Concierto navideño de zarzuela en Madrid
Diciembre 29, 2021. Para alquilar balcones resultó el concierto de Navidad que para su edición 2021 organizó la dirección del Teatro de la Zarzuela con un programa que incluyó fragmentos de zarzuelas y que contó, en calidad de solistas, con la presencia de la soprano Sabina Puértolas y el tenor José Bros, acompañados por el coro titular de la casa y la orquesta de la comunidad de Madrid bajo la dirección del maestro Guillermo García Calvo.
El concierto dio inicio con la ejecución de las seguidillas ‘Aunque soy de La Mancha’ de la zarzuela Pan y toros de Francisco Asenjo Barbieri, puntapié de una prestación donde tanto la orquesta como el coro fueron de más en más a medida que fue avanzando la noche. En lo vocal, la selección de solistas no pudo ser más ni más acertada ni más competente. Tanto Puértolas como Bros demostraron en cada una de sus intervenciones una absoluta afinidad y conocimiento del género.
Con una bellísima voz de soprano lírico-ligero, Sabina Puértolas brilló a más no poder tanto en la polaca ‘Me llaman la primorosa’ de El barbero de Sevilla de Gerónimo Giménez y Miguel Nieto; como en la canción ‘Era un rosa que en un jardín’ de Doña Francisquita de Amadeo Vives y en la canción del arlequín de La generala, también de Vives, momentos en los cuales hizo gala de su aterciopelado timbre, una cuidada línea de canto y una técnica sin mácula que le permitió enfrentar las endiabladas agilidades que le deparó la partitura sin dificultad alguna. Su enorme carisma escénico y su fuerte personalidad vocal sumaron puntos al ya excelente desempeño de la soprano maña.
En una noche particularmente inspirada, el veterano José Bros no se quedó atrás. Pletórico de medios y con un fraseo elegante y expresivo, el tenor catalán convirtió en oro cuanta nota tocó con una voz que, a pesar del paso del tiempo, no ha perdido un ápice de la belleza y la frescura de antaño. En lo estrictamente técnico, dio catedra de canto controlado y preciso, que coronó con toda una artillería de agudos de acero prodigados con espasmódica seguridad, firmeza y perfecta proyección. Sus romanzas —‘Bella enamorada’ de El último romántico de Reveriano Soutullo y Juan Vert, y la famosa ‘De este apacible rincón de Madrid’ de Luisa Fernanda de Federico Moreno Torroba— fueron dos de los momentos de mayor lucimiento y emoción de su cosecha, a los cuales fue imposible no caer rendido.
En el terreno de los duetos, tanto en el de Luisa Fernanda como en el de El gato montés de Manuel Penella Moreno, los solistas estuvieron en total sintonía y complicidad, lo que se reflejó en el canto, donde las voces ensamblaron a la perfección y se anotaron un merecido y celebradísimo éxito personal. El coro de la casa tuvo que luchar con el hecho de estar enmascarado y cantar en la parte de atrás del escenario, dificultando su rendimiento tanto en el volumen como en la claridad de lo que estaba cantando. Así y todo, regaló bonitos momentos con sólidas interpretaciones de ‘Aunque soy de La Mancha’ de Pan y toros, ‘Aquí están los que buscamos’ de El barberillo de Lavapiés de Asenjo Barbieri y ‘Dejadnos paso franco’ de Molinos de viento de Pablo Luna.
La cereza del pastel fue el lujo fue contar en calidad de artista invitada “sorpresa” con presencia de la legendaria Lucero Tena, quien con pasión y energía se unió a la orquesta y, castañuelas en mano, desplegó todo su arte tanto en el Intermedio de La boda de Luis Alonso de Gerónimo Giménez, como en el Fandango de Doña Francisquita de Amadeo Vives. ¡Chapeau!
Al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, García Calvo hizo una lectura de buen pulso, vibrante y siempre atenta a las necesidades de los intérpretes. Tras los agradecimientos y los deseos navideños del director de orquesta madrileño al público asistente, no se hicieron esperar las propinas, que se iniciaron con una bonita adaptación para coro y orquesta del famoso villancico tradicional austriaco ‘Noche de paz’ y que culminaron con el local ‘Ande, ande, ande La Marimorena’, donde a la orquesta se unió Lucero Tena con sus castañuelas. El público disfrutó a rabiar, aplaudió enfervorizado y casi hubo que echarlo de la sala.