Robert le Diable (Meyerbeer)

John Osborn (Robert), Nicolas Courjal (Bertram), Amina Edris (Alice), Erin Morley (Isabelle), Nico Darmanin (Raimbaut)
Orchestre National Bordeaux Aquitaine, Chœur de l’Opera National de Bordeaux; Marc Minkowski
Palazzetto Bru Zane CD

Estrenada con gran éxito el 21 de noviembre de 1831 en la Academie Royale de Musique, en la sala Le Pelletier de París, la ópera Robert le Diable de Giacomo Meyerbeer se convirtió en referente de la grand opéra. Fue la ópera que catapultó a la fama al compositor alemán y una de las obras que cimentó las bases de este nuevo género, iniciado por La muette de Portici de Daniel Auber y la última ópera de Gioachino Rossini, Guillaume Tell. 

De hecho, la partitura contiene páginas musicales que recuerdan a Rossini, con elementos del bel canto, pero también empieza ya a mostrar una nueva tendencia operística en donde la música tiene una fluidez dramática y una acentuación en los elementos teatrales del drama. 

Es una obra en cinco actos con libreto de Eugène Scribe, Germain Delavigne y del propio compositor, basado en la leyenda medieval francesa del siglo XIII sobre Roberto, “el Diablo” o Roberto, “el Magnífico”, padre de Guillermo, “el Conquistador”. La trama cuenta la historia de Robert, sexto Duque de Normandía, hijo de un seguidor del Diablo de nombre Bertram y de una mujer que, al morir, deja una carta advirtiéndole a su hijo de la mala influencia y maldad de su padre. Robert crece como un caballero cruel y de vida disipada; crece a su lado Alice, una chica de buen corazón, que lo quiere como una hermana y la cual acaba salvándolo de caer en las garras de Bertram y de venderle su alma. Robert, por otro lado, está enamorado de Isabella, Princesa de Sicilia, quien le corresponde, pero a quien debe ganarse de manera honorable. 

Meyerbeer la había planeado inicialmente como una opéra comique pero decidió que sería mejor hacerla en el estilo de una grand opéra y que debía contener un drama extremadamente romántico y de dimensiones épicas para poderlo estrenar en la Ópera de París. Constaba de los cinco actos obligatorios y de un ballet que se convertiría en una de las piezas más famosas y reconocibles de dicha ópera: el ballet de las monjas. 

Meyerbeer contó con grandes cantantes para el estreno de su Robert, le Diable: el tenor Adolphe Nourrit en el papel principal, la soprano Julie Dorus-Gras como Alice, Laure Cinti-Damoreau como Isabella y el bajo Nicolas-Prosper Levasseur en el rol de Bertram. Fue un éxito rotundo desde su estreno y varias de sus escenas fueron inmortalizadas por artistas como Edgar Degas o por la imagen de la soprano Jenny Lind en el papel de Alice, en la Scène de la Croix del acto tercero, de cuando se presentó la ópera en el Her Majesty’s Theater de Londres en 1847. Son famosas las historias acerca de la grandiosidad de la producción en el estreno en 1831 y de los efectos especiales implementados en las escenas de carácter fantasmagórico o de terror. 

Vocalmente es una obra muy difícil de cantar (y de escenificar) y es por ello que cada función o grabación de la misma son muy bien recibidas. Después de contar con dos versiones anteriores, una en CD en la marca Brilliant y otra en video en marca Opus Arte, tomada de una función de la Royal Opera House, esta nueva versión grabada en 2021 en la Opéra National de Bordeaux es una muy valiosa adición al catálogo de obras de Meyerbeer y como una nueva y refrescante versión de Robert, le Diable. 

Encabeza el elenco el gran tenor norteamericano John Osborn, en el muy complicado rol de Robert, el bajo Nicolas Courjal en el papel de Bertram, las sopranos Amina Edris como Alice y Erin Morley como Isabella, además del tenor Nico Darmanin en el papel cómico de Raimbaut, todos bajo la dirección de Marc Minkowski. 

Osborn es un magnífico Robert, pues canta con elegancia, línea de canto y afronta con bravura la endemoniada tesitura (nunca mejor empleado el término) del papel titular. El tenor capta perfectamente el carácter atormentado —a veces heroico y de vez en cuanto romántico— de Robert. Su voz brilla en su registro agudo, llegando sin problemas a la estratósfera del pentagrama, con squillo y notas que se expanden. Uno de los momentos más bellos de la grabación es la plegaria ‘Oh! Ma mère, ombre si tendré’, del segundo acto. Osborn moldea su voz al drama y logra dar peso a su instrumento en los momentos más dramáticos, como el trío final con Alice y Bertram ‘Que faut-il faire?’ Usa su innegable escuela belcantista para interpretar las escenas más “ligeras”, tales como la siciliana ‘Ô fortune! à ton caprice’, que culmina el primer acto, donde muestra también su coloratura y facilidad para las fiorituri. Se acopla muy bien con sus dos sopranos en los duetos y tríos que tiene con ellas durante la ópera. Un verdadero tour-de-force para el tenor que interpreta a Robert y del cual Osborn sale triunfante y con creces.

