Adriana Lecouvreur en París

Clémentine Margaine (Principessa di Bouillon) y Tamara Wilson (Adriana Lecouvreur) en concierto en París © Jean-Yves Grandin

Diciembre 5, 2023. El amor se acaba. Las flores que antes eran lozanas se secan, aquel perfume que fue delicia se desvanece en un segundo. Así se define la intriga de Adriana Lecouvreur de Francesco Cilea. La trama cuenta la trágica historia de la actriz absoluta Adrienne Lecouvreur, diva de los escenarios parisinos en el siglo XVIII. Se relatan sus amoríos con el celebérrimo general Maurice de Sajonia, victorioso comandante de las guerras del rey Luis XV y los celos de la poderosa princesa de Bouillon. 

El libreto de Alberto Colautti se inspira en episodios verdaderos de los amores trágicos y sobre todo de los rumores que surgieron a raíz de su misterioso deceso. Estrenada en Milán en 1902, Adriana Lecouvreur fue compuesta para los mejores intérpretes de su época, entre los que destaca el papel de Maurizio para el inolvidable Enrico Caruso.

Para los apasionados de la ópera, el nombre de Francesco Cilea no es desconocido. Luciano Pavarotti cantó varias veces en recitales la bellísima aria ‘È la solita storia del pastore’, conocida como el Lamento de Federico de L’arlesiana. De Adriana Lecouvreur solo pasó a la posteridad la desesperada ‘Poveri fiori’, aria recurrente en el repertorio de soprano lírico. Pero como un tapiz fabuloso de la producción de Cilea solo se conocen retazos. ¿Quién recuerda Gina o Gloria? ¿Quién ha explorado más allá de las arias conocidas L’arlesiana o Adriana Lecouvreur? Como todos los contemporáneos inmediatos de Puccini, compositores como Cilea y Umberto Giordano o libretistas como Giovacchino Forzano han pasado desapercibidos y han sufrido los estragos de la ignorancia y de un injusto olvido so pretexto absurdo de la mala calidad de sus obras.

Adriana Lecouvreur volvió a los escenarios en la ciudad que adoró a la diva protagonista con dos producciones casi al mismo tiempo. Primero una fabulosa versión concertante creada en el Auditorio de Lyon en el bellísimo Théâtre des Champs-Élysées, y casi enseguida, en enero de 2024, una puesta en escena en la Ópera de París. Fascinante coincidencia.

La versión concertante de la Adriana Lecouvreur que se vivió en el Théâtre des Champs-Elysées fue un retorno difícil de igualar. Rara vez un concierto puede llegar a un nivel de realidad dramática tal como lo que se vivió el 5 de diciembre. Un ensueño de contrastes y la revelación de una obra poco conocida con una energía sin igual. La Orquesta de la Ópera Nacional de Lyon cautivó con un relieve inusitado. Esta formación es una de las mejores de Europa y lo demuestra en este tipo de obras. La dirección atenta y apasionada del maestro Daniele Rustioni reveló sinnúmero de joyas en cada detalle de la partitura.

Para este retorno, era evidente que la clave fue el elenco vocal. Protagonista sin igual, la soprano estadounidense Tamara Wilson no solo encarnó con dignidad y prestancia a la actriz mítica, sino que su inmenso talento vocal develó la materia musical que incendió el escenario con un despliegue de toda la belleza de la escritura de Cilea. Frente a ella, la majestuosa Principessa de Bouillon de Clémentine Margaine se llevó ex-aequo la gran ovación. Con un timbre rebosante de contrastes, la mezzosoprano francesa dio una interpretación de antología.

Retomando el papel de Caruso, el tenor Brian Jagde prestó su magnífica voz de cristal a Maurizio. La gran aria de la batalla entusiasmó. El resto del elenco no desentonó, a pesar de perderse a veces en el clamor de la orquesta. Menciono el Poisson del joven tenor Léo Vermot-Desroches y su bellísimo instrumento, a pesar de su corta aparición, un talento que esperamos volver a ver muy pronto.

‘Poveri fiori’, el bouquet donde el amor perfumó su lozanía ahora destiló el venenoso humor del desengaño. Al pensar en los desamores sublimados por el arte, ¿qué mortalidad puede tener el sentimiento cuando inspira la belleza eternamente imperturbable?

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