La dama de picas en Lyon

Elena Zaremba (Condesa) y Elena Guseva (Lisa) en La dama de picas de Chaikovski en Lyon © Jean-Louis Fernandez

Marzo 22, 2023. La dama de picas —ópera en tres actos (cuyo título original en ruso es Píkovaya dama, Op. 68) con música del compositor ruso del periodo romántico Piotr Ílich Chaikovski (1840-1893), que se basa en el cuento homónimo de Aleksandr Pushkin (1799-1837)— es una de las tres interesantes e intensas óperas que reunió la Ópera Nacional de Lyon como parte de la edición 2024 de su festival de primavera que llamó Festival rebattre les cartes (Festival de reorganización de las cartas). 

Todas las historias presentadas giraron en torno al tema las cartas, una manera de decir que sus heroínas o protagonistas contradicen o rebaten los clichés de su tiempo, o quizás del tiempo actual. Los títulos fueron: La fanciulla del West de Giacomo Puccini, el estreno mundial de Otages (Rehenes) del compositor francés Sebastián Rivas, y de esta obra maestra del repertorio ruso. 

Hace tiempo que este teatro decidió enfocarse en títulos poco habituales, que tienen una temática similar que las agrupa, como en esta ocasión, y con montajes poco tradicionales y novedosos. Aunque la obra fue bien recibida en su estreno en el Teatro Mariinski de San Petersburgo en diciembre de 1890, y es considerada la de mayor éxito en la carrera operística del compositor, lamentablemente no se programa con la frecuencia que merece. 

En el escenario de Lyon se estrenó apenas en 2003, y fue repuesta en el 2008 y 2010 con la producción del director alemán Peter Stein, para después desaparecer de sus temporadas hasta este 2024, donde se revivió con un nuevo concepto confiado al director de escena ruso Timofeï Kouliabine, en su primer trabajo operístico en Francia, y con las sorprendentes escenografías de Oleg Golovko, los elegantes vestuarios de Vlada Pomirkovanaya, la iluminación de Oskars Pauliņš y las proyecciones de Alexander Lovanov.

La historia de la ópera transcurre a finales del siglo XVIII, pero Kouliabine decidió situarla en una época actual, sacando a relucir su dimensión contemporánea de temas como el amor, la adicción, la locura… y lo hizo a través de escenas de inquietante expresionismo, ironía y sarcasmo, hasta llegar al oscuro y trágico destino de los protagonistas, pero siempre con apego a la dramaturgia de original. 

Las escenas y la acción transcurrieron en un cuarto aledaño al escenario de un teatro donde se presentan obras de ballet, teatro y música; en la sala de un opulento palacio con escenografía muy bella; y en una estación donde muere trágicamente Liza, en un montaje escénico que agradó por su cuidada realización. 

Sobre el pequeño escenario, el director de escena plasmó su visión política: la del rechazo a la guerra, que lo llevó a dimitir a la dirección artística del teatro Antorcha Roja de Novosibirsk en Siberia; y esto se hizo mediante pancartas y protestas que interrumpían los espectáculos que realizaban en ese pequeño escenario. 

El elenco, compuesto explícitamente por cantantes rusos, ucranianos y bielorrusos, con la intención —según afirmaron el teatro y el director de escena— de darle autenticidad idiomática al montaje y para utilizar el arte para unir lo que se encuentra desunido, brilló a lo largo de la función, comenzando con el tenor ruso Dmitry Golovnin, quien personificó al intenso y neurasténico Hermann, personaje que llevó hasta al nivel de desenfrenada locura, como lo requiere su parte, con un convincente desempeño artístico. A la par de su actuación, cantó con intensidad.

De igual manera, la soprano rusa Elena Guseva convenció en su interpretación de Lisa, recreando un personaje afligido y adolorido, con brillante coloración en su timbre, al que supo impregnar de dramatismo y emoción. La legendaria mezzosoprano rusa Elena Zaremba derrochó su experiencia en escena para darle lucimiento vocal y actoral al papel de la Condesa, y el príncipe Yeletski fue bien interpretado por el barítono ruso Konstantin Shushakov, así como el conde Tomski por el barítono bielorruso Pavel Yankovsky.

Agradó por su intensidad y color en el canto la mezzosoprano ucraniana Olga Syniakova como Polina, y por su delicadeza como Masha y como Cloe la soprano germano-italiana Giulia Scopelliti, solista del estudio de la ópera de Lyon. Cabe mencionar el trabajo del tenor ruso Sergei Radchenko como Chekalinski, del bajo moldavo Alexei Botnarciuc como Surin y el resto de los papeles menores encomendados a cantantes del coro del teatro. 

Valioso fue el aporte del coro y de los artistas que tomaron parte en la escena, y el éxito de la función lo redondeó la Orquesta de la Ópera de Lyon que, bajo la segura y expresiva conducción de su titular, el director de orquesta italiano Daniele Rustioni, extrajo con pericia y lirismo los pasajes de poesía y de fantasía que se desprenden de la rica y grata partitura, dejando a todo el público satisfecho. 

Compartir: