Gala Ramón Vargas: 40 aniversario en Bellas Artes

Ramón Vargas cantó con la Orquesta del Teatro de Bellas Artes dirigida por Iván López Reynoso

Septiembre 10, 2023. El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Ópera de Bellas Artes (OBA), ofreció una gala operística de celebración por los 40 años de trayectoria profesional del tenor Ramón Vargas, realizada el pasado 10 de septiembre en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes. El reconocido cantante lírico mexicano se presentó acompañado por la soprano María Katzarava e integrantes actuales del Estudio de la Ópera de Bellas Artes (EOBA), además del Coro y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, bajo la dirección concertadora de Iván López Reynoso, en un programa que incluyó pasajes operísticos de los compositores Wolfgang Amadeus Mozart, Christoph Willibald Gluck, Gioachino Rossini, Giacomo Puccini, Gaetano Donizetti, Georges Bizet y Giuseppe Verdi.

No muchos cantantes en la historia operística reciente pueden presumir una trayectoria profesional de 40 años, como este tenor mexicano, quien cumplió 63 años de edad un día después del concierto, el 11 de septiembre. Y, menos aún, con una carrera tan prestigiosa en los diversos escenarios internacionales en los que se ha presentado.

Al margen de las facultades, circunstancias y condiciones físicas personales —sin olvidar una buena dosis de fortuna—, la longevidad vocal de un cantante también depende de la correcta conducción de una carrera, con disciplina y solvencia técnica, así como la interpretación de un repertorio justo y, sobre todo, la pasión por una actividad que conduce toda una vida. 

Ramón Arturo Vargas Aguilar cumple con todo ello y atribuye la posibilidad de alcanzar cuatro décadas sobre los escenarios a “conocer los límites de la voz y, desde luego, a respetarlos”. Ésa ha sido su fórmula y el ejemplo que ha dado.

A lo largo de su aventura lírica, que atraviesa claros procesos de formación, desarrollo y plenitud —lo que, por más obvio que parezca, no todo cantante ostenta—, Ramón Vargas ha desplegado su canto en los recintos musicales más relevantes del mundo clásico, al lado de las más renombradas figuras de su momento, y con un amplio repertorio que incluye más de 50 roles protagónicos de ópera. Es uno de los más destacados tenores de su generación y, sin duda, una de las referencias obligadas del bel canto de las últimas décadas.

Por fortuna, esos triunfos profesionales de Vargas han sido celebrados y reconocidos en México a través de una presencia constante en los escenarios nacionales con galas, conciertos, recitales, puestas en escena e, incluso, la invitación para dirigir artísticamente la Ópera de Bellas Artes durante una fracción del sexenio pasado —el del expresidente Enrique Peña Nieto—, cuyo principal logro y proyecto de su gestión se cristalizó en la creación del Estudio de la Ópera de Bellas Artes, una suerte de taller de perfeccionamiento operístico para jóvenes talentos.

Ramón Vargas y María Katzarava interpretaron ‘O soave fanciulla’ de La bohème de Puccini

Justamente, la celebración de Ramón Vargas por sus 40 años de carrera en el Palacio de Bellas Artes —41, desde su participación y triunfo en el Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli, en 1982, certamen que fue una de las primeras plataformas de su carrera cuando ganó el primer lugar—, puso en relieve su rostro formativo y de apoyo a nuevas generaciones. Alternar su festejo con jóvenes talentos mostró una faceta más abnegada que lucidora, pues claramente no todos los participantes cuentan con el mismo nivel de desarrollo, lo que incidió en la irregular calidad musical e interpretativa del programa.

Como inicio de la primera parte de la gala se ofreció la Obertura de la ópera Die Entführung aus dem Serail de Mozart y de este mismo compositor se abordaron los pasajes ‘Sola, sola in buio loco… Dunque quello sei tu… Ah! Pietà, signori miei!… Ferma, perfido; ferma!’ e ‘Il mio tesoro intanto’ de Don Giovanni. El Don Ottavio de Ramón Vargas fue acompañado por la Donna Anna de Luz del Carmen Ramírez, la Donna Elvira de Diana Mata, la Zerlina de Dulce Guadarrama, el Leporello de Daniel Gallegos y el Masetto de Ricardo Ceballos.

Después se interpretó ‘Vieni, apagga il tuo consorte’ del Orfeo ed Euridice de Gluck, con Gabriel Vargas y Damaris Lezama en los roles epónimos, respectivamente; ‘L’alegria è un sommo bene’ de Il viaggio a Reims de Rossini a cargo del coro (preparado en esta ocasión por Luis Manuel Sánchez); así como ‘Siete voi?… Questo è un nodo avviluppato’ de La Cenerentola también del “Cisne de Pésaro”, con Teresa Fuentes (Angelina), Alberto Galicia (Ramiro), y nuevamente Dulce Guadarrama (Clorinda), Diana Mata (Tisbe), Daniel Gallegos (Dandini) y Ricardo Ceballos (Don Magnifico).

