Il furioso all’isola di San Domingo en Bérgamo

Escena de Il furioso all’isola di San Domingo de Gaetano Donizetti y Jacopo Ferretti en el Festival Donizetti de Bérgamo
Noviembre 16, 2025. La ópera El furioso en la isla de Santo Domingo ocupa un lugar fundamental en la historia de la música, y para comprender su importancia es necesario partir de la trama.
El argumento se centra en Cardenio, un hombre que vive aislado en una isla tras la traición de su amada Eleonora. Sumido en la locura, adopta un comportamiento salvaje y hostil —de ahí el adjetivo del título— y rechaza todo contacto humano, salvo el de Kaidamà, un exesclavo liberado que lo cuida con afecto e ironía. La llegada de Eleonora a Santo Domingo en busca de su perdón desencadena un doloroso viaje emocional que conducirá a Cardenio, entre conflictos y recuerdos, a recuperar gradualmente la claridad mental. El final, deliberadamente abierto, es agridulce: no es una tragedia donde todos mueren, pero tampoco un “felices por siempre”. La infidelidad de Eleonora permanecerá para siempre en la mente ya sana de Cardenio, obligándolo a convivir con esa herida.
En esta adaptación, Gaetano Donizetti y el libretista Jacopo Ferretti —quien pasó a la historia musical por el libreto de La Cenerentola de Gioachino Rossini— dieron un paso decisivo y sorprendentemente audaz en la evolución de la ópera italiana de inicios del siglo XIX, al introducir en 1833 temas controvertidos. De entrada, es innegable el parentesco entre El furioso… y el célebre Don Quijote de la Mancha (1605) de Miguel de Cervantes Saavedra.
El rol de Cardenio representa uno de los primeros casos en que la ópera italiana aborda la locura masculina de manera seria y no caricaturesca, en un repertorio donde la locura había sido casi siempre femenina: Lucia di Lammermoor o Linda di Chamounix, ambas del propio Donizetti, son ejemplo de ello. Ferretti ofrece un tratamiento sorprendentemente moderno de las enfermedades mentales. Como consecuencia, el papel de Cardenio fue ampliamente valorado por su complejidad psicológica y el impacto emocional que generaba. Su “locura amorosa” permite al cantante atravesar un amplísimo espectro vocal y expresivo: de la rabia al delirio, de la ternura a la lucidez recobrada.
Otro elemento singular del título es que aborda un tema controvertido no solo entonces, sino también hoy: la infidelidad femenina. Habitualmente en la literatura es el hombre quien traiciona; aquí se invierten los roles y se muestra a un hombre que pierde la razón por desamor, revelando igualmente su fragilidad. La historia, que fácilmente habría podido concluir de forma trágica, se cierra con una forma de reconciliación que sugiere esperanza, sin caer en un final feliz convencional, algo poco habitual en los desenlaces belcantistas.
Desde el punto de vista musical, esta ópera también marca un hito, pues es la primera partitura de Donizetti construida alrededor de un protagonista baritonal: escrita para el célebre Giorgio Ronconi, de apenas 22 años en el estreno y considerado el primer gran barítono de la historia. Con Cardenio, Donizetti abrió camino a la tipología vocal dramático-expresiva que dominaría el romanticismo y el verismo posteriores. En aquel entonces la terminología vocal aún no estaba fijada: “basso” se usaba para todas las voces graves masculinas, pero fue con personajes como este que empezó a definirse la identidad del barítono lírico-dramático.
Il furioso se estrenó el 2 de enero de 1833 con un éxito arrollador que pronto trascendió la ciudad. En Milán, la Gazzetta Privilegiada lo reseñó positivamente —algo inusual dada su habitual indiferencia hacia espectáculos locales—, lo que refleja el creciente interés milanés por Donizetti tras los triunfos de Anna Bolena y L’elisir d’amore. Para el compositor, esto se tradujo no solo en una mayor visibilidad en la prensa, sino también en un éxito editorial, ya que Il furioso marcó un punto de inflexión en su relación con Giovanni Ricordi, primer editor en apostar por la obra. Ricordi probablemente seguía resentido por no haber adquirido a tiempo los derechos de Anna Bolena, lo que le había causado pérdidas económicas tras el estreno.
Tras caer gradualmente en el olvido a finales del siglo XIX, Il furioso tuvo su primer reestreno moderno en 1958 en Siena. Desde entonces ha sido escasamente representada (incluida una puesta en 2013 en el mismo Teatro Donizetti de Bérgamo donde se presenta esta producción) y continúa injustamente marginada.
Para revertir esa situación, el Donizetti Opera Festival encargó a Manuel Renga la dirección escénica para rescatar esta joya donizettiana en la edición 2025. Renga colaboró con Aurelio Colombo en la escenografía y el vestuario, mientras que la iluminación quedó en manos de Emanuele Agliati. El punto de partida de Renga es una frase del segundo acto que, parafraseada, dice: “La locura es un árbol cuyas ramas pueden cortarse, pero cuyas raíces siempre permanecen”.
“Esa imagen generó mi primera idea para la dirección —comenta el regista—. Las raíces de la locura de Cardenio han permanecido y, treinta años después, vuelven a brotar. La acción se traslada así a una residencia de ancianos donde vive el Cardenio envejecido; a través de su memoria revivimos los acontecimientos ocurridos en Santo Domingo tres décadas antes.”

Nino Machaidze (Eleonora) y Paolo Bordogna (Cardenio)
En el podio, Alessandro Palumbo dirige por primera vez a la Orquesta de la Opera Donizetti y al Coro de la Accademia Teatro alla Scala, preparado por Salvo Sgrò. La edición crítica presentada en Bérgamo recupera algunos cortes realizados en la temporada de estreno en Roma. Sobre la obra, Palumbo afirma: “Estamos ante un Donizetti maduro, consciente de sus recursos y dueño de un estilo ya personal e inconfundible. En su época fue uno de sus mayores éxitos y, curiosamente, desapareció de los escenarios. Creo que la causa está en un cambio de gustos: la ópera, su tema y su estructura respondían a las preferencias de entonces. Por eso, pese a sus numerosas novedades, no logró perdurar como Elisir o Lucia, que abordan temas similares desde una perspectiva más universal y quizá más trascendente”.
El papel de Cardenio fue interpretado por el barítono Paolo Bordogna, acompañado por Nino Machaidze, quien debutó como Eleonora en lo que supone su primera aparición en el escenario del DOP. Bruno Taddia asumió el rol de Kaidamà, Giulia Mazzola el de Marcella, mientras que Santiago Ballerini y Valerio Morelli interpretaron a Fernando y Bartolomeo, respectivamente.
Una perspectiva atemporal de esta obra maestra donizettiana marcó el éxito de la función de estreno en Bérgamo. Es más que apropiado que el Festival impulse el redescubrimiento de la obra y le otorgue una visibilidad renovada y moderna, con la esperanza de que sirva de ejemplo para que otros teatros también rescaten joyas olvidadas como esta.