Caterina Cornaro en Bérgamo

Escena de Caterina Cornaro de Gaetano Donizetti en el Donizetti Opera Festival de Bérgamo © Studio UV

 

Noviembre 30, 2025. A comienzos de la década de 1840, Gaetano Donizetti era el compositor de ópera italiano más célebre de Europa. Tras conquistar París con adaptaciones de sus éxitos italianos y nuevas obras como La fille du régiment o La favorite, su vida transcurría en viajes constantes entre los principales centros musicales del continente. Componía con una velocidad y una productividad que asombraban incluso a sus contemporáneos.

En ese contexto nació Caterina Cornaro, inspirada en la vida real de la noble veneciana del siglo XV. La trama se centra en su amor por el joven Gerardo, frustrado cuando la República de Venecia la obliga a casarse con Lusignano, rey de Chipre, para ganar influencia política en la isla. Caterina acepta el matrimonio como un sacrificio. Cuando Gerardo regresa para recuperarla, ya es demasiado tarde: ella es reina y poco después su esposo es asesinado por conspiradores. Caterina queda atrapada entre su deber monárquico y el amor que aún siente por Gerardo. Él intenta sostenerla, pero la maquinaria política veneciana se impone y Caterina pierde el trono. Al final, acepta su destino con dignidad y resignación.

A pesar del interés dramático y la fama de Donizetti, el estreno napolitano fue un fracaso. La censura había mutilado elementos cruciales: la pertenencia de Gerardo a los Caballeros de Rodas y el envenenamiento del rey Lusignano. Al eliminar estas piezas estructurales, la trama perdió fuerza y los personajes quedaron desprovistos de motivaciones poderosas. Faltaban las escenas de celos, locura y venganza que habían caracterizado el mejor teatro donizettiano. El resultado fue un drama dominado por la resignación y un final que el público calificó de incomprensible. Tras pocas funciones —algunas incluso incompletas— el Teatro San Carlo retiró la obra de cartelera. Donizetti, que ya temía el desastre, recibió la noticia con profundo desánimo.

El Donizetti Opera Festival 2025 presentó por primera vez una edición crítica integral del título, preparada por Eleonora Di Cintio. La musicóloga restituyó el diseño original del compositor, incluyendo el arioso de la muerte de Lusignano y elementos de la versión parmesana. El título se convirtió en la apuesta fuerte de esta edición, en una producción simbólica que marca el relevo artístico entre Francesco Micheli —director de escena y ex director del festival— y Riccardo Frizza, nuevo director artístico y musical.

Arriesgar es siempre loable: cuando la apuesta funciona, se celebra; pero cuando no… aparece el costo de no haber ido por el camino seguro y tradicional. En este caso, Micheli concibió a la que muchos consideran “la cuarta reina donizettiana” mediante una lectura de tres planos narrativos: la Caterina histórica, la Caterina melodramática del libreto, y una Caterina contemporánea: una mujer embarazada que espera, en un hospital moderno, el destino de su marido moribundo. Sobre el papel, la idea es ambiciosa. En escena, sin embargo, el resultado fue desastroso. Aunque estéticamente cuidada, Micheli no consiguió integrar de manera convincente estos niveles narrativos, generando desconcierto y una mezcla de lenguajes escénicos que diluyeron la fuerza dramática. Los comentarios en platea fueron unánimes durante el intermedio: “no se entiende”; “no tiene sentido”; “estoy confundido”.

La escenografía giratoria de Matteo Paoletti Franzato alternó un espacio clínico contemporáneo —una sala de espera, radiografías, personal médico— con interiores renacentistas reforzados por las proyecciones de Matteo Castiglioni y los refinados, aunque fuera de lugar, vestuarios diseñados por Alessio Rosati. La convivencia de épocas pretende dialogar entre pasado y presente, pero el resultado es irregular y, a menudo, confuso. La ruptura de lógica escénica es particularmente evidente en el Finale “alternativo”, donde Gerardo aparece como un cirujano en lugar de un guerrero. A pesar de su esmero visual, la propuesta es dramatúrgicamente inconsistente, incapaz de equilibrar los planos histórico, operístico y moderno.

A la confusión escénica se sumaron las adversidades de la función final del festival. Minutos antes de iniciarse la representación, se anunció que Frizza, director previsto en el foso, no se presentaría por un imprevisto personal. Fue sustituido a último momento por Aram Khacheh, su asistente durante el montaje. El joven director de origen persa, nacido en Italia en 1997, asumió la empresa con valentía la responsabilidad. A pesar del salto imprevisto, ofreció al frente de la Orchestra Donizetti Opera una lectura sólida, atenta al equilibrio y de riguroso estilo romántico, subrayando contrastes dinámicos y el carácter sombrío de la partitura. Su dirección, equilibrada entre el ímpetu dramático y la nobleza belcantista, puso de relieve la densidad armónica y los anticipos verdianos que atraviesan la obra. El Coro de la Accademia del Teatro alla Scala, dirigido por Salvo Sgrò, ofreció un desempeño correcto.

 

Carmela Remigio como Caterina Cornaro © Studio UV

 

La soprano italiana Carmela Remigio en el rol epónimo ofreció una Caterina digna y elegante, con actuación intensa y gran autoridad escénica. Aunque su instrumento mostró signos de desgaste, Remigio lo compensó con musicalidad; fraseo atento a la palabra y un instinto teatral que otorga nobleza al personaje. Los problemas se presentan en los extremos de la tesitura, con agudos velados y una evidente desconexión entre los registros. No obstante, el registro central sigue siendo firme y expresivo. La cabaletta del prólogo, ‘Deh! Vieni, t’affretta’, fue de lo mejor de su prestación.

Enea Scala, tenor impetuoso como Gerardo, mostró acentos incisivos y agudos luminosos. Scala ofreció un Gerardo apasionado y convincente, con emisión franca y una cabaletta guerrera de auténtico fuego preverdiano. El cantante siciliano, lleno de intensidad, sostuvo el segundo acto con fuerza heroica: un elemento convincente para este tipo de roles.

Uno de los episodios más inesperados de la noche lo sufrió el rol de Lusingano. El barítono napolitano Vito Priante inició la función con elegancia y nobleza de línea, pero durante el aria ‘Da che sposa Caterina’, comenzó a mostrar dificultades vocales casi imperceptibles. La voz se le cerró súbitamente y abandonó el escenario. En el segundo acto apareció su cover, Wonjun Jo, joven barítono surcoreano que asumió el rol con admirable profesionalismo. A pesar de mostrarse comprensiblemente nervioso, cantó con nobleza estilística y densidad expresiva, especialmente en el arioso restaurado del final, recuperado en esta edición crítica y presentado aquí en su primera ejecución moderna.

El bajo Riccardo Fassi fue un excelente villano. Entregó un Mocenigo sólido, con timbre oscuro y pastoso, acento cortante y notable presencia escénica, de rara eficacia teatral. Por su parte, Fulvio Valenti (Andrea Cornaro), Francesco Lucii (Strozzi/Cavaliere) y Vittoria Vimercati (Matilde) completaron un reparto equilibrado y musicalmente sólido.

La velada, pese a los tropiezos escénicos y las adversidades de último minuto, confirmó la vitalidad del Donizetti Opera Festival y su capacidad de responder con profesionalismo y valentía.

Con una producción resuelta contra viento y marea, el público premió el esfuerzo con generosos aplausos. La edición crítica integral de Caterina Cornaro cerró el Donizetti Opera Festival con éxito, esperamos ansiosos la edición del 2026.

 

Enea Scala (Gerardo) en Caterina Cornaro © Studio UV

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