El Festival de la Arena de Verona: la edición del centenario

Escena panorámica de Aida de Giuseppe Verdi en la Arena de Verona © Foto Ennevi

Agosto 2, 3, 4 y 5, 2023. Este es un balance de las funciones de la primera semana de agosto durante cuatro noches en la Arena di Verona, donde asistimos tanto a las actuaciones de los artistas de los «estrenos» de junio y julio, como a las actuaciones de los nuevos intérpretes que asumieron los principales roles.

 

Aida (miércoles 2 de agosto de 2023)
En el marco del centenario del Festival de Ópera de la Arena di Verona, el director de escena, escenógrafo, coreógrafo y vestuarista Stefano Poda firmó íntegramente la nueva producción de la ópera reina del festival: Aida. 

Desde su estreno, la ópera de Giuseppe Verdi, con libreto de Antonio Ghislanzoni y basada en un tema original del arqueólogo francés Auguste Mariette (primer director del museo egipcio de El Cairo), no ha dejado de sorprender a quienes la escuchan; no solo por la dramática sucesión del relato, sino también y sobre todo por la alternancia de momentos íntimos con otros solemnes y gloriosos. 

Por esta razón, desde 1913, Aida es tan querida por el público veronés y, después de más de un siglo, Stefano Poda tuvo el encargo de hacer justicia a un título muy querido. Si tuvo éxito o no en este empeño sigue siendo una cuestión de gustos, por lo que nos limitaremos a describir sus características distintivas. La elección del director concibe un escenario atemporal. Prueba de ello es un brazo mecánico y una columna rota de estilo dórico colocados en las escaleras de la Arena en extremos opuestos del escenario: una clara referencia al futuro y al pasado. La historia se desarrolla justo en medio de estos dos lapsos de tiempo indefinidos, bajo el dominio de una mano mecánica situada en el centro, que (según las exigencias del libreto) se mueve hacia arriba o abajo, dominando a los protagonistas como si fuera la mano de una esencia superior y que todo lo ve, que todo lo sabe y todo lo mueve. 

Dicho esto, el sistema escénico permanece casi estático. Los protagonistas indiscutibles de esta producción son las luces, que —alternándose con láseres, cetros fluorescentes y bolas brillantes— hacen que la escena brille continuamente, enfatizando los majestuosos trajes de los distintos personajes. No faltaron pequeños momentos estridentes (por ejemplo, la momificación de los cuerpos al comienzo del segundo acto, justo cuando Amneris hace creer a Aida que su amado Radamès ha caído en la batalla), pero, aparte de eso, sigue siendo un espectáculo eficaz que sorprende y merece ser visto, aunque solo sea para mejorar las habilidades críticas.

En cuanto al reparto, para la Aida de la centésima edición del Festival solo podía haber una soprano estelar del calibre de Anna Netrebko. Su interpretación embelesó, alcanzando la máxima intensidad en el aria del tercer acto ‘O cielo azzurri’, en la que su precisión, combinada con una emisión dulce y poderosa, la confirmaron como una de las más grandes artistas del panorama operístico internacional. A su lado, en el papel de Radamès, Yusif Eyvazov (el esposo de Netrebko) comenzó con una buena ‘Celeste Aida’, si excluimos su interpretación del Si bemol final en diminuendo. Sin embargo, en el transcurso de los actos mejoró su emisión y protagonismo, demostrando buena técnica y válido fraseo, y ganándose el aplauso del público.

Otra intérprete excepcional fue la mezzosoprano Olesya Petrova, quien en el papel de Amneris destacó por la claridad y dramatismo de sus acentos, enriqueciéndolo todo con una excelente presencia escénica. De particular relieve fue el momento del juicio, donde su emisión alcanzó el máximo refinamiento. Otra estrella fue Amartuvshin Enkhbat (Amonasro), quien, como siempre, maravilló con una claridad de dicción y una proyección de sonido inigualable. El Ramfis de Christian Van Horn estuvo ligeramente cubierto durante el primer acto, mientras que, en la evolución de la obra, logró emerger con una voz fuerte y distinta que mostró un timbre adecuado para subrayar la inamovible austeridad del personaje. Los actores secundarios también estuvieron bien: el Rey de Simon Lim, Un Messaggero de Carlo Bosi y Una sacerdotisa de Francesca Maionchi. 

Si excluimos algunos pequeños efectos desafinados de los trombones, la Orquesta de la Fondazione Arena di Verona, dirigida por el maestro Marco Armilliato, se mostró compacta y puntual, facilitando la línea de canto tanto en las partes solistas como en las corales, dirigido por el maestro Roberto Gabbiani. Esta «Crystal Aida» (como ha definido esta producción en sentido figurado la prensa italiana y extranjera) terminó con ovaciones generales para todos y un «segundo triunfo» atribuible a un reparto estelar.

