?? Los ganadores del Concurso Francisco Viñas
[cmsmasters_row data_color=»default» data_bot_style=»default» data_top_style=»default» data_padding_right=»5″ data_padding_left=»5″ data_width=»fullwidth»][cmsmasters_column data_width=»1/1″][cmsmasters_text]
Enero 26, 2020. El concierto inaugural se encomendó esta vez a Angela Meade, que es sin duda una gran soprano en ópera, pero no tanto en canto de cámara (pese a que Strauss le vaya mejor que Meyerbeer, en unas canciones algo soporíferas). Incluso de las arias que eligió (de La Wally, Adriana Lecouvreur y Die Tote Stadt) —que cantó sin duda muy bien (en particular ‘Ebben, ne andrò lontana’)— ninguna es característica del repertorio en el que la cantante sobresale. Bien, en el piano, estuvo Véronique Werklé.
Del discurso de inauguración se hizo cargo en esta oportunidad el conocido actor catalán Josep Maria Pou. En el jurado destacó la presencia, como única representante de los cantantes, de Mariella Devia, como siempre muy presente y atenta. Figuró también Richard Bonynge, a quien no logré ver. Vuelvo a decir, sin esperanza, que el desequilibrio entre los miembros cantantes o de algún modo relacionados con el aspecto musical tendría que corregirse.
Siempre con más de 500 inscritos, llegaron a la prueba final en el Liceu 17 (las pruebas anteriores tuvieron como sede el interesante auditorio del Conservatorio del Teatro), seis menos que el año pasado, lo que me exime de más comentarios sobre el promedio de este año en el aspecto de la calidad, si no en el de la cantidad. Algunos no me explico cómo lograron pasar, mientras en otros casos no comprendo por qué se les eliminó en las fases anteriores.
Entre los diecisiete fueron galardonados seis, más dos premios extraordinarios, que en este concierto de clausura fueron acompañados por la orquesta del Teatro bajo la batuta de Francesc Prat, al cual escuché por primera vez y, por tanto, con el poco tiempo disponible para la preparación del concierto, es arriesgado dar una valoración definitiva; pero en cuanto a tiempos, ritmos y dinámicas pareció poco apto para el bel canto (tratar las cabalette belcantistas como si fueran música de Wagner no ayuda a nadie); algo mejor, para Verdi y el verismo; extraño, en el repertorio ruso; e inadecuado, para el francés.
El concierto, mucho más ágil que en ediciones anteriores, sobre todo por la presentación y entrega de premios a los ganadores, comenzó con dos premios extraordinarios: dos bajos, Manuel Fuentes (España) con ‘Vi ravviso’, de poco volumen en la cabaletta y notas engoladas en el aria, y Alexander Köpeczi (Rumania), que cantó un buen ‘Il lacerato spirito’, digno de mayor consideración.
Los “verdaderos” galardonados fueron seis: la venezolana María Brea (sexto lugar) es una soprano lírico ligera de poco volumen y personalidad que cantó bien ‘Depuis le jour’, pero de modo muy escolástico y poco dueña de la escena en ‘Me llaman la primorosa’ (de la zarzuela El barbero de Sevilla de Nieto y Giménez), con tiempos mortalmente lentos. Por el contrario, la estadounidense Melissa Zgouridi (quinto lugar) es una mezzo de buena voz y técnica, pero poco interesante en el plano expresivo. Si su Olga de Eugene Oneguin empezó con prisas gracias al maestro, el aria de las cartas de Werther permitió oír acentos veristas con una orquesta que tampoco tenía mucho que ver con Massenet.
El cuarto premio, el barítono coreano Insik Choi (también galardonado por el público), tiene una buena voz que sabe manejar, pero cantó del mismo modo el monólogo de Ford de Falstaff y el monólogo de Gérard de Andrea Chénier. Luego de la ceremonia de la entrega de premios, la segunda parte ofreció las pruebas de las tres últimas vencedoras. El tercer lugar fue para la soprano chilena Yaritza Véliz Aquea quien, no obstante a haber obtenido el Premio en ópera francesa, no se hizo entender mucho, como ya había ocurrido en la semifinal, esta vez en el aria de Micaëla de Carmen: la voz es un tanto oscura y el canto, pese a bellos sonidos filados, algo enfático. Mucho mejor, su versión de ‘Sì, mi chiamano Mimì’, aunque siempre sin un timbre particularmente bello o personal.
El segundo premio, asimismo Premio del público, fue para la mezzo georgiana Natalia Kutateladze, bella y elegante, quien mostró un timbre con más esmalte en el grave que en pruebas anteriores, pero un agudo algo más metálico y de menos volumen. Tras una “Habanera” de relativo interés, mejoró en expresividad y energía en la gran escena de Leonora de La favorite.
La última en presentarse en escena fue la número uno y vencedora real del concurso, la mezzosoprano rusa Victoria Karkacheva, que enseguida sobresalió y estableció su clara superioridad sobre todos los otros colegas premiados, con una voz espléndida, de emisión natural y técnica perfecta, y ofreció (pues ganó también el Premio a la mejor intérprete de música rusa) el aria de Paulina de La dama de picas, con soberbias notas filadas, y luego el aria de entrada del Romeo de Bellini, con un dominio de técnica y estilo —como mínimo— notables.
[/cmsmasters_text][/cmsmasters_column][/cmsmasters_row]