Andreas Scholl en Bogotá

El contratenor alemán Andreas Scholl participó en el Festival de Música Sacra de Bogotá © Sebastián Delgado
Septiembre 26, 2025. El Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá, importante evento musical de carácter multirreligioso que se lleva cabo en diferentes sedes e iglesias de la capital colombiana, llegó este año a su edición número XIV.
Fundado en el 2012 como un homenaje a los 50 años del Concilio Vaticano II, tiene la misión de promover la unión, el respeto y la paz a la diversidad de creencias a través de la música sacra perteneciente a diversas épocas y religiones.
Entre la variada y amplia programación de esta edición, se contó con la presencia del célebre contratenor alemán Andreas Scholl, quien ofreció un concierto titulado “Vivaldi–Purcell: del lamento a la gloria” compuesto de extractos de obras de estos dos prolíficos compositores del barroco; y donde fue acompañado por el valioso marco musical creado por los músicos del Ensamble Barroco de Bogotá, bajo la conducción de su director, el maestro francés Julien Fauré.
La cuidada selección de las piezas cantadas por Scholl incluyó arias de obras que han sido cercanas y representativas en su carrera: no debemos olvidar que su grabación del Stabat Mater de Antonio Vivaldi (1678-1741), con el Ensamble 415 dirigida por Chiara Banchini, bajo el sello de Harmonia Mundi, fue considerada como la mejor interpretación vocal barroca en 1996. Precisamente de esa obra eligió algunos pasajes para el concierto, que dio inicio con la Introducción al Miserere, el motete, ‘Filiae maestae Jerusalem’ de la que ofreció una sentida ejecución plena de encanto y fascinación con la pureza de su emisión, grato sonido y pulcra dicción.
Del mismo autor regaló una conmovedora ejecución del Gloria a Patri del Nisi Dominus, RV 608, otra obra contenida en su amplio acervo discográfico, en el sello Decca, con la fulgurante brillantez del violín que acompañaba su tersa voz; continuando con una notable interpretación del Cantate, RV 684 ‘Cessate, omai cessate’, una cantata secular en la que desplegó agilidad y virtuosidad en el manejo de la voz, sin perder ese aire de solemnidad y espiritualidad contenida en esta partitura.
Del compositor inglés Henry Purcell (1659-1695) eligió el lamento de Dido ‘When I am laid in earth’ de la ópera Dido and Eneas (Z. 66), que cantó con sensibilidad y una voz que lucía intacta en todo el registro. Su intervención concluyó con ‘What power art thou’ de la semi-ópera King Arthur, or The British Worthy, un aria inquietante, oscura y lúgubre, plena de dramatismo y profundidad sensorial, que Scholl cantó con destreza y seguridad, y que debió repetir como bis ante los extensos e insistentes aplausos del público que abarrotó el concierto. (Ambas arias de Purcell están contenidas en su grabación en el sello Decca 2010, titulada O Solitude con la Accademia Bizantina).
Hubiera sido ideal poder seguir escuchando más del contratenor alemán, y aunque su aparición fue breve, dejó constancia de su fama y nobleza vocal e incluso espiritual. Por su parte, la orquesta que mostró su cohesión, dinámica y ligereza en cada una de sus intervenciones, ejecutó en solitario la alegre Chaconne de King Arthur.
Cabe señalar que el concierto se realizó en la Iglesia de San Ignacio de Loyola, perteneciente a la Compañía de Jesús, templo católico con un enorme y hermoso retablo dorado, fundado en 1610, que se ubica en el centro de esta ciudad. En la primera parte del concierto, el público escuchó el estreno mundial de la obra Gloria, para alto o contratenor y ensamble barroco del compositor colombiano Diego Vega (1968), que le comisionó el festival, para su estreno en esta edición. Se trata de una interesante escritura musical que en su creación combina un cierto aire y estilo de la música contemporánea con los cánones de la música antigua (como si se creara un vínculo entre pasado y presente) con una instrumentación para ensamble de cuerdas y continuo, la preponderancia del clavecín, y que aprovechó la presencia del Ensamble Barroco de Bogotá, que acompañó a Scholl.
La partitura de esta nueva obra es armoniosa, grata, y con mucha expresividad y un sentido místico-religioso que se expresa en sus cuatro movimientos en latín (Gloria, Laudaumus te, Domine fili unigenite y Quoniam tu solus sanctus). La contrastante obra atraviesa momentos de clímax, delicadeza y solemnidad. Las partes cantadas le correspondieron a la mezzosoprano venezolana Ana Mora, quien se exhibió como una intérprete sensible y envuelta en la pieza, a la que le aportó su oscura, profunda y por momentos delicada entonación y robusta proyección.
El día previo al concierto de Scholl, y también como parte de los eventos del festival, se realizó otro sugestivo concierto, en la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, que inició con Crisantemi, obra de cuerdas compuesta en 1890, que aborda temas como el duelo y la pérdida, así como la Misa de Gloria, ambas pertenecientes al celebre compositor Giacomo Puccini (1858-1924), en un concierto que llevó al público a experimentar la contrastante oscuridad de la muerte con el resplandor de la gloria.
En la misa, obra poco representada del autor que brilla más por sus títulos operísticos, se aprecian los colores orquestales, operísticos y melódicos típicos del compositor. Una obra olvidada y redescubierta a mediados del siglo XX, gustó por su pasión, expresada en su estructura, que es la de una misa: Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei.
La Orquesta Filarmónica Juvenil de Colombia se encargó de la parte musical de la pieza, con buenos resultados, bajo la entusiasta conducción del maestro Carlos Ágreda y con dos sólidos solistas colombianos como el bajo-barítono Hyalmar Mitrotti y el tenor Hans Ever Mogollón, que conocimos en México hace algunos años en el papel de Don Ramiro de la ópera La Cenerentola de Rossini. Es digno de mención el aporte del Coro Filarmónico Juvenil de Colombia, tal y como lo requiere esta grandiosa partitura.
Cabe mencionar que otro de los eventos importantes de esta edición del festival fue el recital del tenor alemán Christoph Prégardien titulado “El Canto Espiritual de Schubert”, al que lamentablemente no pude asistir, a pesar de la amable invitación del festival, y que demuestra el nivel de artistas que, gracias a este encuentro musical, se presentan cada año en Bogotá.