Víctor Jiménez Díaz: “En el barroco nace y se democratiza el género operístico”

Víctor Jiménez Díaz © Miguel Anxo

El joven y apuesto contratenor español Víctor Jiménez Díaz (Barcelona, 1988) es uno de los artistas más interesantes en la ilustre perspectiva de la música vocal actual. Poseedor de una voz radiante y singular, expresiva y de asombroso registro, este cantante se formó en el Conservatorio del Liceu barcelonés bajo la guía de ilustres profesores (Francesca Roig y David Madson) y tomó clases magistrales con la célebre soprano Monserrat Caballé. 

Desde muy joven mostró su talento al cantar en su país natal y en su debut internacional en el Théâtre des Champs-Elysées de París con Jean Claude-Magloire, con quien colaboraría nuevamente en Reims (en el oratorio Messiah de Händel), donde obtuvo el premio Voix Sacree-Talentes Lyrique en 2015. Dos años más tarde debutó en el festival Opera Rara de Cracovia (Polonia) en la ópera Arminio de Händel bajo la dirección de George Petrou y Max Emanuel Cencic. Con el maestro Diego Fasolis participó en el estreno mundial moderno del oratorio Adamo ed Eva de Baldassare Galuppi, cantando la demandante parte del castrato con tan solo una semana de preparación en Lugano, Suiza. Su debut latinoamericano sucedió en Brasil con la compañía A Trupé Barroca y su director Sergio Días, interpretando arias de los héroes händelanianos.

En la presente entrevista, Víctor ahonda más en la experiencia de vivir una exitosa carrera dedicada al arte vocal con gran pasión y admirable profesionalismo. 

¿Podría platicarnos de sus inicios en la música? ¿Cómo es que decide estudiar canto profesionalmente?
En mi familia no hay antecedentes musicales, aunque crecí en una casa donde siempre había música y todo el mundo pasaba el día tarareando. Sobre los siete años tuve un profesor de música en el colegio, descendiente del compositor catalán Guanyabens, que tocaba varios instrumentos y enseñaba la materia con una pasión contagiosa. Un día nos puso un fragmento del Imperayritz de la ciutat joyosa, una canción medieval catalana y aquello me dejó fascinado. 

La música clásica era impopular en mi entorno, pero desde entonces la escuchaba y cantaba a todas horas, a escondidas. En el instituto, tuve a Helena Escolano como profesora de música, historia y filosofía. Con ella, guitarrista y cantante de formación clásica, aprendí mis primeros lieder, vi mis primeras óperas completas y hasta di mis primeras lecciones de canto e historia de la música. La pasión que mostraba en sus clases la llevó a hacer llamar a mis sorprendidos padres para contarles que tenía un talento que valía la pena desarrollar, por lo que nos proponía pedir una audición en el conservatorio de mi ciudad. Fui admitido con un examen de nivel y me incorporé inmediatamente y a mitad de curso. Tenía solo 11 años, pero mi obsesión por la música era total. Tras el primer día de conservatorio sentí que había encontrado mi lugar y mi vocación. 

Stabat Mater de Pergolesi, con la Orquesta Barroca de Barcelona © Paco Dalmau

¿Cuándo descubre su voz de contratenor?
Entré en el conservatorio cuando mi voz todavía era la de un niño soprano. Tenía la voz colocada naturalmente y una extensión considerable que me permitía vocalizar por encima de La sobreagudo. Tras el periodo del cambio de voz en la pubertad, adquirí más de una octava en mi voz de pecho, pero por alguna razón (quizás por haber estado cantando durante el proceso) mantuve una voz media-aguda y la misma extensión. La soprano Ingrid Ustrell, quien me acompañó en aquel proceso, trató de ayudarme entonces a cantar como tenor o como barítono, pero a todas luces el registro de contratenor se imponía, así que mantuvimos la tesitura y la continuamos explorando con prudencia. Ingrid me hizo visitar con regularidad a distintos foniatras a lo largo del curso, para que nos aseguraran que en ningún momento se comprometiera mi salud vocal. Gracias a ellos, pudimos saber que hay ciertas características anatómicas que dan explicación al porqué de las particularidades de mi voz y que el camino elegido continuaba siendo una opción óptima y saludable.

Su voz es inusual, tomando en cuenta el registro, belleza y colorido. ¿Podría hablarnos de ella?
Muchas gracias, es usted muy generoso. Como le digo, hay ciertas características de mi sistema fonatorio que me permiten hacer lo que hago. Luego está el compromiso con el estudio de la técnica y del repertorio. Creo que haberme puesto al servicio de un repertorio extenso debe haber contribuido a enriquecer mis recursos interpretativos, tanto en lo formal como en lo estético, y que por supuesto la influencia de mis maestros ha favorecido su desarrollo. 

En términos de tesitura, considero que he devenido lo que en el barroco se conocía como un contralto masculino puro. Mi voz, como supuestamente debió ser en los castrati a los que emulo, es predominantemente luminosa y goza de una flexibilidad que me permitirme acceder a los extremos en ambas direcciones. No obstante, soy consciente de que alcanzar una nota en el estudio no significa estar en posesión de ella, y que lo que verdaderamente es útil en las tablas es aquello que uno puede moldear a su antojo y es funcional, sea cual sea su contexto acústico, musical y/o dramático. En mi caso, esto se da en el centro de la voz y es por ello que elijo enfocarme en un repertorio que me permita vivir en él.

Orlando Furioso de Vivaldi © Atelier Lyrique de Tourcoing

Las exigencias vocales en obras de compositores barrocos suelen ser muy notables, sin embargo, el cantante solo posee una sola voz para afrontarlas. ¿Cómo prepara usted una ópera antigua ya sea de Monteverdi, Händel o Vivaldi?
No le falta a usted razón. Las exigencias en la ópera barroca son enormes, pero sus creadores también eran grandes conocedores del instrumento vocal, por lo que el estudio de sus obras es un reto muy enriquecedor y saludable. Mi método de preparación de las obras no varía en función del repertorio. Suelo partir del contexto histórico y filológico. Reviso si hay literatura, grabaciones y tradición, y una vez que estoy ubicado, empiezo a leerlas sin intermediarios. Es importante para mí conocer al personaje, saber quién es y para quién fue escrito. Si la parte me va en lo psicológico y la línea vocal se adecua, olvido la música al principio y empiezo por el mismo lugar que el compositor: el texto. Cuando lo tengo traducido (si no hablo el idioma), y lo puedo decir con naturalidad, inicio el solfeo, tratando de resistir la tentación de integrar ambas cosas por el momento. Todo este proceso, al contrario de lo que pueda parecer, acorta el tiempo de estudio y, sobre todo, evita memorias musculares indeseadas. Una vez que me siento libre con texto y música, empiezo a unirlos, sitúo los acentos del texto en la línea vocal, escribo mis cadencias y empiezo el trabajo de memorización. 

Posteriormente, vendría el periodo de ensayos, al que trato de llegar lo más flexible posible, pues el nuestro es un trabajo en equipo y cuando no recae esta responsabilidad en nosotros, necesitamos adaptarnos al criterio de la dirección musical y escénica. 

Supongo que, pese a darme tres nombres barrocos y, por tanto, afrontarlos con premisas similares, en Monteverdi manda el texto por encima de la música y quizás en Vivaldi impere la exigencia vocal. Con Händel uno se encuentra a caballo entre los dos y el personaje suele tener más profundidad y recorrido psicológico.

‘Cor ingrato, dispietato’, Vivaldi: https://www.youtube.com/watch?v=V2Esu3qWVzE&t=4s

¿Como ha sido para usted la experiencia de trabajar con los célebres directores Diego Fasolis y George Petrou?
Tanto Petrou como Fasolis son dos líderes estupendos con los que fue un honor y un placer haber podido trabajar. Ambos tienen un gesto claro y un oficio depurado. Pero lo más importante es que son músicos que trabajan desde la humildad y el respeto por la música y los artistas. Por las condiciones de nuestro proyecto en común, he tenido más trato con el maestro Fasolis, con quien sigo en contacto. Diego es un músico extraordinario, con una capacidad de trabajo, un bagaje profesional y un discurso tan claro que infunde respeto. Aun así, en el trato personal es una persona muy afable que sabe crear un ambiente de trabajo maravilloso. Sería un placer volver a colaborar con cualquiera de los dos. 

Usted también ha cultivado su arte en repertorio sacro y obras contemporáneas. ¿Qué representa para usted la interpretación de obras de vanguardia y de carácter religioso?
En los últimos años me interesa mucho la música contemporánea. Especialmente cuando puedo participar de su proceso creativo. Creo sinceramente que apoyar e interpretar a los compositores vivos es una responsabilidad que los artistas tenemos con el presente y el futuro de nuestro género. Además, es una experiencia enriquecedora a muchos niveles. Si la obra se gesta pensando en tu voz, esto la dota de una comodidad y adecuación difícilmente asumibles en música creada para intérpretes ajenos. 

Luego, participar de su gestación junto al compositor le permite a éste transmitirte su ideal más allá de la limitación del lenguaje. Esto nos provee de armas cuando volvemos a repertorios en los que, por ya no estar vivo su autor, solo dispones de su herencia escrita y la literatura de sus contemporáneos. 

