Carmen en Monterrey

Escena de Carmen en Monterrey con miembros del Mexico Opera Studio © Imagen en Clave Baja

«Los hombres temen que las mujeres se rían de ellos.
Las mujeres temen que los hombres las maten».
Frase apócrifa atribuida a Margaret Atwood

Junio 25, 2023. Resulta de gran interés aquilatar de cerca el significativo rol de un estudio de ópera que no solo realiza labores educativas dentro de las aulas, sino actividades en el escenario, en esa frontera en la que, si bien puede percibirse un proceso aún formativo y de desarrollo en los participantes, los buenos resultados aproximan al ámbito profesional. Y si a eso se suma la escasa actividad lírica en un país como México, ese quehacer de perfeccionamiento para cantantes de ópera y pianistas repertoristas que sube a la escena se convierte en una auténtica opción de disfrute para el público.

Así es como puede entenderse la labor del México Opera Studio (MOS), que a un par de meses de celebrar cuatro años de su fundación e inicio de actividades bajo la dirección de los maestros Alejandro Miyaki (director musical y coach vocal) y Rennier Piñero (dirección de escena e interpretación), ya impacta en la oferta operística de la ciudad de Monterrey y sus alrededores. Además, claro, de sumar una lista de egresados que ya se han abierto puertas nacional e internacionalmente (en Holanda, Alemania, Italia y España).

La célebre ópera Carmen de Georges Bizet fue el más reciente título (décima primera producción a lo largo de la historia del MOS), integrado por 12 cantantes, dos pianistas, el profesorado, su patronato y respectivo consejo presidido por el ingeniero Alejandro Pérez Elizondo.

Salvador Villanueva (El Remendado), Daniela Cortés (Carmen), Alejandro Paz (El Dancairo), Mayela Yépiz (Mercedes) y Carolina Herrera (Frasquita) © Imagen en Clave Baja

Esta obra, que cuenta con libreto de Ludovic Halévy y Henri Meilhac, estrenada en 1875, también significó el reto más grande asumido hasta el momento por este estudio de ópera, en términos de la envergadura del título y de todos los elementos humanos, creativos y técnicos requeridos para enfrentar la aventura lírica.

Los pasados 23, 24 y 25 de junio, la Gran Sala del Teatro de la Ciudad, en Monterrey, Nuevo León, fue escenario para una Carmen con diversas particularidades, como la apertura de diversos cortes que suelen hacerse en la partitura, la inclusión de los diálogos hablados en el carácter de opéra comique original que tiene este título, así como haberse presentado como cierre del cuarto año de actividades del MOS, que esta temporada 2022-2023 tuvo como eje temático el feminicidio.

Eso, sin duda, brindó un sentido no solo de solidez dramática, sino también artística en diálogo con la sociedad contemporánea durante estas presentaciones. La idea, por supuesto, no como una apología del asesinato femenino y las vejaciones múltiples que pueden enfrentar las mujeres, sino “para no olvidar la contundencia y el desgarro social que implica un feminicidio”, como lo expuso en las notas del programa de mano el director de escena de origen venezolano, pero avecindado en México, Rennier Piñero.

No es para menos ese impacto, pues en el segundo trimestre de 2022 el feminicidio fue el delito con mayor crecimiento en el estado de Nuevo León (230 por ciento) y ello fecundó en buena medida la propuesta de Piñero “por el flagelo social que es y el crimen monstruoso que representa, y que, en cualquiera de sus matices o vertientes, resulta injustificable”. El director de escena planeó este montaje no sin olvidar, por ejemplo, el asesinato de la joven Debanhi Escobar en abril de 2022, así como las muestras de indignación e impotencia ante el crimen.

La puesta en escena no sólo se distinguió en ese sentido: al inicio, una Micäela acosada por integrantes del ejército; al final, el asesinato de Carmen es a la vista del público asistente a la plaza de toros, con lo que sin duda enfatizó que, si bien es Don José quien la mata, la sociedad es testigo pasivo al no hacer nada para impedirlo. 

Isaac Herrera como Escamillo © Imagen en Clave Baja

También resultó detallada la interacción entre los personajes (de los protagonistas, sí, pero incluso de los secundarios y los partiquinos), y destacó la selectiva paleta de colores de naturaleza pictórica en la iluminación (diseño de Pepe Cristerna), en el vestuario (diseñado por Carolina Vanegas), la escenografía (diseño de Arturo Nava y Sonia Flores), así como en las imágenes del ciclorama (video proyecciones de Dower Producciones – Dewi Ramírez), pues se logró crear un poderoso y bello discurso dramático, propiciador de atmósferas y emociones reales.

La escena se fusionó con un formidable trabajo de concertación musical de Alejandro Miyaki al frente de la Orquesta Filarmónica del Desierto, una banda interna, el Coro de Niños Representativo del Centro Cultural Rosa de los Vientos, la Compañía de Ópera de Saltillo y el Coro MOS, además de los solistas, que conformaron dos elencos de principales (y, en el caso de Micäela, tres).

La vivacidad y el colorido de la partitura surgió de la batuta de Miyaki con una aproximación emotiva y cuidadosa de los equilibrios de volumen, texturas y estilo. Ese mismo balance y una idea general de canto fino, sin perder la musicalidad y desterrada la estridencia, traslució de manera general en los cantantes, aun cuando es claro que en lo individual cada uno puede ponderarse en su propio desarrollo y en qué tan bien les queda uno u otro rol, por sus facultades e incluso por su edad.

Pero es justo en el marco de un estudio operístico donde todo eso puede descubrirse, reflexionarse y, en su caso, adecuarlo como parte del aprendizaje y la experiencia. Como expresó una reconocida intérprete y maestra de canto luego de la última presentación: “Yo celebro que los chicos emprendan aventuras musicales y vocales, aun si los resultados son dispares, porque que si no, resultaría imposible que se probaran”. Ahí radica la importancia actual del MOS.

Don José (Rafael Rojas) mata a Carmen (Mayela López) © Imagen en Clave Baja

Como Carmen se presentaron las mezzosopranos Daniela Cortés y Mayela López; los tenores Manuel Dávalos y Rafael Rojas interpretaron el rol de Don José (el segundo, hijo del fallecido tenor del mismo nombre y quien a partir justo de esa pérdida buscara en el canto operístico una conexión con su padre); los barítonos Alejandro Paz e Isaac Herrera alternaron los roles de Escamillo, El Dancairo y Morales; las sopranos Priscilla Portales, Luisa Mordel y Valeria Vázquez dieron vida a Micäela; Carolina Herrera y Sofía Garza hicieron lo propio con Frasquita; las mezzosopranos Daniela Cortés y Mayela Yépiz se encargaron de Mercedes; el bajo-barítono Alexander Leal fue Zúñiga y los tenores Salvador Villanueva y Juan Pablo Martínez se alternaron en el rol de El Remendado.

La producción también incluyó numerosos actores y bailarines. De hecho, la experiencia previa de las funciones contó con un espectáculo de tablao flamenco en las afueras de la sala, además de que diversas gitanas tan guapas como guasonas se aprestaban a leer la mano a los asistentes. Una experiencia, sin duda, inmersiva y que muestra la redonda planeación del proyecto.

Carmen murió de nuevo. Es condenable. Pero esta vez, por lo expuesto, su asesinato inspiró diversas causas: no fue en vano.

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