno facilita la interpretación del otro?
Yo comencé precisamente cantando barroco y Mozart, y para mí ambos han sido buenos repertorios para mantener la voz en su lugar adecuado, flexible y suave; ya que en el Barroco y en Mozart no hay tiempo para encontrar la voz en las notas: esta tiene que estar ya allí desde el inicio. Así que sí: puedo afirmar que el Barroco y el repertorio de Mozart embonan muy bien.

¿Cómo balanceas tu carrera para poder hacer conciertos con orquesta y recitales de Lied a la par de producciones operísticas?
Hasta hoy no es en realidad algo que yo pueda elegir, y creo que son muy pocos los artistas que pueden elegir armar su calendario de esa manera. Debido a este periodo, pienso que la situación se ha complicado aún más. Yo solo puedo sentirme agradecida y con la suerte de haber tenido oportunidades y proyectos para cantar. Si pudiera elegir libremente cómo llevar mi carrera, dividiría mi tiempo: la mitad en conciertos y la otra mitad haciendo ópera. Me encanta la ópera por todo el drama que contiene, así como por el proceso con el que se desarrolla, aunque creo que el tiempo de ensayos es demasiado largo en la mayoría de los casos. En mi caso particular, al tener un hijo pequeño, uno comienza a pensar diferente sobre cómo hacer los ensayos más eficientes. Cantar en conciertos está mucho más enfocado hacia la música, sin divagar tanto, diría, y consume menos tiempo. Esto lo menciono porque pienso que en ocasiones uno debe ser también pragmático, y al menos a mí me ha servido pensar así. El Lied es una historia completamente distinta para mí, ya que requiere de mucha preparación en la voz, en el significado, en la técnica y en los nervios, ya que uno se encuentra desnudo y muy próximo al público. ¡Pero es un reto que me encanta!

Como artista, ¿qué es lo que más disfrutas y lo que no cuando te paras frente al público?
Para mí, que he tenido pánico escénico toda mi vida, estar en un escenario ha resultado ser una forma de terapia. Hubo funciones donde casi me enfermé del miedo y, a pesar de ello, subirse a un escenario requiere de mucha dedicación, todo el tiempo, hacia la propia personalidad de un. Ayudan la meditación, el yoga, la visualización y el entrenamiento mental. Por otra parte, lo que más me gusta de estar en un escenario es la energía que fluye a través de mi cuerpo y ver cómo la música tiene un efecto positivo en la gente. Creo que ese es el gran regalo que nos da el canto. 

¿Qué cosas del día a día son rutina para un cantante que el resto de la gente desconoce?
Diría que hay una flexibilidad que el artista posee en todos los contextos. Nosotros no tenemos un horario normal, y nuestro trabajo muchas veces da la impresión de no producir nada, como cuando nos dedicamos al estudio para aprender una obra desde el inicio y en una lengua extranjera. Mi rutina diaria, teniendo un hijo pequeño, es que aprendo algo mientras puedo, y para ello siempre me las arreglo. A veces me sorprendo a mí misma de cómo es que así he podido aprenderme cosas en mi cabeza y en mi cuerpo. Está también la presión de pararse frente a mucha gente y abrir el alma, hacer que la voz sea escuchada —de manera literal—; y esa cantidad de presión y apertura tiene un precio, al menos para mí. Se requiere que uno tenga muchos cuidados con uno mismo. 

Algo más: como madre, cuando me ofrecen un nuevo contrato, como en el Festival de Bregenz donde tuve que estar dos meses y medio, hay un cincuenta por ciento de alegría y otro cincuenta por ciento de preocupación, porque me pregunto: ¿Cómo me organizaré con un hijo? ¿Estoy con el tiempo necesario? ¿Quién lo cuidará? ¿Cómo le haré? Un nuevo trabajo significa alejarse de la casa y de la familia por un largo tiempo, no llegar por las noches. Todo esto junto crea un estilo de vida particular, y cada artista lo tiene que manejar de distinta manera. Para mí lo más importante es mantener mis raíces y un hogar al que pueda regresar, porque este trabajo da mucho, pero también toma y exige mucho. 

Escena de Didone Abbandonata en Innsbruck © Rupert Larl

Durante el periodo en el que los teatros estuvieron cerrados te mantuviste activa en redes sociales haciendo entrevistas a otros cantantes, directores de escena o con gente que daba consejos sobre el canto. ¿Qué te motivó a llevar a cabo esta actividad?
Antes de que comenzara el coronavirus, ya había pensado que en la vida hay muchas otras cosas por hacer, por eso que tengo otros intereses; y en ocasiones la estructura de nuestro trabajo es muy desgastante, como esperar a que llegue el siguiente compromiso, el estar siempre ansioso o preocupado de si estará uno a la altura de tal papel o de tal teatro. Además, no quería alejarme más de seis meses de mi casa, así que fue una forma de probar cómo podría ser mi vida después del canto. 

Durante el cierre de los teatros reflexioné más sobre qué es lo que hacen los artistas cuando no cantan. Y esa fue mi respuesta. Me puse en contacto con artistas y otras personas y comencé a hacer entrevistas. Fue así como comencé con lo que fue solo una idea. Tuve muchas conversaciones muy buenas, pude conocer gente sobresaliente, y hablé con algunos que ya eran importantes para mí tanto desde lo personal como desde lo profesional.

¿Cómo visualizas el futuro de la ópera y de los artistas? ¿Podremos escuchar de nuevo música en vivo?
Para mí, las transmisiones no son satisfactorias. Honestamente, no he visto una sola transmisión o streaming, y cuando lo intenté no pude hacerlo por más de cinco minutos. Creo que tanto la ópera como los conciertos se nutren y viven de la energía que se genera en ese lugar y ese momento. Espero que también esto sirva para que se den cambios a futuro; por ejemplo para los artistas independientes que no tienen seguridad o que pertenecen a un sindicato. 

En cuanto al público, seguro volverá a los teatros, porque hay mucha gente que ama esta experiencia. Pero creo que el teatro también, con mucha frecuencia, ha cavado su propia tumba. Con ello quiero decir que hay muchos aspectos de este negocio que no tienen nada que ver con lo que el público quiere. Hoy tienen más que ver con la presunción y los juegos de poder, antes que con la música y las necesidades de quienes asisten a los teatros. Son situaciones para considerar, y este periodo servirá para que algunas cosas mejoren. ¡A mí me encantaría que así fuera!

Para concluir, ¿Podrías decirnos cual consideras que es el momento mas memorable o de mayor orgullo para ti en esta carrera?
Ha habido muchos, pero el más emotivo para mí fue en el estreno de Hänsel und Gretel en la Ópera Estatal de Berlín. Los ensayos comenzaron cuando mi hijo tenía apenas once semanas de haber nacido y era el momento mas intenso de mi vida. Estar en una ciudad diferente, con las hormonas al máximo, con una cuidadora a la que no conocía, con ensayos muy extensos todos los días, durmiendo poco, amamantando, etc. El día del estreno, al momento de los aplausos, estaba tan abrumada que yo misma comencé a llorar como un bebe. No podría ser más dramático, ¿cierto? [Risas.] 

Didone Abbandonata (Eneas) en el Festival de Musica Antigua de Innsbruck:

Katrin Wundsam canta «Wenn mein Schatz Hochzeit macht», de Gustav Mahler

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