Por último, la música del pasado estaba concebida en su contexto histórico e interpelaba a sus contemporáneos. Su vigencia y perdurabilidad a lo largo de a veces cuatro o cinco siglos son el argumento irrefutable de su valía. Pero la música de nuestros días explica nuestra cotidianidad, reacciona a nuestros problemas y nos interpela directamente. 

He tenido y sigo teniendo la bendición de interpretar mucha música sacra. Es un repertorio que me encanta, en el que me es fácil entrar y con el que me siento cómodo. Tengo mucho respeto por la relación que cada persona tiene con lo intangible, con el milagro de la creación y la convivencia con las grandes ausencias, y creo que cuando una música se inspira en algo tan íntimo, profundo y personal, da igual tu sistema de creencias o tu herencia cultural y religiosa. Se crea una comunión muy especial con el público y entre los músicos. A veces más elevada, sincera y sensible. 

¿Podría platicarnos al respecto de su álbum Bocatto di Cardinale, que incluye cantatas italianas, algunas de ellas desconocidas, y que ha suscitado muchos elogios?
Fue mi debut discográfico y, como dice usted en la pregunta, su entusiasta acogida ha sido y continúa siendo una bendición para todos. 

El proyecto, resultado de unos siete años de investigación al lado de diferentes especialistas, trata de reconstruir un momento histórico, un ambiente y un lugar que habría eclosionado el genio y el oficio de uno de mis compositores de cabecera: Georg Friedrich Händel. Valiéndome de su relación con el cardenal romano Pietro Ottoboni Junior (1667-1740), mecenas del joven músico durante su estancia en Roma y una de las figuras más trascendentales e influyentes de la Europa del momento, traté de recrear la conjunción de corrientes y escuelas que cohabitaron en su residencia: el Palazzo della Cancelleria. 

En palabras del musicólogo Armando Fabio Ivaldi (que firma las notas del disco), en la producción artística promovida en los eventos del cardenal podemos encontrar el embrión de la entera producción operística del Settecento italiano. Valiéndome de seis cantatas de cámara de los distintos compositores que trabajaron para él (algunas conocidas y otras rescatadas en mis visitas a los distintos archivos que conservan su legado), recreamos un concierto en su corte que muestra la influencia recíproca que ejercían entre sí y que nos posibilita tender puentes con la producción händeliana posterior. 

‘Fra pensieri quel pensiero’, Händel: https://www.youtube.com/watch?v=kvbvZgVie3Y&t=6s

Recientemente usted ha participado como solista en la Carmina Burana de Carl Orff. ¿Cómo aborda usted esa obra?
Tengo muy en cuenta que el fragmento que interpreto está pensado para la voz de tenor. Lo que en el tenor es el extremo, para nosotros apenas es el registro central y, por lo tanto, esto nos permite abordar la parte con más libertad de matices. Por un lado, inspirado por la etiqueta a la que se circunscribe, podría cantarla abriendo la emisión e incidiendo sobre el metal, y por otra, puedo aprovechar la comodidad del registro central para afrontarla desde la belleza del sonido y la coloración del fraseo. El carácter está implícito en su orquestación, por lo que ambas opciones me parecen legítimas. Yo se las ofrezco a los directores y ellos eligen. En cualquier caso, la segunda opción necesita más complicidad de la batuta. 

¿Qué opina usted sobre el actual panorama de la ópera barroca en el mundo, así como de sus intérpretes más populares?
Que nos ha tocado vivir un momento estimulante, con una pléyade generosa de artistas refinados y con gran capacidad para afrontarla con una dignidad y un rigor sin parangón. En lo que a la voz de contratenor se refiere, la industria goza de una situación que es —por variedad, calidad y prestigio general— extraordinaria. Con ello, se está favoreciendo una revitalización imparable del género que es, sin duda, consecuencia del buen trabajo de las generaciones inmediatamente anteriores a la nuestra y su discografía. 

Orfeo ed Euridice de Gluck, con Maia Planas en el Teatre Principal de Mahón

Como usted apuntó, las inclemencias técnicas del barroco, en términos de virtuosismo, agilidad y extensión de tesitura, son enormes. A esto hay que añadir que, en la música para teatro, en ocasiones, grandes secciones de la orquesta doblan al unísono la línea vocal convirtiendo su capacidad de proyección, en un elemento indispensable. Estas obras se ofrecían en salas ruidosas, donde un millar de personas que raramente guardaban silencio entraban y salían, comían y charlaban, a lo largo de la representación, lo que todavía dificultaba más el imponerse. 

Esta genética puede verse comprometida por el gusto actual. Asuntos como la excesiva homogeneización de los registros, por ejemplo, pueden contribuir a la belleza del fraseo, pero también al detrimento de la proyección por encima de la orquesta. La distribución silábica del texto me parece una prueba irrefutable a este respecto. El cambio indiscriminado de diapasón también puede transformar roles, de orgánicos a lesivos y otro punto a tener en cuenta es la riqueza literaria de sus textos. Sin el bagaje cultural necesario, es imposible comprender los libretos de Pariatti o Metastasio, llenos de metáforas y alegorías, que han dejado de ser de dominio público. Esta es una premisa importante cuando se plantea la reposición moderna de obras antiguas. 

