Il barbiere di Siviglia en Palermo

Maria Kataeva (Rosina) y Mattia Olivieri (Figaro) en Il barbiere di Siviglia de Gioachino Rossini en el Teatro Massimo de Palermo © Rosellina Garbo

 

 

Septiembre 24, 2025. La obra maestra de Gioachino Rossini vuelve con fuerza en las programaciones de muchos teatros del mundo. En Italia, es ahora la capital de Sicilia la que se embarca en una nueva producción debida a la soprano (retirada) Stefania Bonfadelli, que últimamente está dando sus primeros pasos como directora escénica. 

No se trata de una versión “rompedora”, sino simpática y con alguna disposición teatral (la casa de Bartolo se ve desde fuera y sobre todo través de ventanales), un barbero que se pasea en bicicleta, vestuario más o menos incoherente y exagerado, en especial en la casa del doctor Bartolo, una Rosina “flamenca” que toca las castañuelas (bien por Maria Kataeva, aunque al personaje le sienten como un tiro en el rondó del segundo acto, que también tiene alteraciones de ritmo), una Berta muy pizpireta y enamoradiza (lo que va muy bien para su arietta hacia el final de la obra). 

Como el ritmo es en general ágil pero no frenético, no sé a quién hay que agradecer por la supresión de esa larga, difícil, magnífica pero bastante poco dramática escena final para el conde Almaviva. Menos el guitarrista en el primer acto, la orquesta sonó bien y el joven maestro nativo Riccardo Bissati demostró buenas intenciones y potencialidades, aunque el dominio del crescendo se le escapa aún. Bueno resultó asimismo el desempeño del coro preparado por Salvatore Punturo.

En cualquier caso, el factor que determinó el éxito (una función vespertina en un día laborable con público númeroso, bastante indisciplinado y no por razones de edad) fue el reparto (hubo un segundo que no pude ver). Empezando por el ya proverbial Fígaro de un Mattia Olivieri siempre pletórico en canto y acción, que parece interpretar siempre al protagonista por primera vez, con medios lozanos, un fraseo dúctil y unos recitativos estupendos, y una figura que le permite un ritmo endiablado en sus movimientos. 

Maria Kataeva fue una muy buena Rosina, y tal vez haya que señalar que con su excelente extensión y timbre intentó a veces variaciones y agilidades que resultarían mejor en una soprano de coloratura. Dentro de lo que le marcaron se movió muy bien y también dijo muy bien sus frases. 

Ruzel Gatin tiene voz sonora y sobre todo un muy buen registro agudo; como actor pareció más convencional en su Lindoro/Almaviva, y en el resto del registro la voz perdió calidad y no pude determinar el grado de su dominio de la técnica de la coloratura. Simón Orfila es más claramente, con el paso del tiempo, el bajo que necesita Basilio, y fue el único de los principales común a ambos repartos. Estuvo mejor en lo vocal que en lo escénico, donde no pasó de generalidades. 

El Don Bartolo de Vincenzo Taormina fue muy eficaz, aunque se trata de un barítono y no del bajo bufo tradicional, pero cantó bien y con suficiente dominio del sillabato y fue el que más hizo reír al público. Muy convincente Noemi Muschetti como Berta, e interesantes medios presentó el barítono Italo Proferisce en el doble papel de Fiorello y el Oficial.

Compartir: