Nicolò Balducci: “El canto es emulación y yo he estudiado siempre con mujeres”

Nicolò Balducci: «Me encanta que tanto el sexo en el escenario como mostrar los distintos tipos de sexualidad no representan un problema: en la ópera barroca hay mucha más libertad» © Paolo Donato

Nacido en el sur de Italia en 1999, Nicolò Balducci se está afirmando como uno de los contratenores más prometedores de Italia; como muestra sus últimos compromisos en importantes recintos para la música antigua como el Teatro Olímpico de Vicenza, el Teatro Farnese de Parma, la Sala de Conciertos de Gotemburgo o el Teatro Palladium de Malmö dentro del Festival de Música Antigua de Estocolmo.

Balducci ha ganado importantes concursos dedicados a la música barroca en Europa, lo que ha desencadenado una cantidad importante de invitaciones a debutar nuevos roles en nuevos recintos, algo doblemente loable ya que la oferta de ópera barroca y renacentista es definitivamente menor respecto a otros géneros como la ópera francesa, el bel canto italiano, los ciclos de Lieder germánico, etc.

‘Sì dolce è il tormento’, Monteverdi, Libro nono di madrigali e canzonette; ‘Vedrò con mio diletto’, Il Giustino, Vivaldi; ‘Tra speme e timore’, Alcina, Händel. Quartetto Vicenza. Concorso Internazionale Voci Olimpiche, Teatro Olimpico di Vicenza, 6 novembre 2019.

A sus 24 años cuenta con dos materiales discográficos, una agenda considerablemente apretada y un muy prometedor futuro gracias a su chispeante y angelical voz, su cristalina coloratura e interesante modo de pensar. Aprovechando la pausa pascual platicó en exclusiva con Pro Ópera, compartiendo su particular punto de vista respecto a la música antigua.

Nicolò, ¿cómo descubriste la música?
Desde pequeño tuve una pasión innata por la música; empecé a los seis años como bailarín, luego pensé que no era mi camino y le dije a mi mamá que no quería bailar más, sino aprender a cantar. Había en mi pueblo dos coros, uno de voces blancas y otro de adultos, pero como no había suficientes niños porque es un pueblo pequeño, me integraron con las sopranos ¡pero del coro de adultos! 

Cuando se incendió el Teatro Petruzzelli de Bari y lo restauraron, para el concierto de reinauguración participé en el coro de voces blancas. Me impresionó porque cuando estas cantando las luces del teatro están apagadas y no ves cuánta gente hay, pero cuando el espectáculo acaba y se encendieren las luces del foro ves a toda la gente que aplaude, es una experiencia única. Luego hice la secundaria musical enfocada al canto lírico y me sumergí de lleno en el mundo de la ópera.

«En este momento histórico, en el que se están dando pasos enormes en pro de la diversidad, la ópera barroca te da la posibilidad de expresar estos temas ampliamente» © Paolo Donato

Normalmente cuando un joven decide dedicarse a cantar, lo catalogan y trabajan como tenor o barítono. ¿Cómo descubriste que tu voz sería la de contratenor?
En efecto, primero empecé a trabajar como tenor. Mi maestra tuvo una excelente visión a futuro, pues veía que cantaba canciones pop y subía fácilmente a los agudos. Me propuso intentar esta tesitura argumentando que hay pocos contratenores, que es una voz rara, etc. Empecé a cantar el Vaccai pero una octava arriba de lo escrito; ahi nació el amor por la tesitura pues me gustaba como se escuchaba mi voz ahí arriba.

He leído una variedad de versiones muy diferentes entre sí, sobre la diferencia entre un contratenor contraltista y sopranista. ¿Podrías explicar claramente la diferencia?
De entrada tendría que decir que son conceptos erróneos. La tesitura oficial debería ser la de contratenor, a secas. Porque contraltista y sopranista fueron apelativos que se les dieron a los castrati. Hoy en día estos términos no aplican porque el “contratenor” es una voz relativamente nueva, aunque hoy hagamos el repertorio que fue escrito para los castrati. 

Es cierto que en los últimos años se ha dado la tendencia a darle el término de sopranista a una voz un poco más aguda de las otras, para hacer entender al público que llega más alto que un “contratenor” regular, pero la realidad es que todos somos contratenores.

¿Cómo consideras tu voz técnicamente?
En mi caso, no tengo una voz plenamente sopranil, me consideraría un Soprano II. Tengo un buen registro central y graves corpulentos. Obviamente tengo agudos, pero no sobreagudos; por ejemplo, no tengo el Re o el Mi bemol, desgraciadamente.

