Andrea Chénier en Milán
Mayo 27, 2023. Volvió a la Scala, pero con otro elenco, la producción de Andrea Chénier de Umberto Giordano que había inaugurado con éxito la temporada 2017-2018 del teatro. El espectáculo firmado por Mario Martone mostró una vez más su eficacia dramática con una escenografía respetuosa del libreto y de los ambientes —el salón de fiestas de castillo de Coigny, la estancia de Gérard, el tribunal y el patio de la prisión— que destacaron sobre un atemporal y lúgubre fondo negro, heraldo de tristes presagios, y con la presencia de inquietantes espejos deformantes que subrayaban la vacuidad y la hipocresía.
Ideal lució la plataforma giratoria diseñada por Margherita Palli, que permitía pasar de un escenario a otro de manera inmediata y natural, haciendo que la historia avanzara de modo apremiante. La batuta, confiada a Riccardo Chailly en 2017, fue esta vez empuñada por Marco Armiliato, quien concertó apuntando hacia la teatralidad sin particulares retoques ni sutilezas cromáticas; por el contrario, matizando en ocasiones una cierta pesadez con una dinámica que tendía hacia el forte y el fortissimo.
El esperado Chénier de Jonas Kaufmann desilusionó en parte las expectativas. Para entender mejor, el artista es notable tanto desde el punto de vista actoral como vocal, y con una presencia potente en escena que se hizo apreciar por la pericia de los movimientos escénicos y por la verdad interpretativa que salía de un personaje siempre vivido en su entusiasta exaltación. Su línea de canto se benefició de un fraseo siempre acertado y muy móvil: cada palabra, cada frase sonó casi nueva ante ciertas interpretaciones que se centraban sobre todo en un acento más estentóreo. Pero el tenor alemán se mostró un tanto cauteloso en algunos momentos, por lo que al final a su canto le faltó esa electricidad que sabe inflamar al público.
En cambio, esa electricidad sí estuvo presente en el gran nivel de canto de Amartuvshin Enkhbat, un Gérard suntuoso, viril, de voz de acero sólidamente proyectada y un acento comunicativo. Su ‘Nemico della patria’ fue justamente aclamado con una ovación de varios minutos, aplausos del público a escena abierta, que abarrotó la sala Piermarini en el momento más emocionante de la velada.
Sonya Yoncheva, en el papel de Maddalena, convenció sobre todo por su capacidad para delinear un personaje que —de ser puro y frágil a su ingreso al escenario— evolucionó hacia la madurez y la determinación al final de la obra. Agradó por su canto apasionado y exuberante, si bien en el registro agudo cuando fue requerido se notaba cierto esfuerzo en mantener la redondez de la emisión.
Óptimos estuvieron los personajes de acompañamiento, comenzando con Carlo Bosi, un maestro del canto sul fiato, que personificó un Incredibile astuto y malicioso. Francesca di Sauro fue una desenvuelta Bersi, muy bien cantada y de timbre muy agradable, Elena Zilio fue una Madelon emocionada y emocionante, y Giulio Mastrotaro fue un Mathieu extrovertido y sonoro. El Corpo di Ballo y el Coro del Teatro alla Scala estuvieron perfectamente a sus anchas.