 

Escena de la producción de Nabucco © Foto Ennevi

Nabucco (jueves 3 de agosto de 2023)
Con la producción histórica de Gianfranco de Bosio, Nabucco de Giuseppe Verdi cobró vida dentro de la evocadora Arena di Verona. Es una producción que transporta al pasado: los movimientos de las masas son limitados, mientras que grandes columnas y escaleras dominan la escena, transformándose a lo largo de los cuatro actos y creando así los ambientes adecuados para satisfacer las diferentes necesidades del libreto. 

En cuanto al reparto, el bajo Rafal Siwek cantó el papel de Zacarías (bíblicamente el profeta Jeremías), con un instrumento de buena proyección y profundidad, pero débil en cuanto a legato y fraseo, desconectado desde su cavatina ‘D’Egitto là sui lidi’. Por otro lado, estuvo excelente la Fenena de Vasilisa Berzhanskaya, que con su hermosa emisión contribuyó a tríos y cuartetos, hasta la valiosa interpretación de su única aria ‘Oh, dischiuso è il firmamento’. 

Rafal Siwek (Zaccaria) y María José Siri (Abigaille) © Foto Ennevi

Otro excelente intérprete fue el tenor Riccardo Rados (Ismaele), que inmediatamente mostró buena proyección y un sólido registro agudo, cualidades que le permitieron afrontar mejor todas las dificultades de la partitura. En el papel principal, el barítono Roman Burdenko (dotado de buena presencia escénica) dominó astutamente sus medios, saliendo victorioso tanto en las partes imperiosas como cuando se convierte de dios en padre y en ser humano, dotado de compasión y piedad. Destacaron ‘Chi mi toglie il regio scettro’ y ‘Dio di Giuda’, en los que esta dualidad fue más que evidente. Bien estuvo María José Siri en el papel de Abigaille. Aunque en varias ocasiones no contó con la ayuda del director, la soprano tiene una voz refinada y muy sólida en la parte aguda del registro, apreciable sobre todo en aquellas arias en las que domina el bel canto. Completaron el reparto El sumo sacerdote de Baal de Gianfranco Montresor, Abdallo de Carlo Bosi y Anna de Elena Borin. 

Pasando al aspecto puramente orquestal, la dirección del maestro Alvise Casellati fue confusa y engorrosa, penalizando en ocasiones las partes solistas, con un error ante el trío en el primer acto y un cambio de ritmo en el aria de Abigaille, ‘Anch’io discuso un día’. Por el contrario, el Coro de la Fondazione Arena maravilló por su dicción y proyección sonora, excelentemente preparado por el maestro Roberto Gabbiani, que supo resaltar cada matiz escrito en la partitura. Magnífico el ‘Va, pensiero’, al que le concedieron un bis. La velada finalizó con un cálido aplauso para todos los presentes.

 

Rigoletto (viernes 4 de agosto de 2023)
Esta función en la Arena de Verona fue cancelada debido a condiciones climáticas adversas.

 

Tosca (sabado 5 agosto 2023 )
Ya vista y reseñada con motivo del Festival 2019, la puesta en escena de la ópera de Puccini, firmada por el director Hugo De Ana, confirmó su siempre excelente espectáculo. La producción contó con un elenco que incluyó a Sonya Yoncheva en el papel de Tosca. La soprano hizo que su Tosca fuera vanidosa y segura de sí misma en el primer acto, para luego dejar espacio a su lado más emotivo durante el segundo acto, que culminó con el asesinato del tirano Scarpia (interpretado por el eficaz Roman Burdenko). Yoncheva posee un instrumento muy refinado, caracterizado por una emisión llena de colores y matices que embellecieron su fraseo. Su voz fue más fuerte en la parte superior del registro, aunque en ocasiones hubo alguna ligera dificultad en el apoyo, que dejó entrever un ligero vibrato, percibido en mayor medida con motivo de su aria principal ‘Vissi d’arte. 

Sonya Yoncheva (Tosca) y Roman Burdenko (Scarpia) en Verona © Foto Ennevi

Otro intérprete excepcional desde el punto de vista vocal y actoral fue Vittorio Grigolo (Mario Cavaradossi), quien, gracias a su marcada presencia escénica, creó un vínculo empático con el público que lo sumergió completamente en la obra. Excelente su interpretación de ‘E lucevan le stelle’, a la que se le concedió un bis. También obtuvieron buenos resultados los dos bajos Giorgi Manoshvili (Cesare Angelotti) y Giulio Mastrotaro (Un sacristán), ambos dotados de interesantes matices. El reparto lo completaron el Spoletta de Carlo Bosi, el Sciarrone de Nicolò Ceriani, Un carcelero de Dario Giorgelè y El pastorcillo de la talentosa Erika Zaha. 

La dirección musical estuvo a cargo de las manos expertas del maestro Francesco Ivan Ciampa, quien intentó facilitar la línea de canto hasta el final, dominando la difícil partitura y enfatizando los innumerables temas que se suceden y contribuyen a la textura melódica de la obra. También es digno de elogio el coro, bien preparado por el maestro Roberto Gabbiani. La actuación finalizó con gran entusiasmo por parte del público.

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