
Gala de ópera en Zapopan
Agosto 23, 2025. La noche del pasado sábado formamos parte de la nutrida audiencia que se dio cita en la Sala Plácido Domingo del Conjunto Santander para apreciar una Gala de Opera protagonizada por cuatro cantantes pertenecientes al México Opera Studio (MOS) de Monterrey, centro de reciente constitución que ya ha ofrecido diversos montajes, galas y conciertos en diversas ciudades de nuestro país.
Al frente de la Orquesta de Cámara Higinio Ruvalcaba y la Orquesta Solistas de América estuvo el director y coach vocal Alejandro Miyaki, quien mostró pericia orquestal y comprensión de la ópera decimonónica. Sin embargo, dada la versatilidad del programa, faltó un mayor equilibrio de las secciones en diversos pasajes, así como una sonoridad de menor volumen al tratarse de un concierto con voces.
El primer intérprete vocal fue el joven barítono Carlos Reynoso quien eligió el aria de Fígaro ‘Largo al factotum’ de la célebre ópera El barbiere di Siviglia. El cantante se mostró libre, seguro y musical. Esta ópera ha sido vista en nuestra ciudad en pocas ocasiones: recuerdo aún a la Compañía de Ópera Italiana que solo otorgó una función en el escenario del Teatro Degollado (allá por 1990, si mal no recuerdo) y más recientemente un montaje protagonizado por la mezzosoprano Verónica Alexanderson, en noviembre del año 2005.
Continuando con la inspiración del Cisne de Pésaro, la mezzosoprano tapatía Itzeli Jáuregui interpretó el rondó final de la ópera La Cenerentola ‘Nacqui all’affanno’, con su proverbial belleza tímbrica. Sin embargo, mostró cierto nerviosísimo y cautela en los pasajes de coloratura “Non piú mesta accanto al fuoco”, expresando las contradicciones de la noble Angelina sin la vehemente alegría inmersa en las chispeantes melodías rossinianas. La última Cenerentola que escuchamos en esta ciudad fue la mezzo Encarnación Vásquez, en la década de los 90.
Siguió la sinfonía inicial de la ópera Nabucco de Giuseppe Verdi y luego el dueto de Fígaro y Rosina ‘Dunque io son’. Carlos Reynoso e Itzeli Jauregui regresaron al escenario con un divertido juego vocal y escénico. Recordé cuando este pasaje fue interpretado por el barítono guatemalteco Luis Girón May y la divina soprano coloratura Winifred Faix Brown en una inolvidable gala acontecida en esta ciudad hace treinta años.
Siguió el turno del tenor Eduardo Niave que interpretó el aria de Rodolfo ‘Quando le sere al placido’ de la ópera Luisa Miller (en el programa de mano se mencionó erróneamente el aria baritonal de Renato de Un ballo in maschera). La voz de este tenor se distinguió por su esmalte viril y autoridad escénica.
Para concluir la primera parte de la gala operística, la soprano Fernanda Allande eligió el aria de Leonora ‘Pace, pace mio Dio’ de La forza del destino de Verdi. Si bien la joven cantante brindó un canto sin mácula, careció del barniz dramático indispensable, el cual, con el tiempo seguro se posará sobre su brillante timbre. Recuerdo que la primera vez que escuché esta hermosa aria fue con Ileana Cotrubas, cuya voz lírica poseía un sonido matizado que otorgaba a su canto un dramatismo natural. Después vendrían otras espléndidas audiciones en las sublimes voces de Leontine Price, Renata Tebaldi, Maria Callas, etcétera.
Al concluir el intermedio, el tenor y el barítono regresaron a la escena para dar vida a Nadir y Zurga en el hermoso dúo ‘Au fond du temple saint’ de Les pêcheurs de perles de Georges Bizet. Ambos cantantes se mostraron exaltados por la inspiración bizetiana, cuyo lirismo fue manejado de forma admirable. Después, la soprano regresaría para cantar el “aria del espejo” de la ópera Thaïs de Jules Massenet (¿por qué no incluir antes o después la célebre Méditation?) En este pasaje, Fernanda Allande ofreció el sonido idóneo para la cortesana de Alejandría, con su radiante espectro tímbrico y nostálgica esencia. (Es fascinante la producción de Stefano Poda para este titulo disponible en DVD y filmada en el Teatro Regio de Turín con una Barbara Frittoli gloriosa.)
Carlos Reynoso interpretó posteriormente la canción báquica ‘Ô vin dissipe la tristesse’ de la Hamlet de Ambroise Thomas, con gran desenvoltura escénica y musicalidad. Eduardo Niave e Itzeli Jáuregui conjugaron sus voces en el breve dúo de Carmen y Don José, ‘Prés de remparts de Seville’, con acertados acentos. Vendría después el Intermezzo de Manon Lescaut de Giacomo Puccini. Y más tarde el aria ‘Vissi d’arte’ en voz de Fernanda Allande, quien recibió un lento y cuidado acompañamiento orquestal. Con su voz luminosa cantó bellamente el aria de Floria Tosca, nuevamente sin el terciopelo dramático, pero con delicada musicalidad.
El tenor interpretó el aria de Calaf ‘Nessun dorma’ de Turandot con fortaleza y convicción. La orquesta, sin embargo, cargó las tintas con un volumen excesivo y rotundo, especialmente al final. Niave mostró un interesante potencial hacia el repertorio lírico-spinto que deseamos siga cultivando cuidadosamente.
Itzeli Jauregui ofreció su mejor momento en el aria de la Princesa de Bouillon ‘Acerba voluttá’ de Adriana Lecouvreur de Francesco Cilea (y no el aria de Santuzza de Cavalleria rusticana de Pietro Mascagni que mencionaba el programa de mano). Su interpretación poseyó buen cariz dramático y fortaleza sonora. Itzeli podría obsequiar un recital dedicado solamente a Mozart: seguro sería una experiencia de ensueño.
Con ‘Tu, tu, amore tu’, dueto de Manon Lescaut y el caballero Renato des Grieux, cerró la segunda parte del programa, en el que la soprano y el tenor ofrecieron un canto lírico, exultante y romántico en un repertorio adecuado a su voz y temperamento. Esperamos tener la suerte de volver a escucharlos por estos lares en un futuro cercano y en un programa dominado por el verismo italiano.
Debido a los aplausos y gritos de júbilo, el elenco regresó al escenario para obsequiar como propina el ya tradicional Brindis de La traviata de Verdi. En resumen, una grata velada protagonizada por voces con gran futuro y que esperamos escuchar en una ópera completa, en el actual desierto operístico que padecemos en Guadalajara desde hace varios años.