Flavio en Bayreuth

Rémy Brès-Feuillet (Flavio) y Yuriy Mynenko (Vitige) en el Festival Barroco de Bayreuth © Clemens Manser

Septiembre 7, 2023. En las relaciones humanas todo puede suceder. Muchas veces el límite del amor ocurre cuando otro amor se le confronta. Que sean lides entre el amor paterno, materno y la pasión sin fin por el ser querido, el corazón no puede sino partirse en mil pedazos cuando llega este dilema. El maestro de estos embrollos es el dramaturgo francés Pierre Corneille. Inspirado por el teatro español del Siglo de Oro, Corneille es el autor del celebérrimo Cid. En la literatura francesa no hay relato más obvio sobre los dilemas del amor y del honor. El Cid ha inspirado sinnúmero de obras líricas, desde cantares medievales hasta la bellísima partitura de Jules Massenet o la menos conocida de Peter Cornelius. Lo que muchos no sospechan es que Georg Friedrich Händel le consagró una de sus primeras óperas de la novísima Royal Academy of Music de Londres.

Flavio, rè de’ Longobardi de Händel fue creada en 1723 —unos años antes de la gran trilogía de Giulio Cesare, Tamerlano y Rodelinda— y se inspira en parte de una oscura historia de los reyes Lombardos de Italia y del Cid de Corneille. Anécdota curiosa, Flavio, rey de Lombardía es el hijo de Rodelinda y Bertarido, héroes de la ópera epónima de Händel y de la obra de Corneille, Pertharite. El libreto de Flavio mezcla los caprichos, amoríos y suspicacias de la corte de Flavio y los trágicos dilemas de dos enamorados separados por la sangre derramada en un duelo. La partitura tiene el lenguaje fastuoso de las primeras obras de Händel para los escenarios londinenses.

El Festival Bayreuth Baroque fue creado en 2020 por el contratenor y director de escena croata Max-Emmanuel Cenčić y el director de operaciones artísticas Georg Lang para darle nueva vida al magnífico teatro barroco de los Margraves. Este teatro, a las antípodas del Festspielhaus wagneriano, es una de las escasas salas de conciertos de la familia de arquitectos boloñeses Galli Bibiena todavía en pie. Además de una decoración desbordante de ornamentación, la acústica es perfecta. El retorno de una programación de la estética musical barroca le da un relieve renovado a este extraordinario teatro. Hacemos votos para que vuelvan también las óperas que compuso la margravina Wilhelmina, hermana de Federico II de Prusia.

Julia Lezhneva (Emilia) y Max-Emmanuel Cenčić (Guido) © Clemens Manser

Flavio volvió a los escenarios con una puesta en escena de Cenčić, director artístico del festival. La partitura es una de las obras líricas más cortas de Händel. No obstante, para acompañar los cambios del decorado, la producción decidió alargar la obra arbitrariamente. No se puede decir que la música agregada y los cambios escénicos le dieran gran relieve a la puesta en escena. De una ópera corta y dramáticamente muy eficaz, esta versión de Flavio se vuelve confusa y por momentos tediosa. La puesta en escena en sí es una parodia de la película The Favourite del cineasta Yórgos Lánthimos, y algunas escenas nos recordaron la escenografía mitica del Atys de Lully de Jean-Marie Villégier. Sin embargo, hay ideas bastante conformes con el libreto de Norris/Haym, sobre todo algunas escenas humorísticas.

Max-Emmanuel Cenčić es un Guido ideal. Con una tesitura amplia y aterciopelada, nos maravillan sus inflexiones y sus da capi. Como el caprichoso monarca Flavio, el contratenor francés Remy Brès-Feuillet nos reveló un talento teatral extraordinario además de una voz increíble con grandes capacidades. La soprano rusa Julia Lezhneva interpretó a Emilia con toda la impresionante extensión de su talento. Solamente algunas cadenzas demasiado largas parecían fuera de lugar. Como el enamorado romántico Vitige, el contratenor ucraniano Yuriy Minenko nos ofreció una de las más bellas interpretaciones de todo el elenco. El fabuloso Lotario del bajo-barítono serbio Sreten Manojlović —uno de los mejores cantantes de su generación— tuvo una presencia vocal e histriónica sin precedentes. La Teodata de la contralto checa Monika Jägerova reveló un verdadero talento vocal, sobre todo con una tesitura grave de gran belleza. Encarnando a Ugone, el tenor suizo Fabio Trümpy fue irrelevante y nasal, no es más que una caricatura de lo que debería ser el papel original.

En el foso de orquesta, los músicos extraordinarios del ensamble Concerto Köln dieron relevancia con una pasión comunicativa y mucho refinamiento a la música de Händel. Esta orquesta de referencia no deja de sorprendernos y esperemos que siga dándonos emociones tanto en el barroco como en un repertorio más reciente. El director Benjamin Bayl estuvo atento a la dramaturgia y el equilibrio de los timbres. A veces sus tempi fueron un poco abruptos y fuera de lugar, pero se reconoce un talento sin igual en la interpretación de esta música.

Y así, Guido terminó desposando a Emilia, a pesar del duelo en el que su padre pereció, tal Rodrigo Diaz de Vivar y Doña Jimena. Ya lo pasado pasado, una filosofía que sigue funcionando en toda relación humana.

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