Sinceramente, quizá propuestas interesantes en lo disertativo de telón para adentro, en lo único que contribuyen es en dificultarle la comprensión y el deleite —si es que la obra lo pretende— del público. Con esto presente creo firmemente que con los artistas y los recursos técnicos y humanos actuales el género gozará de una salud siempre creciente y acabará por romper cualquier tipo de prejuicio. No en vano en el barroco nace, se desarrolla, se establece y se democratiza el género. 

‘La fiamma vorace’, Scarlatti: https://www.youtube.com/watch?v=GD8mGgvy6I4&t=5s

¿Cuáles obras del género sacro y operístico le gustaría interpretar en el futuro? ¿Algún rol en particular?
Afortunadamente canto mucha música sacra italiana e inglesa, pero quisiera tener ocasión de cantar con la misma frecuencia la francesa y la alemana. Me encantaría debutar la H-Moll Messe o las Pasiones de Bach completas, pero por el momento no se ha dado. En cuanto a la ópera, también me queda todo por hacer y me encantaría empezar por los grandes héroes händelianos. Creo que he demostrado estar listo para cantar Cesare, Orlando, Bertarido y los más de 40 roles de su catálogo, que he estudiado y cantado en concierto, desde la Agrippina de 1709 al Imeneo de 1740. Con ellos como base, me encantaría tener igualmente la oportunidad de explorar el repertorio posterior. 

Hay en mi oficina propuestas para cantar desde Rossini a ópera contemporánea, el primer Mozart, Gluck y, naturalmente, Britten. Mientras se den las condiciones y lo pueda afrontar con rigor y dignidad, estoy abierto a propuestas. 

¿Le hubiera gustado poseer otra tesitura vocal, quizá tenor o bajo?
La verdad es que soy una persona que vive agradecida con lo que tiene, que no es poco. Me siento identificado con mi sonido. Llevo muchos años peleándome con él y al final, he aprendido a amarlo. Me encantan todas las voces y disfruto mucho escuchándolas, pero yo, a estas alturas, no sé si me podría identificar con otro sonido que no fuera el mío. 

Cantatas de Vivaldi, con Jean-Marie Puissant al frente de les Flâneries Musicales de Reims © Axel Coeuret

Como artista ¿cómo se siente en el mundo actual, ante la pandemia aún vigente, la locura de las cancelaciones y el inmarcesible futuro?
Cuando llegó el primer confinamiento, todo aquello me afectó relativamente. En mi casa se ve poco la televisión y al estar en un pueblo de la montaña, nuestra vida se alteró muy poco. Gracias a Dios, en mi entorno estamos todos bien. Al principio, pese a algunas improvisaciones, estuve muy ocupado y me mantuve optimista. 

Pero el pasado 2021 ha sido muy duro. Afortunadamente el teléfono no ha dejado de sonar. Pero sí he acusado el cansancio que produce tanta incertidumbre. Como le digo, no tengo derecho a quejarme, pero reacciono a mi entorno y el sufrimiento generalizado de mis compañeros de profesión, algunos de los cuales no han vuelto a trabajar en condiciones de dignidad desde que todo esto empezó. 

¿Le gustaría cantar en México en algún concierto u ópera completa?
¡Me encantaría! Desde hace unos años tengo la suerte de tener un buen puñado de amigos y seguidores que se han sabido hacer presentes pese a estar tan lejos. Su país posee una tradición riquísima en lo musical y tienen teatros que son una joya como el Palacio de Bellas Artes, el Degollado, de la Paz o el Teatro Juárez. Sería un honor poder presentarme en cualquiera de ellos. Un regalo que me permitiría devolver a esos amigos un poquito de todo el cariño que me hacen llegar. Solo hay un problema, ¡que México es enorme! Así que me tienen que ayudar porque si vengo al norte solamente, al del sur le quedo muy lejos, y viceversa. Ayúdenme a llegar a todos y yo les canto lo que gusten. 

¿Cuáles son sus proyectos futuros?
Como le dije, son tiempos verdaderamente inciertos. Aun así, mi agenda se continúa llenando. Lo único que puedo decir es que estoy trabajando duro para continuar dando lo mejor de mí y que parece que será un año bueno. Estén atentos a mis redes sociales, ya que tan pronto como me den permiso iré publicando mis fechas. Y mándenme buenas vibraciones para que pronto pueda anunciar que vengo a cantarles. www.victorjimenezdiaz.com

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