Sydney Mancasola: “Debemos enfocarnos en el aquí y ahora”

Sydney Mancasola © Barbara Anmüller

El nombre de la soprano californiana Sydney Mancasola comienza a ser más conocido en las temporadas operísticas de Europa y Estados Unidos. Como muchos cantantes estadounidenses, después de concluir sus estudios musicales, Sydney completó su formación escénica en Europa, donde actualmente desarrolla la mayoría de sus compromisos. Sin embargo no ha pasado desapercibida para importantes teatros de Estados Unidos como el Metropolitan de Nueva York, donde debutó hace un par de años, la Ópera Nacional de Washington, donde cantó el rol de Pamina, o la Ópera de Los Ángeles, que la invitó a debutar allí el próximo año el papel de Mélisande en la ópera de Claude Debussy. 

Entre sus compromisos de la temporada actual, debutó en la Ópera Nacional de París con el papel de Adina en L’elisir d’amore de Donizetti; cantará el rol de Tytania en A Misummer Night’s Dream de Britten en Lille, Francia y en Des Moines, Iowa, en Estados Unidos; y volverá al teatro Komische Oper de Berlín para cantar los papeles de Antonia, Giulietta y Stella en Les contes d’Hoffmann de Offenbach; así como el de Eurydice en Orphée aux enfers, también de Offenbach. Posteriormente debutará en la Ópera Estatal de Hamburgo y se presentará de nuevo sobre el escenario del Met. En esta entrevista, Sydney comparte sus puntos de vista sobre su carrera, su afinidad por el repertorio francés, así como los retos para desempeñar su trabajo como artista en la actualidad. 

Sydney, ¿siempre supiste que querías ser cantante o fue una pasión que se fue desarrollando con el tiempo?
Comencé con mis estudios de voz alrededor de los 14 años, pero mi relación con la música clásica había comenzado mucho tiempo antes, a la edad de 2 años que comencé a aprender a tocar el violín. Siempre me ha conmovido la música clásica, así que para mí nunca estuvo en discusión si a esto me dedicaría laboralmente en mi vida. Una vez que comencé a cantar, supe rápidamente que había descubierto mi verdadera vocación.

Si pudieras cantarle una aria a alguien que nunca antes ha escuchado tu voz, ¿cual elegirías?
Aunque parezca chistoso, creo que sería un aria que nunca he interpretado en escena, y es el aria de Micaëla de Carmen de Bizet. Me gusta la lucha interna de coraje que Micaëla busca en el aria y, aunque es un papel que nunca he cantado en vivo, he cantado siempre el aria para mi propio regocijo. 

Pamina en Die Zauberflöte, Ópera de Washington © Scott Suchman

Sé que les cuesta trabajo a los cantantes responder esta pregunta, pero, ¿cómo describirías tu voz y cuál es el repertorio más adecuado para ella actualmente?
Tienes razón, pero alguien describió mi voz recientemente como “brillante en color, pero compleja en timbre”. Algo que sonó razonable para mí. Mi voz se adapta muy bien a la tesitura de soprano lírico coloratura, especialmente en el repertorio francés, que requiere ligeramente más cuerpo y variación en el timbre que en los papeles belcantistas de coloratura. Dicho lo anterior, me gusta diversificar mi repertorio, desde ópera barroca hasta ópera contemporánea para mantener mi arte y mi voz flexible y dinámica.

Ya que tocas el tema del repertorio francés, del que has cantado en escena papeles como Manon, la Comtesse Adèle en Le Comte Ory, Marie en La fille du régiment, Leïla en Les pêcheurs de perles y las cuatro sopranos de Les contes d’Hoffmann, y el próximo año debutarás el papel de Mélisande en Los Ángeles, ¿cómo surgió este interés, y afinidad, por cantar en esta lengua?
¡Esto es algo que han preguntado ya muchas veces! Me parece que ciertas lenguas se sienten más intuitivas para algunos cantantes como yo, a diferencia de otras. Creo que esto es algo que se aplica también para los estilos musicales y géneros. En mi caso, tanto el idioma como el estilo de los compositores franceses ha sido como algo instintivo. El reto y la belleza del repertorio francés es que le presenta al intérprete muchas oportunidades de expresión.

Si se compara con Mozart o con el bel canto, que requieren pureza y simpleza, la ópera francesa ofrece oportunidades para darle muchos matices e impulsos. Tan solo las indicaciones o marcas en una partitura de Massenet, por ejemplo, son tan extensas que uno podría pasar mucho tiempo aprendiéndolas, lo mismo o más que llevaría aprender las notas y los ritmos. Cuando un compositor exige varias texturas o dinámicas en la línea vocal, nuestro reto está en interpretarlos y encontrar la manera de crear cada una de esas pequeñas y mágicas texturas.

‘Adieu, notre petite table’, acto II de Manon de Massenet: https://www.youtube.com/watch?time_continue=21&v=5GtNhPzbNWk&feature=emb_logo

 

¿Hacia dónde crees que se dirige tu carrera o hacia donde te gustaría llevarla? ¿Qué papeles te gustaría poder cantar en el futuro?
He sido muy afortunada de haber podido cantar muchos de los papeles con los que soñaba. Sería muy feliz si puedo continuar cantando el repertorio que estoy cantando en la actualidad durante muchos años. Estoy ansiosa por poder agregar Juliette de Gounod a mi repertorio, y me gustaría cantar pronto Violetta y Leïla otra vez. Micaëla esta en mi lista de pendientes, así como también Norina en Don Pasquale y Blanche en Dialogues de Carmélites.

