El arte del haute-contre

Este mes salieron al mercado dos discos dedicados a la voz del “haute-contre”, que corresponde al registro más alto del tenor: una voz aguda obtenida por medio de una técnica de canto que mezcla el registro de pecho y el de cabeza (o falsete) utilizada durante la época barroca en Francia e Inglaterra.

El magnífico tenor belga Reinoud van Mechelen le pone nombre a la voz: Pierre de Jéliote (1713-1797), el tenor estrella de la Ópera de París y más específicamente del compositor más importante de esa casa de ópera, el gran Jean-Philippe Rameau. Jéliote estudió música en Toulouse antes de partir a París y cantar papeles pequeños en la Academia Real de Música, como se le conocía en el siglo XVIII a la Opéra de Paris. La relación de Jéliote con Rameau se extendió por 30 años, desde 1733 —cuando el tenor cantó dos pequeños papeles en la ópera Hippolyte et Aricie— hasta 1763, cuando participó en Les Boréades, la última ópera del genio francés.

La voz de Jéliote debió ser en verdad muy especial; de acuerdo al historiador y enciclopedista Jean-François Marmontel, “esta voz fue una de las más extraordinarias que jamás se hayan escuchado, tanto por el volumen como por la contundencia de las notas, así como por la luminosidad del timbre”. Jéliote era igual de convincente en papeles pastorales como heroicos, fue muy aplaudido en Les fêtes d’Hébé, en Dardanus y en Cástor y Pólux: todas, óperas de Rameau. Se sabe que, al final de su carrera, tan pronto aparecía en escena recibía una calurosa ovación del público.

Así pues, el disco de Reinoud van Mechelen sigue cronológicamente la carrera del divo francés, comenzando con ejemplos de Hippolyte et Aricie, pasando por arias compuestas por otros compositores menos conocidos, pero en su tiempo indispensables, como Blamont, Rebel y Leclair. La grabación incluye además un aria del propio Jéliote, de su ópera Zélisca. La voz de Reinoud van Mechelen es muy atractiva, abarca la tesitura del haute-contre sin dificultad y su extraordinaria musicalidad y sentido de estilo son intachables. Es evidente que haber estudiado con William Christie y Les Arts Florissants fue muy provechoso para él.

El otro recital es el del tenor francés Mathias Vidal, y está dedicado exclusivamente a Rameau. Dueño también de una voz muy hermosa, Vidal resuelve todas las dificultades técnicas del repertorio con aplomo y panache, igualmente con un dominio del estilo absoluto.

Ambas grabaciones discográficas se complementan y son ampliamente recomendables para conocer este tipo de voz previa a la aparición de los Do de pecho y otras notas sobreagudas que vinieron después, en la época de Rossini, Donizetti y Bellini. Por cierto, tanto Vidal como Van Mechelen pueden alcanzar la estratosférica tesitura del haute-contre, pero también han destacado en otros repertorios: Van Mechelen es por su parte un notable tenor de Grétry (compositor de la generación inmediatamente posterior a Rameau), y ha cantado el Belmonte de Mozart (de El rapto en el serrallo); mientras que Vidal acaba de grabar una ópera de Saint-Saëns.

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