Concierto de Sibelius y Wagner en Fort Worth

Karita Mattila, Brandon Jovanovich, Raymond Aceto y Robert Spano en Fort Worth © Karen Almond

April 21, 2024. La orquesta Fort Worth Symphony, de la ciudad aledaña a Dallas, Texas, ofreció un seductor y sugestivo concierto como parte su actual temporada, que unió el romanticismo musical de Jean Sibelius con el de Richard Wagner. 

Desde que en marzo del 2019 asumiera la posición de director principal invitado, hasta su nombramiento en 2022 como titular de la orquesta, el maestro Robert Spano, conocido director estadounidense quien por muchos años fuera titular de la Sinfónica de Atlanta y próximamente asumirá el cargo de director musical de la Ópera Nacional de Washington, ha colocado a esta agrupación en un escalón superior al que tenía, y ha comenzado a llamar la atención de los melómanos en este país, tanto por la cualidad de los solistas invitados como por los atractivos programas que ha conformado en lo que va de su corta gestión. 

Cabe mencionar que se trata de una orquesta longeva dentro del ambiente sinfónico estadounidense, con 112 años de existencia, que dio su primer concierto en 1912. Este concierto se realizó en la sede de la orquesta, el atractivo Bass Performance Hall, que además de albergar diversos espectáculos de música sinfónica, ballet, ópera y musicales, es también la sede del prestigioso concurso internacional de piano Van Cliburn.

El concierto inició con la ejecución de la Sinfonía 6 en Re menor op.104 del compositor finlandés Jean Sibelius (1865-1957), que tuvo su estreno en 1923 bajo la conducción del propio compositor. La pieza, de aproximadamente treinta minutos de duración, evoca paisajes finlandeses. El propio compositor la describió poéticamente como «agua fría de manantial» y «aroma de las primeras nieves».

En su lectura, Spano destacó los contrastes pastorales, apasionados y sombríos de la obra con un sentido de equilibrio, en la que es considerada como la sinfonía menos escuchada en concierto de Sibelius: incluso, como se ha afirmado, es una sinfonía olvidada. El director de orquesta se basó en las bellezas naturales que va esbozando la orquesta y exaltó sus suntuosas melodías con el tono radiante de las cuerdas y una ejecución sólida de las otras secciones. Spano condujo con destreza las complejidades de la obra, hasta llegar a los silenciosos movimientos en los cuales la música se va diluyendo lentamente hasta transportar y adentrar al espectador en un estado de tranquilidad y meditación. 

Aunque el título del concierto de esta velada fue “Wagner & Sibelius” el plato fuerte estaba reservado para la segunda parte del concierto, con la ejecución, en versión semiescenificada, del primer acto de Die Walküre (La valquiria), la segunda de las cuatro óperas del ciclo del Anillo del nibelungo de Richard Wagner (1813-1883). 

El primer acto narra la historia de un romance prohibido con grandeza wagneriana y temas que hacen recordar las otras óperas y personajes del ciclo. Sin elementos escenográficos —apenas una pantalla colgada en lo alto del escenario donde se proyectaron supertítulos y acercamientos de los solistas— y con la presencia de los músicos sobre el escenario, los cantantes aparecieron con vestuarios de estilo antiguo, de una época indeterminada, y algunos movimientos e interacciones entre los personajes, quienes concluyeron con un abrazo fraternal en vez del beso incestuoso como se indica en el final del acto. Así fue como se desarrolló la parte actoral del concierto, que aportó poco y nada a un evento que brilló con luz propia. 

Fue un verdadero lujo que se dio la orquesta al conformar un sobresaliente elenco, comenzando con la soprano finlandesa Karita Mattila quien en el papel de Sieglinde, exhibió un canto matizado, suave y resplandeciente en el color; pero determinado y vigoroso cuando le fue requerido, además de mostrar su bella personalidad plena de porte y magnetismo sobre la escena. El bajo Raymond Aceto interpretó un malévolo y amenazador Hunding, que cantó con estilo y determinación, y una voz de gran espesor que supo modular de manera adecuada y expresarse con intención. Por su parte, Brandon Jovanovich fue un valioso Siegmund. El tenor estadounidense tiene amplia experiencia abordando desde hace algunos años el repertorio de heldentenor, y que aquí agradó por la manera como delineó cada frese con expresividad y claridad y por la fuerza de su corpulento, generoso y firme canto.

La orquesta creó un marco adecuado y un acompañamiento esencial para las voces. Ya desde el preludio se escuchó la energía y frenetismo que a la partitura orquestal le imprimió el maestro Spano, nunca sometiéndose al leitmotiv, sino enfocándose y apuntando hacia la expresividad y el drama. La orquestación se escuchó exuberante y en completa concordancia con el óptimo elenco vocal. En esta región de Texas, que no se caracteriza particularmente por haber programado mucha música de Wagner en el pasado, la orquesta Fort-Worth Symphony regaló con este concierto una experiencia vocal y orquestal que perdurará por mucho tiempo, y al mismo tiempo anunció que, en su próxima temporada, concretamente en el mes de abril del 2025, se interpretará de manera íntegra y en concierto Der fliegende Holländer (El holandés errante) del propio Richard Wagner. 

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