“Amor y vida” en Peralada

La soprano Diana Damrau y el bajo-barítono Nicolas Testé, acompañados al piano por Helmut Deutsch, en el Festival de Peralada © Miquel González

Julio 29, 2023. El concierto se tituló “Amor y vida” y paseó por estilos, lenguas y nombres diferentes, con un resultado muy superior al anterior concierto, salvo en la parte que le tocó al bajo Nicolas Testé, a veces correcto (lo mejor fue la raramente oída cavatina de La reine de Saba de Charles Gounod; algo menos el aria de Alvise de La Gioconda de Amilcare Ponchielli y el dueto de I puritani de Vincenzo Bellini, o incluso el aria de Gremin de Eugenio Onegin de Piotr Ílich Chaikovski; pero insuficientes o insatisfactorios ‘La vie antérieure’ de Henri Duparc y la gran aria de Felipe II de Don Carlos de Giuseppe Verdi, por fortuna en francés). Además, no ejecutó una de las piezas anunciadas en el programa. Como bis cantó una correcta ‘Vecchia zimarra’ de La bohème de Giacomo Puccini, por si no había quedado bastante claro que es un intérprete operístico.

Por lo demás, hay que comenzar diciendo que el piano, el mismo de la velada anterior, parecía otro ante el resultado decididamente superior gracias al arte de Helmut Deutsch, que incluso en repertorio poco frecuentado como el de la ópera y la opereta o el musical norteamericano puso de manifiesto su clase soberana sin golpear ni una vez las teclas, pero logrando intensidades y honduras que habrían parecido imposibles. Ni qué decir que cuando aparecieron los nombres de Duparc, (Richard) Strauss y Serguéi Rachmáninov: su arte brilló como nos tiene acostumbrados. 

Claro que, sin la actuación de Diana Damrau, nos habríamos quedado un poco insatisfechos. Últimamente está de moda en algunos círculos declararla en declive. Probablemente sea cierto que no tenga ya sus famosos sobreagudos, pero la voz permanece intacta en su color, la igualdad entre registros, tal vez algo más intensa en el centro, y cantó con seguridad, entrega y profesionalismo, diferenciando los distintos autores. 

Por ejemplo, pasar de la magnífica ‘L’invitation au voyage’ y ‘Chanson triste’ de Duparc al mencionado dueto de I puritani, que me resultó aún mejor que en su actuación en Madrid. Sus dos piezas de Strauss, ‘Ständchen’ y ‘Wiegenlied’ (el primero ligeramente sobreactuado), fueron deliciosos. Se le ha criticado, tal vez con razón, el haberse adentrado en el repertorio de soprano dramático de agilidad. Pero aquí la gran escena de Anna Bolena (‘Al dolce guidami castel natío’, sin cabaletta final) de Gaetano Donizetti y ‘Casta diva’ (sin recitativo ni cabaletta) de Norma de Bellini fueron ideales, cantadas con una de las voces más bellas que me haya sido dado escuchar en esos fragmentos. 

Cantó luego una melodía del compositor ruso Vladimir Vlasov y la famosa ‘Aguas primaverales’ de Rachmáninov con gran propiedad, de la rarísima opereta Frau Luna de Paul Lincke ‘Schlösser, die im Monde liegen’, y terminó con dos números de musicales. De Brad Ross ‘How sad no one waltzes anymore’, y una apasionada, adecuadamente danzada, y divertida versión de la célebre ‘I could have danced all night’ de My fair Lady de Frederick Loewe en buen inglés, y como clausura y último bis un castellano encomiable en ‘Tu pupila es azul’ de Joaquín Turina, que trajo recuerdos de Victoria de los Ángeles, a quien se dedica una exposición de fotos gigantes por el centenario de su nacimiento, y un concierto con Núria Rial al que no podré asistir. 

Gran éxito, con un público ligeramente menos numeroso que el día anterior. Al final se presentó un libro —The Opera Cooks— sobre recetas de cocina de los cantantes de hoy (entre ellos la propia Damrau, que estuvo en la presentación y presentó su especialidad, el ‘Krautstrudel’ de Baviera).

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