Visto que tanto en el repertorio, pero sobre todo en la parte escénica, el contratenor está ligado a la figura femenina. En tu opinión, ¿existe esta emulación femenina también en la voz?
Nunca me lo había preguntado. Emulación diría que no, porque te das cuenta cuando está cantando un hombre o una mujer. Pero por otro lado, el canto es emulación y yo he estudiado siempre con mujeres, definitivamente algo se adhiere al interior de uno mismo. Lo bello de esta tesitura es que también se puede evidenciar lo que hay abajo —no solo los agudos—, porque los agudos los tienen las sopranos, pero ellas no tienen esa potencia en el registro grave.

Y ya en escena, ¿los personajes sienten alguna injerencia dependiendo si lo canta un hombre o una mujer?
¡Definitivamente! Sabes cuando un rol fue escrito para Giovanni Carestini “Cusanino” o para Carlo Broschi “Farinelli”… o para cualquier castrado, porque la partitura tiene muchos saltos y cambios repentinos del registro central al agudo. 

Por ejemplo, cuando canto el rol de Sesto de Giulio Cesare, que fue escrito para una mujer [el papel fue creado por la soprano en travesti Margherita Durastanti], siento la diferencia con respecto a Serse [estrenado por el soprano castrato Gaetano Majorano “Caffarelli”) o Ruggiero de Alcina [rol creado por el mezzosoprano castrato “Cusanino”], que lo hago mucho más fácilmente, porque no permanece siempre en el registro agudo: explota mucho el centro y los graves, con eventuales saltos hacia arriba, y son mucho más cómodos.

Oberto en Alcina de Händel, Teatro Olimpico di Vicenza, 2021

Periarco en Il Xerse de Cavalli, Festivale della Valle d’Itria, 2022

Hablemos un poco del repertorio barroco. ¿Por qué crees que Verdi, Donizetti, Puccini, etc. siempre están programados en los teatros de ópera, y si tenemos suerte, hay a lo sumo una Rodelinda, un Giulio Cesare o una Agrippina?
En Italia poco a poco se está programando más ópera barroca. No hay que olvidar que Italia también está ligada al “gran repertorio” porque es nuestro: ¡Verdi y Puccini son nuestros! Al mismo tiempo, el barroco tiene cierta “mala fama”: dicen que es anticuado, que es aburrido, etc. 

Pero con el barroco hay mucha libertad, hay mucho que imaginar, mientras que con el otro no. Me explico: en Rigoletto está escrito en la partitura cuándo un cantante entra en escena, cuándo debe moverse, etcétera. Verdi dejó todo por escrito. Mientras que en el barroco no hay nada: ¡no está escrito ni siquiera dónde debes meter la sílaba! La metes donde Dios te da a entender o donde te sientas más cómodo.

También hay que poner sobre la mesa el miedo de parte de los cantantes de afrontar estas libertades, aunado al miedo de parte del público de enfrentar estas historias. No podemos tampoco dejar de lado el marketing: una ópera de Puccini te llena siempre el teatro, pero si presentas una ópera de Giovanni Alberto Ristori (1692-1753) o de Domenico Natale Sarro (1679-1744)… [Suspira.] Se necesita saber vender la ópera barroca.

¿Qué tiene la ópera barroca que el bel canto o el verismo no?
¡Ufff… depende de cuánto pueda hablar libremente! ¡Es una pregunta de alto riesgo y mucho peligro! [Ríe.] Lo que más me gusta de la ópera barroca es que los compositores ¡no se metían en tantos problemas! 

Por ejemplo, estoy por estrenar en Valencia L’incoronazione di Poppea de Claudio Monteverdi (1567-1643), una ópera donde hay literalmente ¡de todo! Me encanta que tanto el sexo en el escenario como mostrar los distintos tipos de sexualidad no representan un problema: en la ópera barroca hay mucha más libertad. 

En este momento histórico, en el que se están dando pasos enormes en pro de la diversidad, la ópera barroca te da la posibilidad de expresar estos temas ampliamente; algo que con Puccini sería impensable de proponer. Además, con la ópera barroca una producción futurista o descabellada no molesta en lo más mínimo, mientras que una Traviata o una Bohème muchas veces quedan desvirtuadas si las sacamos de contexto.

En el último año tu carrera ha tenido un boom internacional: te has presentado en importantes escenarios de Alemania, España, Suiza, incluso en el Palacio de Versalles. ¿Qué significa cantar en un lugar como este, tan representativo de tu repertorio?
Cuando llegué a Versalles, no lo podía creer, tenía jet-lag, así que atravesé la galería de los espejos pensando que aún estaba durmiendo. Uno en la vida no se da cuenta cuando las cosas te están yendo bien; es un cúmulo de pequeños buenos momentos, y éste definitivamente fue uno de esos. 

Cantar ahí, para mi repertorio, significa tanto, aunque yo no canto música francesa porque no hay prácticamente nada en este idioma para contratenor, pero para quien cante repertorio francés del siglo XVIII en adelante debe ser aún más emocionante hacerlo en el lugar en donde la música fue escrita y pensada. ¡Y con emoción puedo compartir que regreso el próximo año para cantar Giulietta e Romeo de Niccolò Antonio Zingarelli (1752-1837)! El Romeo [que fue creado para el soprano castrato Girolamo Crescentini] lo hace Franco Fagioli, y yo hago a Mercuzio, que en esta producción se llama Gilberto [creado por el soprano castrato Angelo Monanni “Manzoletti”]. ¡No me preguntes por qué! [Ríe.]

Castrapolis: música inédita de Auletta, Hasse, Porsile, Sarro y Scarlatti

Amore Dolore: grandes «hits» de Broschi, Duni, Händel y Vivaldi

Hablemos un poco de tus dos CD que han salido últimamente, cuéntanos primero un poco de Castrapolis, que salió al mercado en octubre de 2022.
Fue grabado en julio del 2021, y nació de la idea del flautista y director sueco Dan Laurin y la clavecinista Anna Paradiso, quienes querían grabar música de la escuela napolitana. Pensamos que nos faltaba repertorio, y que no tenemos nada a disposición, así que tras una gran búsqueda gracias a un fondo económico para la cultura del gobierno de Suecia, fuimos al Conservatorio Majella de Nápoles y encontramos una cantata de Domenico Sarro, varias arietas muy breves que vienen en un único manuscrito y demás material que hicieron que nos enamoráramos del género. 

¡Toda es música bellísima! Como todo el tracklist estaba enfocado a música napolitana de compositores napolitanos que compusieron esta música viviendo en Nápoles, decidimos titularlo: Castrapolis un apelativo de la ciudad, ya que en en el siglo XVIII Nápoles era la ciudad con mayor cantidad de castrati en el mundo. Era conocida como “la ciudad de los castrados” y polis significando ciudad, surgió espontáneamente Castrapolis.

El repertorio de Castrapolis puede considerarse totalmente inédito, y apenas el pasado mes de marzo de 2023 salió al mercado Amore Dolore, tu nuevo CD con prácticamente los greatest hits del barroco. ¿Por qué el cambio radical?
Porque cuando BIS, la etiqueta discográfica de ambos discos, escuchó las primeras grabaciones de Castrapolis, decidieron ofrecerme hacer uno nuevo solo con puros hits. Buscaban grabar un disco con títulos muy conocidos y esta era la oportunidad ideal.

¿Qué viene ahora en tu aún prometedora carrera? Digo ‘aún prometedora’ porque tienes menos de 25 años. ¿Cuáles son tus próximos proyectos o compromisos que nos puedas contar?
Pues este año, como te comentaba, viene Giulietta e Romeo en Versalles, luego tendré el honor de cantar el Cherubino de Le nozze di Figaro en Ferrara. (Entre paréntesis, este es otro rol escrito originalmente para mujer [creado por la soprano Dorotea Bussani], en el cual se siente la diferencia que te comentaba antes, cuando lo canta un contratenor.) 

Retomando tu pregunta, luego haré Nerone [creado por el soprano castrato Stefano Costa] de L’incoronazione di Poppea en el Palau de les Arts de Valencia, Osmino en La fida ninfa de Antonio Vivaldi en Innsbruck y algunas cosas más. Es un año lleno de debuts de roles. ¡Me debo poner las pilas!

‘Qual serpe tortuosa’, aria de Osmino, La fida ninfa, Vivaldi. Competizione Cesti 2022. Innsbrukcer Festwochen der Alten Musik

Como es tradición para cerrar la entrevista te pregunto: ¿cuál es el aria para otro registro que lamentas que no haya sido escrito para contratenor?
Mmmm… ¡Interesante pregunta! Te lo cambio por un rol completo, adoro la Norina de Don Pasquale [Ríe.] Es un rol que me encanta pero nunca lo podré cantar porque no soy capaz vocalmente, pero me entristece que no lo hayan escrito para contratenor. Si tuviera que decirte un aria, sería el aria de Sarastro ‘O Isis und Osiris’ de Die Zauberflöte de Mozart. Si hubiera sido un bajo, me hubiera encantado cantarla, es un aria que me fascina.

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