Como cierre de la primera mitad del programa, tocó turno a fragmentos de La bohème de Giacomo Puccini: el festejado cantó el aria ‘Che gélida manina…’, María Katzarava respondió con ‘Sì mi chiamano Mimì…’ y ambos intérpretes unieron sus voces en ‘O soave fanciulla’.

Ramón Vargas refrendó lo que es como intérprete en la actualidad. Un cantante depurado en su técnica y refinado en su sintonía estilística, con un fraseo elegante y claro en dicción, con una voz cálida de timbre elegíaco, que se ha oscurecido y cuyo brillo fulgurante de antaño ha dejado lugar a una sólida pátina que da testimonio a su maduración. Los años han pasado, pero no en balde. Su capacidad de comunicación a través de su instrumento resulta envidiable.

María Katzarava dio muestras de su esplendor, con gran volumen, potencia y enjundia que inundó la zona de butacas. De entre los jóvenes becarios destacó, y así sería a lo largo de toda la presentación, la voz del barítono Daniel Gallegos, con una emisión sólida y una idea de canto musical y expresiva.

La batuta de López Reynoso se ocupó de balancear las diferentes emisiones y alientos de los participantes, tarea no del todo sencilla porque no fueron pocos, y sí, en distintos niveles, con un rostro sonoro orquestal limpio y articulado. El coro participó sin complicaciones, en cierta zona de confort y lucimiento, aunque al igual que la orquesta, como agrupaciones, se percibieron escasas de brillo, circunstancia acaso condicionada por la concha acústica en el espacio escénico, que no genera sonidos particularmente refulgentes.

Ramón Vargas cantó con Hildelisa Hangis el dueto ‘Parle-moi de ma mère’ de Don José y Micaëla de Carmen de Bizet, rol que estrenará próximamente

Luego del intermedio y de una ceremonia en la que Ramón Vargas develó una escultura que le realizara Gogy Farías y de que la directora del INBAL, Lucina Jiménez, entregara al tenor un reconocimiento institucional por su trayectoria, el programa continuó con la escena ‘Caro elisir!… Esulti pur la barbara’, en la que el homenajeado abordó uno de sus personajes insignia: Nemorino de L’elisir d’amore de Donizetti, en este caso al lado de la Adina de Génesis Moreno.

Después se interpretó, también del compositor de Bérgamo, el sexteto de Lucia di Lammermoor, en el que participaron nuevamente Génesis Moreno (Lucia), Jorge Echeagaray (Edgardo), Alberto Galicia (Arturo), Daniel Gallegos (Enrico), Ricardo Ceballos (Raimondo), Teresa Fuentes (Alisa), así como el coro del recinto.

La orquesta ofreció la Farandole de L’arlésienne de Bizet y dio paso para que de este compositor Ramón Vargas cantara como Don José (uno de los roles más recientemente incorporados al repertorio del tenor) ‘Parle-moi de ma mère’ de la ópera Carmen, con Hildelisa Hangis como Micaëla. Del mismo título se abordó el quinteto ‘Nous avons en tête une affaire’. En él participaron Damaris Lezama (Frasquita), Diana Mata (Mercédès), Teresa Fuentes (Carmen), Alberto Galicia (Remendado) y Daniel Gallegos (Le Dancaïre).

De I lombardi de Verdi se incluyó ‘O madre mia… La mia letizia infondere’ y ‘Come poteva un angelo’, con Ramón Vargas como Oronte y Teresa Fuentes como Sofia.

Vargas y Katzarava, acompañados por los becarios del EOBA, reciben ovación de pie

La recta final de la gala continuaría con obras del “Oso de Busseto”: el coro de los herreros ‘Vedi! le fosche notturne spoglie’ de Il trovatore; ‘Te sol, te sol quest’anima’ de Attila con María Katzarava como Odabella, Jorge Echegaray como Foresto y Daniel Gallegos como Ezio; y, como últimos números del programa, ‘Ah, sì, ch’io senta ancora’, ‘Dal più remoto esilio’ y ‘Odio solo ed odio atroce’ de I due Foscari, con Ramón Vargas como Jacopo y Alberto Galicia como Fante.

Como único encore, todos interpretaron la fuga ‘Tutto nel mondo è burla’ de Falstaff, la última ópera de Giuseppe Verdi y título con el que Ramón Vargas debutó en Bellas Artes en 1983, bajo la batuta del legendario Eduardo Mata. El papel de Fenton sería también relevante en la trayectoria del tenor, pues con él se presentaría diez años más tarde en el Teatro alla Scala de Milán, bajo la dirección de Riccardo Muti.

Ramón Vargas es uno de los grandes cantantes líricos surgidos en México. Su nombre ha nutrido las carteleras de los teatros, salas y festivales más relevantes al mundo durante cuatro décadas y —más allá de la natural merma de los años, lo que no le resta salud vocal al intérprete— y de algunos números flojos, grises o francamente innecesarios en esta gala por lo que a sus acompañantes respecta, coronó un merecido festejo en el máximo escenario artístico de nuestro país. Ese mismo que lo vio nacer.

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