Der fliegende Holländer en Tenerife

Escena de Der fliegende Holländer de Richard Wagner en el Auditorio de Tenerife © Miguel Barreto
Noviembre 16, 2015. La Ópera de Tenerife en su temporada más ambiciosa, donde va a llegar a ofrecer seis títulos operísticos, ha programado para el mes de noviembre tres funciones de El holandés errante de Richard Wagner, con un gran éxito de público, ya que se colgó el cartel de “No hay billetes/Todo vendido” en el estreno.
Lo más sorprendente de todo, ha sido la presencia de mucha gente joven entre los asistentes, algo tremendamente positivo y poco habitual en la realidad actual de los teatros españoles. La producción lleva la firma del prestigioso director de escena argentino Marcelo Lombardero, un verdadero hombre de ópera que debutó con gran éxito en Tenerife. El mar es el verdadero protagonista en esta ópera, y subir a bordo de esta producción operística era, por tanto, adentrarse en un océano de expectativas. Con una puesta en escena dinámica e impactante, Lombardero es en todo momento fiel a la partitura y cuida todos los detalles, poniendo especial énfasis en el buen hacer de los figurantes, un verdadero lujo en esta cuidada propuesta wagneriana. La travesía escénica fue impactante, turbulenta, fascinante y emocionante, así como repleta de momentos de pura magia dramática.
El diseño de la escenografía y la multimedia corrió a cargo de la escenógrafa argentina Noelia González, que realizó un gran trabajo a pesar de las dificultades con las que se encontró al no llegar el material original a Tenerife. Para completar una labor sobresaliente, la escenógrafa ofreció un trabajo de video sublime, proyectando en el auditorio cielos tormentosos y mares furiosos que transportaban al espectador al corazón de la leyenda. En este punto debemos destacar la cuidada elaboración y selección de proyecciones e imágenes en los pasajes finales, que enriquecieron esta propuesta wagneriana.
La dirección musical corrió a cargo del madrileño Guillermo García Calvo, una de las mejores batutas del panorama lírico español a la hora de adentrarse en el universo wagneriano. Inconmensurable a la hora de dirigir con maestría al magnífico Coro Titular Opera de Tenerife-Intermezzo, al que elevó a niveles insospechados, en líneas generales su debut en la Ópera de Tenerife podemos calificarlo de sobresaliente. Impactante desde el foso por su gran entrega e intensidad gestual, ofreció una interpretación muy dinámica de la partitura sacando un excelente rendimiento a la Sinfónica de Tenerife, en su primera incursión wagneriana con versión escénica de su historia. Para enmarcar, la brillante obertura con la que emocionó a los espectadores con el sonido más puramente wagneriano, sin tapar en ningún momento a los cantantes solistas, en una brillante labor desde el foso. El maestro García Calvo extrajo de la partitura todos sus colores y matices, desde los salvajes tremolandi de los metales hasta los pasajes más líricos, en un diálogo constante y perfecto con el escenario transformándose por momentos en un océano sobre el que navegaba el drama.
El bajo armenio-alemán Vazgen Gazaryan encarnó el personaje de Daland con una voz robusta y una excelente dicción, un acierto mayúsculo que permitió comprender cada una de sus palabras, dotando de credibilidad a su ambición y a su paternalismo interesado. El tenor mallorquín Joan Lainez triunfó a la hora de interpretar el papel de Steuermann, deslumbrando con un gran color de voz que brilló especialmente a la hora de interpretar el aria ‘Mit Gewitter und Sturm’. La mezzosoprano Guadalupe Barrientos, en el rol de Frau Mary, se coronó como la gran triunfadora de la noche a nivel vocal. Con una voz muy bien proyectada que llegaba a todos los rincones del Auditorio de Tenerife, la cantante argentina exhibió un instrumento vocal de una amplitud y oscuridad digna de los grandes papeles de mezzosoprano y de contralto del repertorio wagneriano y verdiano. Cada una de sus indicaciones a las hilanderas estuvo cargada de una autoridad vocal imponente, un recordatorio de que hasta en los roles secundarios puede anidar la grandeza.
El tenor tinerfeño Ayram Hernández, que venía de triunfar con el mismo papel en Toulouse el pasado mes de mayo, ofreció un Erik tremendamente convincente y creíble en lo actoral. A nivel vocal, cantó con un gusto exquisito, desplegando una línea de canto impecable, un fraseo elegante y mucha musicalidad. Cantante dotado de un timbre hermoso y de una gran seguridad en el registro agudo, deleitó con pasajes cantados de puro lirismo en medio del tormento wagneriano. En definitiva, podemos afirmar, tras escuchar por primera vez a este cantante de la tierra, que Tenerife es tierra de tenores.
La soprano española Ángeles Blancas ofreció a nivel dramático una master class a la hora de afrontar el personaje de Senta. Ha sido muy interesante observar su enorme coraje y su gran inteligencia artística al dotar a su personaje de una profundidad escénica arrolladora en una performance valiente y llena de verdad que se vio valorada por el público cuando salió a saludar. En lo puramente canoro, la notamos algo insegura en las notas altas y con un vibrato menos controlado de lo deseable. Pese a contar con una voz de muchos decibelios, algo muy de agradecer a la hora de afrontar papeles wagnerianos, carece de musicalidad y llega a rozar el grito en numerosos pasajes.
El barítono búlgaro Anton Keremidtchiev, ofreció una interpretación de Holländer sencillamente arrolladora. Dotó al espectro maldito de una humanidad devastadora, con un timbre oscuro, aterciopelado y de una potencia bien canalizada que transmitía toda la profundidad de su desesperación existencial. No fue un monstruo, sino un alma atormentada, y su dueto con Senta alcanzó cotas de un patetismo y una intensidad impactantes. Cantante dotado de una gran presencia escénica, deleitó a los asistentes con un potente instrumento bajo-baritonal, dotado además con el don de la proyección.
En definitiva, podemos resumir este estreno de El holandés errante en Tenerife como una representación humana, vibrante y llena de contrastes. Una noche donde una cantante luchó y triunfó desde la verdad dramática, donde un barítono y un tenor deslumbraron con sus proezas vocales, donde un Coro en estado de gracia ha ofrecido una de sus mejores actuaciones bajo una dirección escénica respetuosa y un universo visual deslumbrante sobre el que se construyeron los cimientos de la tragedia wagneriana. Todo ello sostenido por una Orquesta Sinfónica de Tenerife que vivió cada nota a las órdenes de un director musical que nos recordó el poder omnímodo de la música, regalando una noche inolvidable en la que hubo un derroche de pasión y mucho oficio.