Renée Fleming en el SummerFest de San Diego

Renée Fleming interpretó los Vier letzte Lieder de Richard Strauss bajo la dirección de Alain Gilbert © Ken Jacques

 

Agosto 5, 2025. Summerfest, el festival de música de cámara que desde 1986 se lleva a cabo cada verano en la ciudad de San Diego, y que organiza la asociación musical local La Jolla Musical Society, se ha convertido en una parada obligada para los amantes de la música camerística. 

No solo es relevante por la variedad de obras y compositores que aquí se interpretan (abarcando una amplia variedad de épocas y obras desde Bach, Händel y Mozart, hasta autores contemporáneos como Aucoin, Britten, Korngold, Mustonen, Nielsen, Sibelius o Widman; sin olvidar a Beethoven, Chopin, Mahler, Mendelssohn, Schubert, Schumann y tantos otros), sino por el nivel y la calidad de los intérpretes que forman parte de cada uno de los eventos realizados como parte de esta festividad.

La temática de la edición 2025 fue denominada como un “viaje a través de los hitos”, ya que cada concierto destaco por resaltar una etapa en la vida o un punto de inflexión, que ha iluminado la experimentación juvenil, los avances que han redefinido límites, así como las reflexiones finales que han solidificado los legendarios legados de muchos de los creadores musicales cuyas obras fueron seleccionadas. 

La segunda semana del festival inició con un interesante y sugestivo concierto titulado For the End of Time (Por el fin del tiempo), cuyo punto de referencia o hito fue el de la muerte, y en cuya primera parte se escuchó la obra en ocho movimientos de música de cámara titulada Quatour pour le fin de temps (o Cuarteto para el fin de los tiempos) del compositor francés Olivier Messiaen (1908-11992), quien la escribió en 1941 durante el periodo que pasó encarcelado como prisionero de guerra. Messiaen fue reclutado a los 31 años de edad por el ejército francés como auxiliar médico, cuando Francia decidió entrar a la segunda guerra mundial. 

La obra posee un sentido religioso, que está inspirada en pasajes bíblicos del capítulo diez del Apocalipsis (también conocido como el Libro de Revelaciones) del Nuevo Testamento, atribuido a Juan, que lo escribió mientras estaba desterrado en la isla de Patmos, una situación similar a la que está viviendo el propio Messiaen. Con la coincidencia que entre que en la prisión Messiaen, se encontró con un violinista, un clarinetista y un chelista (y él al piano) se dio a la tarea de componer la pieza con estos cuatro instrumentos. 

Mas allá del carácter místico y religioso de la obra, resaltan las innovadoras técnicas de este reconocido compositor del siglo XX. Cabe mencionar que el estreno de la obra ocurrió precisamente en la prisión Stalag VIII-A en Görlitz, Alemania. Un sobresaliente cuarteto de músicos ejecutó la pieza: el pianista israelí Inon Barnatan; el destacado chelista franco-alemán Nicolas Altstaedt, muy conocido por su incursión en la música antigua; el virtuoso clarinetista Ricardo Morales (clarinete principal de la Philadelphia Orchestra); así como el conocido director de orquesta Alain Gilbert, aquí en su poco conocida faceta de violinista. 

 

El Cuarteto para el fin de los tiempos de Olivier Messiaen se interpretó en el Summerfest de San Diego © Ken Jacques

 

Los músicos mostraron cohesión y sentimiento por la obra, que posee reflexivos, pensativos, extensos, e incluso exóticos y sensuales pasajes como el ‘Abîme des oiseaux’ (‘Abismo de los pájaros’) donde Morales brilló por su habilidad y destreza en el clarinete. El propio Messiaen preparó una detallada y colorida descripción de cada uno de los ocho movimientos. El primero es en la madrugada al despertar con el canto de los pájaros, el primer movimiento y el tercero evocan el poder de los ángeles, donde se escuchan tenues cascadas con el piano, y el recitativo del violín y del chelo. En el octavo movimiento, ‘Louange à l’immortalité de Jésus’ (‘Alabanza por la inmortalidad de Jesús’) se escucha una frase infinitamente lenta de amor y reverencia que emanaba del chelo; y en ‘Danse de la fureur, pour les sept trompettes’ (‘Danza de la furia, para las siete trompetas’) se escucha a los cuatro instrumentos al unísono con grata sonoridad recrear el efecto de los gongs y las trompetas (seis trompetas se refieren a las catástrofes del Apocalipsis, y la séptima es la del ángel que anuncia la consumación del misterio de Dios), en el que además se escucharon patrones rítmicos que se aumentaban y disminuían con una buena sonoridad que lo hacen uno de los movimientos más irresistibles de toda la pieza. 

Después del intermedio, llegó el que sin duda fue el momento más esperado de la velada, con el debut en este ciclo de la célebre soprano Renée Fleming, en una de sus contadas apariciones en escenarios estadounidenses en la actualidad. (Fleming ya había cantado con la Opera de San Diego el papel de Tatiana en Eugenio Oneguin de Chaikovski en 1994 y el personaje estelar de de Rusalka en 1995), quien interpretó Vier letzte Lieder (Cuatro últimas canciones) de Richard Strauss (1864-1949), un compositor muy cercano a su carrera, del que interpretó en escena los personajes de sus principales óperas; así como el grueso de sus grabaciones discográficas. 

Las Cuatro últimas canciones, compuestas en 1948, servirían además como una emotiva despedida de la ilustre carrera del compositor. Los músicos del cuarteto de Messiaen, reforzados por otros solistas del festival, conformaron para la ejecución de esta obra la orquesta SummerFest Chamber Orchestra, bajo la conducción de Alain Gilbert. La orquesta creó un tenue, ligero pero sentimental y romántico marco musical en el que Fleming impregnó y resaltó el sentimiento de calma, plenitud y aceptación de su vida y hacia la muerte que quiso transmitir el compositor. 

Fleming mostró gran personalidad, elegancia y maestría en su porte y su desempeño vocal. No por nada se ha ganado su lugar como que una de las cantantes de ópera más sobresalientes e influyentes de nuestros tiempos, y fue una ocasión inolvidable poder verla en escena. Su canto aun refleja la musicalidad y cadencia que transmite emociones, aunque careció de un cierto refinamiento en la claridad y la dicción, un poco rasposo su registro agudo, pero en términos generales no incidió en su ejecución de: ‘Frühling’ (‘Primavera’), ‘September’ (‘Septiembre’), ‘Beim Schlafengehen’ (‘Al dormir’) donde se percibió ese deseo de dormir envuelto en la noche, e ‘Im Abendrot’ (‘Al atardecer’). 

Su voz de complementó con el extenso y fulgurante pasaje para violín solista del primer violín Noah Bendix-Bagley, intérprete estadounidense y primer violín de la Berliner Philarmoniker. Al final, los escasos 25 minutos que duró la obra de Strauss se convirtieron en un momento fugaz y efímero en el que se pudo presenciar a Renée Fleming, quien al final y a pesar de los extensos y entusiastas aplausos, optó por retirarse sin ofrecer ningún bis.

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