Manon en la Ópera de Des Moines

Mientras realizabas tus estudios musicales ¿qué descubriste que era más fácil para ti: la técnica o la actuación?
Creo que el error que cometí al inicio de mis estudios fue que me enfoqué mucho en la técnica y casi lo separé de la actuación. El aspecto teatral de la ópera es lo que me atrajo, pero quise dominar mi técnica y de alguna manera me olvidé que ambas deben ir de la mano. En mis estudios de posgrado, me animaron a cantar primero y siempre con intención. 

Cuentas ya con una carrera internacional. ¿Por qué consideras que en muchos teatros de primer nivel del extranjero los protagonistas frecuentemente son cantantes estadounidenses? ¿Qué es lo que hace que sean contratados por los teatros fuera de su país?
Es verdad lo que dices, aunque desafortunadamente debo decir que esto se debe al modelo del éxito estadounidense de “trabajar duro”. Sin embargo, hay una cierta presión que recae sobre nosotros por dar siempre el mayor esfuerzo y trabajar mucho, al costo que sea; y aunque esto puede crear músicos técnicamente muy correctos, no es precisamente la manera más armónica de fomentar la relación del artista con su propia creatividad. Claro que existen ventajas de contar con un modelo muy sólido de técnica en los programas formativos en Estados Unidos, pero personalmente me gustaría ver un cambio hacia dedicarse más a nutrir y fomentar las voces únicas que poseen los jóvenes artistas.

¿Cuál es el mejor consejo que has recibido?
“Haz las cosas una a la vez.” Soy una persona a la que le gusta prepararse para cualquier eventualidad que puede causar que me proyecte hacia el futuro, pero especialmente en estos tiempos he aprendido la virtud de la paciencia y de permanecer en el momento. Cada día nos presenta la oportunidad de crear algo hermoso, pero no lo podemos lograr si no estamos completamente presentes y enfocados en el aquí y ahora. Esto es lo más cierto que existe en una función. Cada momento es una oportunidad para crear magia, pero si uno está pensando o preparándose para el siguiente momento, perderá esa oportunidad. 

Volviendo a tu carrera, has cantando con regularidad en el teatro Komische Oper de Berlín, donde además te ha dirigido Barrie Kosky, director del teatro y conocido director de escena. ¿Qué nos puedes contar acerca de esta experiencia y que ha significado para tu carrera? La Komische Oper ha sido el lugar en el que he podido experimentar y crecer como artista. Se me presentaron inmensos retos allí en los inicios de mi carrera, como cantar las heroínas de Hoffmann, o los papeles de Semele y Cleopatra de Händel. 

Semele en la Komische Oper de Berlín

Cada una de esas producciones, especialmente las de Kosky, requerían el uso completo del cuerpo porque eran físicamente muy exigentes, pero increíblemente creativas en su ejecución, como es el estilo de ese teatro. Creo que ese compromiso hacia el teatro, como un compañero igual a la música, y nunca nada menos, verdaderamente formó mi manera de aproximarme a la creación de un personaje. El problema es que si hoy trabajo en una producción tradicional con poco espacio para la imaginación, me aburro y me frustro fácilmente. Siempre estaré agradecida a la Komische Oper por ofrecerme constantemente increíbles retos.

A finales del año pasado debutaste en la Ópera Nacional de Paris con el papel de Adina en L’elisir d’amore, y no mucho tiempo antes habías debutado en el Met como Pamina en Die Zauberflöte. ¿Qué podrías contarnos sobre la experiencia de debutar en escenarios tan importantes?
Honestamente, ambas experiencias fueron como un sueño. Nunca me imaginé que algún día me presentaría en tan estimadas compañías, rodeada de los mejores músicos del mundo. Es verdaderamente un sueño realizado cuando se pisan esos escenarios. Frecuentemente, el gran reto personal es poder convencerme a mí misma de que me merezco esas oportunidades. Sin embargo, cada vez que me paro al lado de algún gran músico de nuestro tiempo, siento que refuerza mi confianza, porque me he dado cuenta que también son humanos y no termino de sorprenderme de ver cómo tienen los pies en la tierra, y aun los artistas más encumbrados suelen ser así. Algo que forma parte de la actividad a las que nos dedicamos es que nos da humildad a un nivel muy profundo, no importa los éxitos que uno pueda obtener. 

 

Dueto, acto II, Le Comte Ory de Rossini, Des Moines Metro Opera, julio 2014, con el tenor Taylor Stayton: https://www.youtube.com/watch?v=HxfbPEOvWzI&t=122s

 

¿Cuáles son los retos o restricciones que antes no existían, y que hoy debes sortear para poder desempeñar tu trabajo?
Es verdad, nuestro estilo de vida definitivamente se ha complicado desde el inicio de la pandemia. Para darte un ejemplo, en la primavera del año pasado tenía dos compromisos al mismo tiempo, y para poder viajar varias veces durante la semana entre países tuve que dedicar la mayoría de mi tiempo libre haciéndome pruebas o buscando y leyendo cuáles eran los requerimientos o cambios de última hora que ocurrían entre una semana y la otra. 

Hoy no existe prácticamente una certeza en que se va a llevar a cabo una función. Además, para poder ensayar estamos siempre en riesgo de infectarnos. Es algo que está completamente fuera de nuestras manos, y definitivamente es un factor que ha agregado mucho estrés e incertidumbre a nuestra actividad. El problema más grande, en mi opinión, es el uso de mascarillas en los ensayos. Es imposible cantar con una mascarilla puesta sin evitar que se altere la técnica, y no estamos entrenados para cantar con mascarilla. 

Hoy es común que solo podemos cantar sin mascarillas hasta el ensayo general, y tenemos que hacer ajustes rápidamente en nuestra respiración y técnica en los ensayos finales. Creo que estamos aprendiendo a lidiar con estos nuevos retos, pero definitivamente que hay una curva de aprendizaje.

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