Aleksandra Kurzak: Desire

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Aleksandra Kurzak, soprano; Frédéric Chaslin
Morphing Chamber Orchestra
SONY CLASSICAL CD

Junio 18, 2020. Aleksandra Kurzak comenzó su carrera como soprano lírico ligera, luciendo tanto sus agilidades como sus brillantes sobreagudos en óperas de Mozart, Rossini, Bellini y Donizetti. Con el paso del tiempo, fue incluyendo en su repertorio papeles verdianos como Gilda y Violetta. Y, recientemente, se ha adentrado en otros más pesados, como Elisabetta en Don Carlo y Nedda en Pagliacci (que cantó en el Met al lado de su esposo Roberto Alagna). Como ha declarado ella misma, Tosca y Cio-Cio San están en sus planes futuros, y esta grabación para la marca Sony Classical da muestra, pues, de lo que será en adelante su repertorio.

Para su primer disco como solista, Kurzak ha elegido fragmentos de óperas del Verdi temprano, como el aria de Elvira ‘Ernani, involami’ de Ernani; dos arias de sus años de madurez —la de Leonora ‘Timor di me?… D’amor sull ali rosee’ de Il trovatore, y el bolero de Elena ‘Mercè, dilete amiche’ de I vespri siciliani—; así como el aria de Micaëla, ‘Je dis, que rien ne m’épouvante’ de Carmen de Bizet; pasando por tres arias de Puccini (‘Vissi d’arte’ de Tosca, ‘Un bel dì vedremo’ de Madama Butterfly y ‘Signore, ascolta’ de Liù en Turandot); hasta llegar al verismo, con ‘Io son l’umile ancella’ de Adriana Lecouvreur de Cilea y ‘Qual fiamma avea nel guardo!… Stridono lassù!’ de Pagliacci de Leoncavallo. Se incluyen además tres arias de óperas eslavas —un repertorio óptimo para sus expresivos medios vocales—: la “Canción a la Luna” de Rusalka de Dvorák, el aria de Halka ‘Ha! Dzieciatko nam umiera… O moj malenki’ de la ópera homónima de Moniuszko, y la “Escena de la carta” de Tatiana de Eugenio Oneguin de Chaikovski.

Como se evidencia en el aria de Adriana Lecouvreur, la voz de la soprano se ha oscurecido en el registro central, sin perder brillo en los agudos, lo que resulta en una pasta que le permite abordar el rol, dramático, de la famosa actriz francesa del drama de Cilea. En su interpretación de las arias de Ernani e Il trovatore —elegante, de buen fraseo— se comprueba también que la cantante tiene una sólida técnica de escuela belcantista y conocimiento del estilo verdiano (baste escuchar los bien timbrados stacatti de la cabaletta ‘Tutto sprezzo che d’Ernani’). Lo único que se extraña es la cabaletta del aria de Leonora, ‘Tu vedrai che amor in terra’.

Kurzak compone desde la primera frase un ‘Vissi d’arte’ introspectivo, como una plegaria, dejando de lado el puro lucimiento vocal. El final del aria es mesurado en dramatismo, y el diminuendo del “ah” antes de la última frase, formidable. En el aria de Nedda, contrasta la teatralidad de la primera parte con el lirismo de ‘Stridono lassù’, saliendo bien librada.

En su interpretación —entrañable e inocente— de ‘Měsíčku na nebi hlubokém’, la «Canción de la Luna», la soprano luce su rico registro medio, demostrando que su voz es ideal para el papel, por lo que seguramente los teatros de ópera del mundo la considerarán para este rol en el futuro próximo. Siguiendo con la ópera eslava, Kurzak interpreta el aria ‘Ha! Dzieciatko nam umiera… O moj malenki’, triste pero bellísima, de Halka de Moniuszko, compositor polaco. La intensa orquestación de esta aria cargada de emociones resalta por la dirección de Frédéric Chaslin, quien transmite con ella, in crescendo, la desesperación de Halka ante la posible muerte de su hijo. Destaca el dolente solo de violonchelo.

En ‘Un bel di vedremo’, la cantante polaca lleva su instrumento al límite de la emotividad, comenzando con delicadeza y precioso fraseo hasta culminar con un esperanzador “l’aspetto…” Continua con la polonesa de Elena de I vespri sicilianni, cantada con facilidad y buen gusto.

De trinos bien ejecutados y fraseo claro, su ‘D’amor sull ali rosee’ de Il trovatore suena, sin embargo, cauteloso. Se le extrañó la soltura presente en las otras arias del disco.

Precedida por una lectura de ‘Signore, ascolta!’ de Turandot emotiva y convincente, cierra el disco ‘Puskay pogibnu ya’ de Eugenio Oneguin. Según escribe la soprano polaca en las notas del disco, el de Tatiana es el papel, de todos los que aborda en este album, que más añora hacer. Su interpretación dibuja la ansiedad y el enamoramiento de Tatiana a la perfección. Definitivamente, su voz luce muchísimo en este repertorio. 

Mención aparte merece la dirección orquestal de Fréderic Chaslin al frente de la Morphing Chamber Orchestra. Chaslin moldea el sonido de la agrupación a cada una de las arias, con tempi que contribuyen al lucimiento del canto que, al mismo tiempo, hace brillar la belleza de las melodías orquestales (sobre todo en el repertorio eslavo).

Un disco muy recomendable, tanto por la belleza de la voz de Kurzak, como por la selección de arias que ilustran lo que será, seguramente, un repertorio que conllevará nuevos éxitos para esta gran soprano polaca. 

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