La cambiale di matrimonio en Pésaro

Inés Lorans, Ramiro Maturana , Mattia Olivieri, Pietro Spagnoli, Paola Leoci y Jack Swanson en La cambiale di matrimonio de Gioachino Rossini en Pésaro © Amati Bacciardi

 

Agosto 8, 2025. La “operina” este año —el próximo serán dos— fue la primera de las farsas escritas por Gioachino Rossini para Venecia, la que significó su debut e instantáneo triunfo a la edad de dieciocho años. 

Nunca antes había visto en vivo La cambiale di matrimonio, aunque sí la había oído y visto en video. Siempre me ha parecido, desde la obertura, brillante y con un excelente libreto, pero en esta ocasión la impresión se vio afianzada por una versión excelente en todos los aspectos, con un trabajo de equipo verdaderamente formidable y un nivel musical notable y muy parejo en lo vocal (en este último aspecto me ha parecido el mejor reparto del Festival). 

La puesta en escena, nacida en épocas de Covid con restricciones, se vio luego en Muscat y ahora ha vuelto y debutado aquí, donde estaría bien que se mantuviera por mucho tiempo. Laurence Dale ha sido en su momento un tenor de buen nivel, y se nota que hay a cargo de la producción alguien que entiende de música y necesidades de los cantantes, sin renunciar a movimientos y caracterizaciones. 

El exterior e interior de la casa inglesa del comerciante Tobia Mill es una pura delicia, la iluminación excelente, el movimiento continuo, pero no exagerado ni confuso. Ciertamente han colaborado el entusiasmo de todos y las virtudes canoras y artísticas de las dos voces graves principales. Pietro Spagnoli fue un Mill colosal por su conocimiento de técnica y estilo y su actuación jamás exagerada pero sí muy cómica. No le fue a la zaga Mattia Olivieri en el rol de Slook, que cantó con voz bellísima su cavatina de entrada y el resto de los números (pero cuando coincidieron ambos en dúo tuvimos un momento de gran teatro y canto rossiniano). Paola Leoci fue una magnífica Fanny, no solo por su rendimiento en el aria más comprometida y larga de la velada, sino por su buen hacer. Y no le fueron a la zaga ni Inés Lorans (deliciosa Clarina, también muy eficaz en su aria) ni Jack Swanson (el enamorado Edoardo Milfort, que bien hubiera merecido un pequeño número). Óptimas aptitudes artísticas y buen hacer canoro distinguieron al Norton de Ramiro Maturana. 

Excelentes los mimos, en particular el encargado de hacer el oso que llega del Canadá, pero tras aterrorizar al personal se muestra muy solícito y comprensivo e hizo las delicias del público que llenó el teatro, se divirtió y aplaudió a rabiar. Tal vez la Orquesta Filarmónica Gioachino Rossini no brilló mucho, pero la concertación de Christopher Franklin y la labor desde el fortepiano de Giulio Zappa para los recitativos lograron superar limitaciones.

Lo mismo no ocurrió en la primera parte de la velada que se completó (sin necesidad) con una versión orquestal de las Soirées musicales de Rossini encargada a Fabio Maestri, que resultó larga y reiterativa, y probablemente habría sido mejor con piano, como las concibió el autor. Los intérpretes eran jóvenes exalumnos de la Academia que intervenían en distintas partes en las otras dos óperas. Si vocalmente el más atrayente resultó el tenor Paolo Nevi aunque parece destinado a otro repertorio que el rossiniano, la de técnica más avezada, pero muy monótona en el canto, fue la soprano Vittoriana De Amicis. Probablemente la más interesante por madurez en todos los aspectos fue la mezzo Andrea Niño, pero su intervención se limitó a dos dúos, y el barítono Gurgen Baveyan se defendió y poco más en el único dúo masculino que puso fin a la colección.

Compartir: