Il campanello y Deux hommes et une femme en Bérgamo

Escena de Il campanello de Gaetano Donizetti en Bérgamo © Studio UV

 

Noviembre 23, 2024. Presentar en un mismo programa dos títulos cómicos de Gaetano Donizetti equivale a subrayar que su genio no se limitó al melodrama serio ni a la grand opéra. La producción, concebida para el lucimiento de los alumnos de la Bottega Donizettina —el estudio de ópera del Donizetti Opera Festival (DOF)— propuso un cartel con Il campanello (El timbre) y Deux hommes et une femme (Dos hombres y una mujer); es decir, la versión francesa de Rita.

A primera vista, estas piezas pueden parecer “menores” frente a titanes líricos como Lucia di Lammermoor o Anna Bolena —dignas representantes de un importante festival—, pero son auténticas joyas de cámara del repertorio buffo: breves, concentradas y deliciosas, inscritas en la tradición de la farsa doméstica con tramas centradas en equívocos matrimoniales, enredos amorosos, celos, identidades falseadas y pequeños actos de venganza cómica.

Aunque pertenecen a fases creativas distintas —la farsa napolitana y la opéra-comique parisina—, su orquestación y lenguaje no dejan mentir; ambas obras revelan la misma precisión teatral y capacidad de Donizetti para observar con ironía fina las relaciones humanas. Programarlas juntas en el Donizetti Opera Festival resulta coherente con la misión de la fundación: rescatar, estudiar y reponer el repertorio donizettiano en todas sus facetas, incluidas las obras concebidas para el gusto popular y los escenarios menores. 

La impoluta lectura escénica de Stefania Bonfadelli evidenció una comprensión milimétrica de los mecanismos farsescos y una notable capacidad para integrar dos títulos de naturalezas distintas en un mismo dispositivo teatral. Seguramente su background como cantante —y con experiencia en Donizetti— ayudó a aterrizar mejor su idea. Su ingeniosa regia destacó por la claridad dramatúrgica, la gestión exacta del tempo comico y un control admirable de los equilibrios entre acción, ritmo y precisión actoral. Bonfadelli optó por una comicidad fina sustentada en gags, comedia física y una gestualidad calibrada sobre la prosodia musical.

La escenografía de Serena Rocco desplegó un universo visual que combinó los espacios de ambas óperas en uno mismo en los años 60 del siglo XX con una funcionalidad teatral ejemplar. La coexistencia en una misma “caja escénica” de la Pharmacie Pistacchio y el Hotel Rita resultó especialmente eficaz: no fue una simple superposición espacial, sino una ósmosis narrativa, donde situaciones, personajes y tensiones de una obra influyeron en la otra, creando una continuidad interna. La fiesta de matrimonio de Don Annibale se desarrolló en el local de Rita, por lo que, durante la representación de ambos títulos, los personajes de las dos óperas compartieron el espacio, convivieron y hablaron entre sí: una idea verdaderamente fuera de serie. 

 

Escena de Deux hommes et une femme de Gaetano Donizetti en Bérgamo © Studio UV

 

Al final de Deux hommes… los personajes de Il campanello vuelven a escena para cerrar el ciclo de la historia en común. La iluminación con sensibilidad cromática de Fiammetta Baldiserri fue evidente en el vestuario colorido de Valeria Donata Bettella, quien reforzó la lectura cómica en los personajes.

La concertación de Enrico Pagano al frente de la orquesta Gli Originali, confirmó su consolidación como uno de los directores jóvenes más confiables para el repertorio donizettiano desde una óptica históricamente informada. El uso de instrumentos de época fue un acierto adicional. En Il campanello optó por una sonoridad camerística, subrayando el protagonismo de las cuerdas de tripa y aportando un fraseo depurado. Las texturas ligeras, la articulación nítida y un volumen controlado mantuvieron siempre el timing necesario para la comicidad.

En el apartado vocal, el DOF confió los títulos a los jóvenes estudiantes de la Bottega Donizetti, dirigida pedagógicamente por el vocal coach y pianista Giulio Zappa. Como Don Annibale, Pierpaolo Martella destacó por su claridad de articulación, dicción cuidada y control rítmico impecable tanto en las partes cantadas así como en los recitativos, sostenido por un fiato sólido. Su instrumento homogéneo y bien proyectado respondió con solvencia, y su vis comica resultó eficaz, especialmente en ‘Bella cosa amici cari’. Un gran buffo.

Francesco Bossi, como Enrico, confirmó su condición de barítono brillante y versátil, con una vis comica impresionante, notable ductilidad vocal y agilidad escénica. Sus múltiples participaciones, disfrazado de los diferentes personajes, representaban desafiantes retos por las mutaciones tímbricas y súbitos cambios de registro, los cuales fueron resueltos con precisión y naturalidad, arrancando fuertes carcajadas en los asistentes, en su mayorìa extranjeros. Mostró un bello legato en el dueto ‘Non fuggir, t’arresta’.

Lucrezia Tacchi como Serafina desplegó un timbre límpido, luminoso y un fraseo musical, siempre flexible y elegante, incluso en los pasajes de mayor vivacidad. La mezzosoprano Eleonora De Prez (Madama Rosa) aportó una clara vocalidad redonda, mientras que Giovanni Dragano (Spiridione) completó el reparto con presencia chispeante y gestualidad eficaz, fundamental para el lucimiento de la comedia física del conjunto.

En Deux hommes et une femme, Pagano reveló una paleta sonora más madura, adecuada al carácter de la opéra-comique, modelando con elegancia el fraseo de los alientos y logrando una integración fluida entre música y diálogos hablados. En el rol epónimo, Cristina De Carolis como Rita, ofreció una interpretación energéticamente equilibrada, con línea firme y una construcción escénica que combinó autoridad e ingenuidad, siempre con elegancia vocal. En el rol de Pepé, el tenor chileno Cristóbal Campos Marín posee un timbre claro y agradable, voz central firme y agudos brillantes; pese a los aspectos mejorables de su pronunciación francesa, delineó un personaje tierno, autoirónico y convincente. 

 

Alessandro Corbelli (Gasparo), a sus 73 años, «se hincó, brincó y se revolcó en el suelo durante sus partes cantadas» © Studio UV

 

El eje artístico del conjunto y figura referencial de la producción fue el legendario barítono Alessandro Corbelli. Como Gasparo ofreció una lección de estilo belcantista: dominio absoluto de la palabra escénica en un francés inmaculado; una línea vocal perfecta y una innata capacidad para modular el humor sin caer en la sobreactuación. A pesar de sus 73 años de edad, el cantante turinés mostró una energía impactante. Se hincaba, brincaba y se revolcaba en el suelo durante sus partes cantadas, evidenciando que es un fuera de serie sin lugar a dudas. Su interacción con los jóvenes de la Bottega generó un equilibrio escénico de rara armonía.

Este juvenil y simpático díptico confirmó que el DOF es capaz de revitalizar dos obras breves de enorme eficacia teatral, cualidades que caracterizan al festival desde hace más de una década. Grandes aplausos para los jóvenes protagonistas y ovaciones para Corbelli, fueron la revelación de una gran función.

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