Die Entführung aus dem Serail en Turín

Escena de Die Entführung aus dem Serail de Mozart en Turín © Mattia Gaido
Noviembre 9, 2025. El rapto en el serrallo es un Singspiel en tres actos de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), con libreto de Gottlieb Stephanie el Joven, y fue representado por primera vez en Viena en 1782.
La ópera se distingue por entrelazar elementos cómicos y sentimentales que narran la historia de Belmonte, el cual, con el auxilio de su sirviente Pedrillo, se lanza a una empresa audaz para liberar a su amada Konstanze, su camarera Blonde, y naturalmente a sí mismo de la prisión de pasha Selim. La estructura de la obra, característica del Singspiel alemán, alterna diálogos hablados con arias muy virtuosas, creando una experiencia teatral muy dinámica y envolvente. La exótica ambientación, inspirada en la moda turca del tiempo, contribuye a conferir una atmósfera sugestiva y rica de fascinación.
La música de Mozart se revela con extraordinaria variedad expresiva, espaciando las arias de bravura de Konstanze a los momentos cómicos de Pedrillo y Osmin, el guardia del serrallo, hasta los pasajes orquestales, caracterizados por una vivaz paleta cromática y de una notable riqueza de detalles. En esta obra maestra se celebran los valores del ingenio, el amor y la clemencia, culminando en un final en que pasha en un gesto inesperado, elige el perdón en vez de la venganza, ofreciendo una profunda reflexión sobre la naturaleza humana y sobre las posibilidades de redención.
En Turín, llegó el montaje que fue estrenado en la L’Opéra Royal de Versailles en 2024, en traducción al francés. En esta ciudad piamontesa el Singspiel mozartiano fue representado en su versión original, en lengua alemana. El espectáculo curado por Michel Fau (repuesto por Tristan Gouaillier) creó una ambientación casi de fábula, inspirada en Las mil y una noches, enfatizando el orientalismo de la historia narrada en el libreto. Tal ambientación fue hecha de manera eficaz con los escenarios pintados y evocativos de Antoine Fontaine, acompañados por refinados y coloridos vestuarios de David Belugou. A pesar de ello, esta puesta en escena no convenció, pues resultó privada de ideas en verdad fuertes y envolventes.
De hecho, la gestualidad de los cantantes y sus interacciones eran frecuentemente estereotipadas y las soluciones más divertidas parecían ser ya vistas. La batuta le fue confiada a Gianluca Capuano, director experto en la praxis filológica. La interpretación de Capuano se distinguió por su vivacidad, brillantez y fluidez, aunque tuvo cierta rigidez. La atención pareció ser prevalentemente dirigida al aspecto rítmico de la partitura, en detrimento de una excavación más profunda del paso teatral.
Pasando al elenco, en su desempeño el tenor estadounidense de origen cubano-colombiano Anthony León se mostró educado y con garbo, y aunque no posee medios vocales particularmente voluminosos, logró trazar un Belmonte creíble, refinado y elegante. La Konstanze de Sofia Fomina, suscitó mayor aprecio en los momentos más líricos de su tesitura media, con la que evidenció pureza de timbre, resultando ser especialmente emocionante al cantar ‘Traurigkeit ward mir zum Lose’. Sin embargo, se mostró menos a sus anchas en las agilidades más arriesgadas, que afrontó con prudencia y algunas imprecisiones.
Un poco más segura en la coloratura estuvo la desenvuelta y efervescente Blonde de Eleonora Bellocci, aunque a ratos sonó un poco estridente. Denzil Delaere personificó un exuberante y chistoso Pedrillo, pero con una vocalidad no particularmente bien proyectada. Dimitry Ivashchenko interpretó a Osmin de modo más caricaturesco y con una línea de canto poco refinada. Al final, Sebastian Wendelin pareció sentirse a gusto en el papel hablado de pasha Selim. El Coro del Teatro Regio fue dirigido con la acostumbrada atención y competencia de Ulisse Trabacchin.