Rebirth: Sonya Yoncheva

Rebirth
Sonya Yoncheva (soprano)
Capella Mediterránea; Leonardo García Alarcón (director, clavecín y órgano)
SONY CLASSICAL

La soprano búlgara Sonya Yoncheva presenta su nuevo disco, Rebirth (Renacer), grabado durante los primeros meses de la pandemia y en el cual hace un recorrido musical de los siglos XVII al XX. El disco incluye obras de compositores del Renacimiento y el Barroco como Francesco Cavalli, Claudio Monteverdi, Alessandro Stradella, Barbara Strozzi, Orlando Gibbons, John Downland, José Marín, Simón Díaz, Tomás de Torrejón y Velazco, Alfonso Ferrabosco II, Santiago De Murcia y Diego Fernández de Huete, hasta músicos contemporáneos Benny Andersson (1946) y o el mismo Leonardo García Alarcón (1976), director, clavecinista y organista de la Capella Mediterránea, ensamble que acompaña a Yoncheva en esta serie de canciones en italiano, español, inglés y búlgaro de estilos muy distintos.

Aunque actualmente su repertorio no está muy asociado a la música antigua, Yoncheva tiene una estrecha relación con la obra de Monteverdi gracias a su trabajo con William Christie y su interpretación del rol de Poppea en varias funciones de L’Incoronazione di Poppea (la más reciente en Salzburgo), y conoce bien la música del siglo XVII; especialmente a Monteverdi, moldeando su potente voz para adecuarla a la emisión más lisa y sin squillo que requiere el repertorio de esta época.

Además de ser muy expresiva al interpretar el texto de cada una de las piezas, con una dicción clara y un canto refinado, la voz de Yoncheva está aquí en estado de gracia, muestra un timbre cálido, emisión libre y una introspección que nos adentra en cada una de las canciones o arias que canta. Su sensibilidad está a flor de piel y se acomoda a la expresividad que le pide cada una de las piezas, especialmente cuando hay algún recitativo donde debe “actuar” con la voz en el preámbulo del aria, como se aprecia en ‘Udite, amanti’ de L’Eraclito amoroso de Strozzi, en ‘Queste lagrime e sospiri’ de San Giovanni Battista de Stradella o en ‘Luci mie, voi che mirasti’ de Xerxe de Cavalli. En esta última, Yoncheva muestra su gran capacidad interpretativa en el recitativo ‘Ed è pur vero…’ y une muy bien esa intensidad con el aria, donde la emoción va in crescendo. 

En ‘S’apre la tomba, también de Monteverdi, Yoncheva muestra su ateciopelado registro central y grave, usando toda su expresividad para mostrar la tristeza del texto. Nunca exagera en su desesperación y mantiene una elegancia vocal que resalta la hermosa melodía de la pieza. Lo mismo puede decirse en el aria de Poppea ‘Oblivion soave’ de L’Incoronazione, donde —con su etérea línea de canto— logra que se detenga el tiempo al escucharla.

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Interpreta cuatro canciones en inglés: el madrigal ‘The Silver Swan’ de Gibbons, ‘Hear me, O God’ de Ferrabosco II, ‘Come again’ de Downland y ‘Like an angel passing through my room’ de Benny Andersson (integrante del grupo ABBA). Esta última, en un arreglo muy afín a las demás piezas. Por muy increíble que parezca, no se percibe un contraste abrupto entre las arias barrocas y esta canción moderna. 

La soprano incluye también una bellísima canción folclórica búlgara, ‘Zableyalo mi agance’, de gran intensidad dramática. Curiosamente, no se sale del estilo de las demás piezas y encaja muy bien también en el programa del disco. Yoncheva la canta casi a capella, con un muy discreto acompañamiento de algunas cuerdas y cornetto, instrumento de aliento anterior al Renacimiento.

En castellano canta tres canciones de sabor muy español: ‘Ojos, pues me desdeñáis’ de Marín, que tiene un aire melancólico; el aria de Minerva ‘Y a tus plantas Nisea’ de El Prometeo de Draghi/García Alarcón, y ‘No hay que decir el primor’ de Torrejón y Velazco, de carácter muy alegre y pícaro. Más que virtuosismo vocal, todas las canciones y arias del disco se sirven de la expresividad y la musicalidad que la soprano búlgara les da con creces. 

‘No hay que decirle el primor’, de Torrejón y Velazco

Debemos resaltar las atinadas y hermosas intervenciones de la Cappella Mediterránea en las cinco piezas instrumentales que interpretan en el disco: ‘O rosetta, che rosetta’ y ‘Voglio di vita uscir’ SV. 337 (para voz y bajo continuo) de Monteverdi, ‘Pasaje del olvido’ de Díaz, ‘Sinfonia della notte’ de L’Egisto de Cavalli (donde García Alarcón toca el órgano) y la ‘Tarantela española’ de Santiago de Murcia. Todas ellas escogidas con muy buen gusto para armonizar con el programa y para permitir el lucimiento de la Cappella Mediterránea y de su director García Alarcón. Su sonido es fresco, vibrante y lleno de vivacidad, sobre todo en la primera pieza de Monteverdi y en la de De Murcia.

Sonya Yoncheva dice que este disco lo hizo “por la urgencia por un renacimiento que nuestro mundo necesita desesperadamente en la actualidad, algo que se logra adentrándose en los rincones más profundos de la psique humana y en sus orígenes en la música y las artes”. 

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