?? Cav/Pag en Bolonia
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Diciembre 15, 2019. Como último espectáculo de la temporada 2019 se ofrecieron varias funciones de Cavalleria rusticana y Pagliacci. Para la primera se retomó la producción de Emma Dante, nacida aquí mismo. No es de las mejores, pues tiene momentos interesantes y otros irregulares, como las “caballitas” que conducen el carro de Alfio o la separación en dos bloques que finalmente se juntan en el intenso intercambio entre los protagonistas. Bien, la caracterización de Lucia como una madre pusilánime y la de Santuzza como una joven campesina decidida y enamorada.
Hubo suerte con los protagonistas. Veronica Simeoni hizo una protagonista musicalísima sin ninguno de los excesos veristas que algunos parecen necesitar, y la voz respondió siempre satisfactoriamente. Roberto Aronica se lució en un valiente Turiddu tanto por el canto como por la escena desde la “Siciliana” hasta la despedida final. Dalibor Jenis es hoy un cantante pretendidamente dramático con un centro y grave vacíos y sólo algún agudo eficaz (lo mismo, si no peor, ocurrió con su Tonio de Pagliacci). Agostina Smimmero estuvo bien, y discreta, la Lola de Alessia Nadin.
Lamentablemente, la labor de Frédéric Chaslin dejó que desear en ambas obras. Una dirección cansina más que lenta, y absolutamente cuadrada, perjudicó a las obras, aunque más aún a Cavalleria. Con tanto maestro joven italiano de mayores virtudes, se trató de una elección inexplicable. La orquesta sonó bien desde el puro punto de vista de la ejecución. Los coros (preparados por Alberto Malazzi) lucieron lo suyo, incluido el de voces blancas.
Stefano La Colla tiene un vozarrón de buen color, pero su afinación es errática y la técnica y el fraseo requieren aún mucho trabajo; su Canio fue sin embargo del agrado del público. Carmela Remigio volvió a impresionar como una buena profesional y actriz, pero tampoco su Nedda pasará a la historia. Vittorio Prato cantó e interpretó bien su Silvio, aunque la voz no sea nada especial y la emisión carece de redondez. Llamó mucho la atención por su medios, de lejos superiores a los que requiere la parte de Beppe, el tenor Paolo Antognetti.
El nuevo montaje de Serena Sinigaglia fue más que nada decorativo, aunque con alguna pretensión de metateatro que fastidió lo suyo en el prólogo y algún otro momento.
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