Una de las grandes sorpresas de esta grabación es la soprano egipcia-neozelandesa Amina Edris en el intenso y difícil rol de Alice. Poseedora de una voz de soprano lírico pura, canta con estilo y gran soltura este papel que tiene saltos de registro abruptos, además de tener que balancear la intensidad y la dulzura vocal durante toda la obra para darle la riqueza interpretativa requerida a Alice y que no parezca un personaje débil. 

El timbre de Edris es más oscuro y metálico que el de Erin Morley, quien canta a Isabella, lo cual hace que el contraste entre las dos personalidades de los personajes femeninos sea más obvio. Tiene dos arias muy lucidoras: la romanza ‘Va, dit-elle, va, mon enfant’, de carácter lírico y el couplet ‘Quand je quittai la Normandie’ del acto III. Para la primera aria, Edris usa su bien cimentado registro central para la parte más emotiva y sube con facilidad, haciendo matices muy bellos. 

Un deleite es escuchar a la soprano norteamericana Morley cantando el rol de Isabella, haciendo uso de su luminoso timbre, impecable técnica y sobreagudos solares. Su fraseo es delicado y con una línea de canto etérea; no tiene problema alguno al llegar a los Mis y Fas sobreagudos, los cuales emite con facilidad. Su primera aria, ‘En vain j’espère’ y la segunda ‘Robert, toi que j’aime’; Morley flota las notas de manera magistral y su voz tan angelical le da un aura de pureza a Isabella. Armoniza muy bien con Osborn en sus dos duetos y juega con los pasajes de coloratura que se le presentan, dándole a las agilidades vocales un carácter de descripción de los sentimientos del personaje y no solo de mero lucimiento. 

El bajo Nicolas Courjal, de voz cavernosa y no precisamente hermosa, canta con autoridad el rol de Bertram. Dado el estilo de música que canta y la caracterización musical que Meyerbeer le da a este diabólico personaje, no dudamos que Gounod, Boito y Berlioz basaron sus Mephistophélès en el Bertram de Meyerbeer. El timbre de Courjal luce mucho en el registro grave y central, pero pierde un poco de redondez en el registro agudo, donde se vuelve opaco. No es del todo un personaje serio, pues tiene tintes de comicidad y es en estos pasajes donde más luce Courjal. Es interesante cómo los instrumentos que acompañan a Bertram en sus momentos más maquiavélicos son los timbales y los alientos. Excelente efecto de Meyerbeer. Es en el acto III, en la llamada “Evocación de las Monjas”, donde Courjal luce más su potente voz. 

El quinto personaje importante es Raimbaut, prometido de Alice, y quien está a cargo de la parte ‘cómica’ de la ópera. El tenor Nico Darmanin canta con una voz lírico ligera, con un timbre agradable y gran vis cómica. Su momento más lucidor es la balada sobre los orígenes de Robert, “le Diable”, del primer acto, ‘Jadis régnait en Normandie’, con una tonada repetitiva que requiere más de la interpretación llena de intención y matices del texto que de virtuosismo. Su dueto ‘Ah! l’honnête homme’ con Bertram en el acto III es de gran belleza y comicidad; una de las páginas ligeras que dan un balance entre las escenas dramáticas, épicas o de terror que hay en la ópera. 

Minkowski, al frente de la Orchestre National Bordeaux Aquitaine y el Chœur de l’Opera National de Bordeaux dirige con un sonido brillante, resaltando las melodías bellas de la partitura, mostrando la grandiosidad de la historia reflejada perfectamente en la música. Es una obra llena de contrastes que reflejan muy bien la lucha entre el Bien y el Mal, la pureza y la tentación, el honor y el deshonor … Ilustra a la perfección la atmósfera gótica, sobre todo en el acto III y IV. Maneja muy bien los distintos estilos que Meyerbeer incluye en la obra y las diferentes atmósferas que crea en cada escena. Podemos decir que es una partitura muy cinematográfica en cuanto a la gran escala de la historia que cuenta. Una ópera de dimensiones épicas con una música grandiosa y voces impresionantes. 

MEYERBEER Giacomo, Robert le Diable – ‘Opéra français’ CD-Book – YouTube

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