Anita Rachvelishvili – Élégie

Anita Rachvelishvili – Élégie
Anita Rachvelishvili (mezzo-soprano),
Vincenzo Scalera (piano)
SONY CLASSICAL CD

La mezzosoprano georgiana Anita Rachvelishvili tiene una de las voces más impresionantes de la lírica actual. Nombrada como “la mejor mezzosoprano verdiana” por el director Riccardo Muti, Rachvelishvili ha triunfado en los teatros de ópera más importantes a nivel internacional por su bello y oscuro timbre, su poderío vocal y su afinidad con el repertorio italiano. 

Consumada intérprete de roles como Amneris (Aida), la Princesa de Bouillon (Adriana Lecouvreur), Carmen, Eboli (Don Carlo), Santuzza (Cavalleria Rusticana), entre otros, esta cantante ha grabado un repertorio muy distinto en su segundo CD. En su primer álbum Rachvelishvili escogió las arias más lucidoras de mezzosoprano de Verdi y del repertorio verista. 

En este segundo disco nos presenta, junto a su pianista acompañante Vincenzo Scalera, un programa de canciones de Sergei Rachmaninov, Piotr Illich Chaikovski, Otar Taktakishvili, Francesco Paolo Tosti, Manuel De Falla y Henri Duparc (de cuya canción ‘Élégie’ se toma el titulo para esta grabación). Grabado durante la pandemia en casa de Rachvelishvili en Tbilisi, Georgia, este disco nos muestra el lado más íntimo del repertorio vocal que la mezzosoprano georgiana interpreta, cantando en cinco idiomas (ruso, georgiano, francés, italiano y español) y abordando compositores de estilos muy diversos. 

El título “Élégie” tiene que ver también con el tema que predomina en las canciones que la cantante eligió, ya que una elegía es una composición poética del género lírico en la que se lamenta la muerte de una persona u otra desgracia. 

Comienza el disco con tres canciones de Chaikovski: ‘None but the lonely heart’ Op. 6 No. 6, donde escuchamos la cremosa voz de Rachvelishvili interpretar con expresividad e intensidad cada palabra que canta. Su timbre oscuro suena pleno y redondo en ‘Night’ Op. 73 No. 2, y su registro grave es un caudal de sonido que impresiona. En ‘Primiren’ye’ (‘Reconciliación’) Op. 25 No. 1, nos lleva por los distintos matices anímicos de la canción con maestría interpretativa, además de modulaciones de gran belleza.

Continua con cinco canciones de Rachmaninov: ‘My child, your beauty is that of a flower’, Op. 8 No. 2, de carácter más alegre, que permite a Rachvelishvili aligerar su voz para darle conferirle ternura a la pieza. Lo mismo sucede en ‘I fell in love, to my sorrow’, Op. 8 No. 4 donde, a pesar de ser una canción triste, la mezzo georgiana moldea su voz al estilo más melancólico y menos intenso de la pieza. Su línea de canto es impecable y adapta muy bien su voz al estilo más íntimo y menos intenso de estas canciones de Rachmaninov. 

Nos lleva a crescendi emocionales en piezas como ‘How fair this spot’, Op. 21 No. 7 con gran maestría. En ‘Ne poy, krasavitsa, pri mne’, Op. 4 No. 4, con texto de un poema de Pushkin, Rachvelishvili degusta cada palabra con más expresividad vocal que virtuosisimo. La quinta canción de Rachmaninov es ‘Oh, do not grieve’, Op. 14 No. 8, la más “operística” de estos romances del compositor ruso, en donde Rachvelishvili hace gala de su registro central y de su mezza voce aterciopelada. 

A diferencia de las canciones de Chaikovski, en donde las emociones se desbordan de manera más externa, estas cinco canciones de Rachmaninov son más introvertidas y conteniendo un poco más las emociones que reflejan pero no por ello son menos emotivas. 

Incluye una preciosa cancion del compositor georgiano Otar Taktakishvili (1924- 1989) ‘Mzeo Tibatvis’ con letra del poeta georgiano Galaktion Tabidze, de carácter melancólico e íntimo. Aquí podemos escuchar el fiato tan depurado y elegante de la mezzo georgiana en su máximo esplendor. 

Tres canciones de Tosti son interpretadas con gran pasión por Rachvelishvili: ‘Ideale’, ‘Non t’amo più!’ y ‘Tristezza’, quien las canta como pez en agua. Hace gala de su impecable dicción en italiano y su voz se escucha más ligera.

En francés canta tres canciones de Duparc: ‘Élégie’, ‘Chanson triste’ y ‘La vie antérieure’ y el pianista Scalera pinta la atmósfera de cada canción con gran maestría. Cierra el disco con las Siete canciones populares españolas de Manuel de Falla, cantadas con gran estilo, español muy claro y sabor ibérico. Sobresale el uso impresionante de su bien proyectado registro grave, casi de contralto. En estas ardientes y apasionadas canciones españolas, las emociones están a flor de piel. Se nota mucho su afinidad con la ‘Seguidilla murciana’, la ‘Jota’ y ‘Polo’, donde usa su voz de pecho con gran expresividad. En la ‘Nana’ (canción de cuna) su fraseo es exquisito y su dicción impecable.

 

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